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Estimulación eléctrica para mejorar la memoria a corto plazo en personas mayores

La pérdida de sincronía en las ondas cerebrales está detrás de un rasgo clave del deterioro cognitivo asociado a la edad

Gorro con electrodos utilizado para la estimulación eléctrica cerebral./WYSS CENTER

malen ruiz

Uno de los síntomas de envejecimiento es el deterioro de la memoria de trabajo, que se refiere al funcionamiento de la memoria a corto plazo, la que, cuando falla en algún momento, nos hace decir o pensar esa frase de “se me ha ido el santo al cielo”. Normalmente, mientras necesitamos la información, que suele ser unos segundos (como apuntar un número de teléfono), sincronizamos el disparo de unas determinadas neuronas para mantenerla, pero con la edad esa sincronía empieza a fallar y con ella la memoria a corto plazo, señalan unos expertos.

Para comprobar esta hipótesis y ver qué pasaría si se sincronizara bien la actividad cerebral ligada a la memoria de trabajo en personas mayores estos científicos se pusieron a experimentar, utilizando técnicas de análisis y estimulación cerebral no invasivas en voluntarios, tanto jóvenes (de entre 20 y 29 años) como mayores (de entre 60 y 76 años).

El análisis con electroencefalografía mostró que en los jóvenes se daba una mayor interacción y sincronización en los ritmos cerebrales que en los mayores y que estos últimos hacían unas tareas determinadas más despacio y con menos corrección que los jóvenes. También se comprobó que la mera estimulación eléctrica individual para modular las interacciones de las ondas cerebrales produjo una mejora notable en tareas asociadas a la memoria de trabajo en los mayores que participaron en el experimento.

Esto es lo que comunican los autores del experimento, Robert Reinhart y John Nguyen de la Universidad de Boston, en la revista Nature Neuroscience, que aseguran que un rasgo clave del deterioro cognitivo, el déficit en la memoria de trabajo, surge de la falta de sincronía en unas ondas cerebrales determinadas en las cortezas prefrontal y temporal izquierdas del cerebro.

“Las células que se disparan al alimón se conectan al alimón”, dice Reinhart quien añade que a los 12 minutos de estimulación individualizada para cada sujeto, con débiles impulsos eléctricos a través del cráneo, se observó un aumento de los patrones de sincronización neuronales y una mejora del flujo de información entre estas regiones. El resultado fue una mejora significativa en el funcionamiento de la memoria de trabajo en los mayores, que alcanzaron de media la misma capacidad que los jóvenes. Además, se vio el efecto contrario, ya que al provocar la falta de sincronía en los jóvenes con la estimulación, se comprobó un deterioro de su capacidad de memoria a corto plazo.

Una de las pruebas consistió en mirar una serie de imágenes: la de un objeto cotidiano durante 200 milisegundos seguido de una pantalla en blanco durante 3 milisegundos y luego una del mismo objeto, idéntico o modificado. El sujeto tenía que señalar si las dos imágenes eran iguales o diferentes. También hubo un grupo de control al que se estimulaba con impulsos que no producían sincronización y en el que no se observó mejora. El número de aciertos mejoró en mayor medida y de forma más consistente en los sujetos que la velocidad a la que llevaban a cabo la tarea, y la mejoría duró más de 50 minutos.

Los voluntarios que participaron en el experimento eran personas sanas sin síntomas de deterioro cognitivo y los expertos consultados creen que queda mucho trabajo por hacer para comprender cómo funciona la estimulación y si serviría para tratar enfermedades neurodegenerativas. También desaconsejan utilizar los muchos aparatos de estimulación cerebral, eléctrica o magnética, que se están comercializando sin soporte científico para casi cualquier cosa, como mejorar el ánimo.

Vladimir Litvak, del Centro Wellcome de Neuroimagen Humana, señala que los experimentos en el área de la estimulación eléctrica cerebral no invasiva son siempre difíciles de reproducir y que, al ser los adultos mayores personas sanas, no queda probado que el mismo método sirva para pacientes con demencia, en los que se dé atrofia cerebral.

Dorothy Bishop, de la Universidad de Oxford, cree que este experimento está lejos de tener alguna aplicación clínica cercana, aunque la idea de la investigación sea interesante, mientras que la canadiense Cheryl Grady comenta: “Es una demostración muy buena y clara de las conexiones funcionales sobre las que se basa la memoria y cómo las alteraciones pueden deteriorarla en personas mayores”.

El caso es que, si otros laboratorios pueden reproducir el experimento, sería la primera vez que se ha demostrado que la estimulación transcraneal es capaz de mejorar la memoria de trabajo en personas mayores. Litvak, sin embargo, recuerda que hay quien todavía pone en duda que este tipo de estimulación produzca efecto alguno, porque la mayor parte de la electricidad es desviada por la piel del cráneo.

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