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'The Minister': ¿Se pueden ganar unas elecciones llamando idiota al votante?

AMC estrena este lunes, a las 22:10 horas, esta serie islandesa con un político fuera de la noma como protagonista. 

The Minister.
The Minister. AMC

Votar es un derecho y, a la vez, un deber como ciudadano. Es la forma de cambiar lo que no gusta votando en consecuencia. "No seas idiota". Con ese planteamiento como lema de campaña, el político protagonista de The Minister, Benedikt Ríkhardsson, espolea a la población para que acuda a las urnas y conseguir alcanzar el 90% de participación en las elecciones generales de Islandia que se ha marcado como objetivo. Como estrategia es, como mínimo, singular y materia prima excepcional para análisis sesudos de politólogos y expertos en la materia.

Pero se trata de una serie, dirigida por Nanna Krisín Magnúsdóttir y Arnór Pálmi Arnarson, y este es solo uno de los muchos detalles y prácticas poco ortodoxas que The Minister plantea a una audiencia que no sabrá muy bien a qué a tenerse. Al menos en los dos primeros episodios vistos antes de su estreno. Ríkhardsson, al que da vida Ólafur Darri Ólafsson, se presenta como un personaje de apariencia amable, ideas locas y, quizá, un lado oculto que, se intuye, podría tener algo con un episodio en un hospital de su pasado que amenaza con a salir a la luz.

¿Qué clase de político de ficción no tiene, como suele decirse, un cadáver en el armario? En este caso se trata de un suceso de juventud en poder de su familia política, con la que no tiene una relación ni demasiado fluida ni demasiado buena. Su suegro podría destruirle si lo quisiese. Es algo que se apunta de cara al futuro hacia el final del segundo capítulo, en el que las bases de lo que es The Minister están ya más que asentadas: una serie sobre política accesible con un punto de partida atrayente y un protagonista muy potente.

Lo que atrapa de esta producción islandesa, además de lo 'exótico' de su procedencia y del aval de las nominaciones y premios recibidos en su país y fuera de él, es el acercamiento que hace al mundo de la política. Es un drama, sí, pero no deja de haber cierta comedia e ironía en el retrato de algunos personajes o situaciones que se plantean. Todos son fácilmente reconocibles. Por un lado, están quienes prefieren no cambiar nada porque así les va bien. Por otro, los que consideran que el cambio urge y hacen un llamamiento a la ciudadanía para lograrlo. 

Ríkhardsson pertenece al segundo grupo. De hecho, es su cabeza más visible. El líder del Partido por la Independencia es quien, en un debate electoral televisivo mucho menos bronco que a los que acostumbran los políticos españoles, anuncia su alianza con los socialdemócratas por sorpresa. Y a esa curiosa unión suma un ingrediente con el que nadie contaba. Se compromete, ante millones de espectadores y ante el resto de aspirantes al Gobierno, a que solo formará parte del mismo si la participación asciende al 90%. 

Su anuncio divide a la clase política y a los ciudadanos. Se convierte a la vez en aire fresco y en un populista peligroso. Todo depende del cristal con el que se le mire. Porque ese tipo de apariencia afable se aferra a sus promesas y a la idea de que el mejor programa político es el que deciden los ciudadanos de a pie. Hasta el punto de lanzar una campaña en Twitter para recoger sugerencias. Las que más apoyo recaben, se incluirán.

Así hace Ríkhardsson política: a golpe de tuit y de arrebatos. Los ciudadanos, al menos en el arranque de la serie, reman a favor, pero ¿seguirán a su lado pasado un tiempo y superada la novedad? La primera temporada cuenta con ocho capítulos y hay quien, en alguna crítica internacional, ha comparado The Minister con El ala oeste de la Casa Blanca y a su protagonista con el presidente Bartlet. Y sí, ambos son políticos y tratan de política, pero poco más. Al menos, en sus comienzos. 

El planteamiento de esta serie islandesa es otro, dentro de un contexto social y político distinto. Más allá de las ideas frescas, ocurrencias o genialidades (que cada uno las defina como elija), lo que aborda The Minister es la carrera hacia el poder de alguien con mucho carisma, capacidad para conectar con los votantes hastiados y que, a la vez, como avanza la publicidad de AMC, está "fuera de control". Una situación peligrosa cuando de gobernar un país se trata

Arropando a Ríkhardsson se encuentran su esposa Steinunn (Anita Briem), su ayudante Hrefna (Puridur Blaer Johannsdottir), el opositor Finnbogi (Baldur T. Hreinsson) y su gran rival dentro del partido, Grimur (Thor Kristjansson). La primera pertenece a una saga política de relumbrón en Islandia y es dueña de un periódico. La segunda atraviesa un momento complicado con su marido, que no es otro que Grimur. Y a Finnbogi le sacan de quicio tanto el apoyo que recibe su enemigo político como el hecho de que le esté restando popularidad. 

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