Que fumar es malo es una evidencia. Fumar es dañino y adictivo, como nos advierten en cada cajetilla, y la mejor opción para paliar sus efectos pasará siempre por dejar de consumir tabaco y productos con nicotina por completo. Algunos lo consiguen, pero otros no. Por más que lo intentan, recaen en el hábito una y otra vez. De hecho, a pesar de las medidas tradicionales de control del tabaquismo aplicadas en España, según la última encuesta EDADES , la tasa de fumadores diarios se ha estancado y no se aprecian descensos relevantes en los últimos años.
Más de mil millones de personas de todo el planeta fuman y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no espera que la cifra varíe significativamente para 2025. Por eso, los que persisten en fumar deben estar bien informados. El desconocimiento impera y la desinformación es considerable, a pesar del alto nivel de interés de los fumadores por tener acceso a información rigurosa basada en ciencia. La mayor parte no sabe que el principal causante del daño ligado al hábito de fumar es la combustión.
Así, la creciente evidencia científica que existe sobre las alternativas libres de combustión -productos de calentamiento de tabaco, cigarrillos electrónicos y snus (productos de tabaco oral que se consume principalmente en los países escandinavos)- confirma que al evitar la combustión, sin estar exentos de riesgo, estos productos tienen el potencial de reducir significativamente la media de los niveles de las sustancias químicas dañinas comparado con los cigarrillos. Por esta razón, un creciente número de países plantean la necesidad de desarrollar un debate público basado en la ciencia, además de seguir apostando por políticas de cesación y de prevención.
Se antoja fundamental añadir la vía de las políticas de reducción del daño para todos aquellos que no quieren o no pueden dejar de fumar, algo que ya se lleva haciendo en países avanzados como Estados Unidos o el Reino Unido y se refleja en sus hojas de ruta para abordar el problema del tabaquismo.
Lo más dañino es el humo
No hay un solo fumador adulto que no sepa lo malo que es fumar, pero si les preguntamos, qué es lo más dañino, probablemente muchos no lo saben. En esto, la ciencia coincide: el principal problema al fumar es el propio humo. Cuando se enciende un cigarrillo, éste alcanza temperaturas muy elevadas y el humo que se genera al quemar el tabaco contiene un gran número de sustancias químicas, de las cuales un centenar están identificadas como dañinas o potencialmente dañinas.
Por tanto, eliminar la combustión a través del uso de alternativas libres de humo -basadas en evidencias científicas- es una opción a tener en cuenta para aquellos adultos que de otra forma continuarían fumando. Estos son productos que, aunque son adictivos y no están exentos de riesgo, tienen el potencial de reducir significativamente la media de los niveles de las sustancias químicas dañinas comparado con los cigarrillos, y por tanto pueden jugar un rol relevante en términos de salud pública.
La nicotina provoca la adicción
Sin estar exenta de riesgos, la nicotina, que se encuentra de manera natural en las hojas de tabaco, no es el principal problema. Se trata de una sustancia adictiva, de hecho, la nicotina es una de las razones por las que la gente fuma. Pero es el humo y las sustancias que se liberan en él, la principal causa de la aparición de enfermedades relacionadas con el hábito de fumar.
Algunas personas no deben usar productos que contengan nicotina, incluidas las que padecen o corren el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, diabéticas, epilépticas. Los productos con nicotina tampoco deben usarse durante el embarazo y la lactancia y los menores nunca deben consumir ni tener acceso al tabaco o a productos que con nicotina.
Información basada en ciencia sobre las alternativas
Una encuesta encargada por la compañía Philip Morris a principios de este año, realizada por la empresa de investigación independiente Povaddo en 20 países, entre los que se encuentra España, revela que cerca de ocho de cada diez fumadores en nuestro país serían más propensos a considerar cambiar a productos alternativos si tuvieran claridad sobre cómo se diferencian de los cigarrillos tradicionales y sobre la ciencia que los respalda. El 77% de los encuestados españoles admite que los fumadores deberían tener acceso e información precisa sobre las alternativas sin humo que acrediten científicamente ser una mejor opción en comparación con seguir fumando cigarrillos tradicionales.
Entender el porqué de calentar en vez de quemar tabaco o el papel que juega la nicotina son consideraciones importantes para muchos fumadores que, de otra manera, continuarían fumando. Conocer las evidencias científicas puede ayudarles a tomar decisiones informadas. Al final del día, todos merecemos tener información veraz en cualquier ámbito de nuestra vida.
Luis M. García
(*) Informe mundial de la OMS sobre las tendencias en la prevalencia de consumo de tabaco en 2000-2025.
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