Público
Público

Universo Una joven estrella de neutrones se esconde donde explotó una supernova hace 33 años

El gas y el polvo causados por la explosión estelar dificultan confirmar la hipótesis en el único laboratorio posible, el Universo. 

La supernova 1987A en la actualidad y detalle de la mancha caliente observada./ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)
La supernova 1987A en la actualidad y detalle de la mancha caliente observada./ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)

MALEN RUIZ DE ELVIRA

Como una crisálida en su capullo creen los astrofísicos haber detectado por fin una estrella de neutrones en los restos de la explosión de una estrella supernova. Hace 33 años de la explosión estelar, todo un acontecimiento por ser la más cercana observada en siglos, y la hipótesis de que iba a ser reemplazada por una estrella de neutrones no se había podido confirmar, sobre todo por la cantidad de polvo y gas que envuelve desde el principio los restos de la explosión.

Ahora, dos equipos de astrónomos coinciden en que lo más probable es que este tipo casi inimaginable de estrella se esconda en el centro de la espesa nube de polvo. La supernova 1987A fue muy brillante y la primera que se pudo observar con los telescopios modernos. El mismo día de la observación, el 23 de febrero de ese año, se detectó la llegada a la Tierra de neutrinos, partículas elementales que supuestamente procedían de este violento fenómeno.

Según la teoría, eso significaba que en el centro de la estrella colapsada se formó una estrella de neutrones, un cuerpo celeste tan denso y caliente de solo 25 kilómetros de diámetro, pero que en un volumen equivalente a una cucharilla contiene tanta materia como todos los edificios de la ciudad de Nueva York, explica el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO) de Estados Unidos.

Por otra parte, el remanente de 1987A sería la estrella de neutrones más joven conocida. La siguiente más joven es la Cassiopeia A, que es 10 veces más antigua, con 330 años.

Las observaciones que han llevado al optimismo sobre la resolución del misterio de la 1987A se han hecho con el radiotelescopio ALMA, un observatorio internacional impulsado por Europa y único, situado en Chile. Se publican en la revista The Astrophysical Journal y constan de una observación directa con imágenes de muy alta resolución y un estudio teórico sobre lo encontrado. La observación ha sido posible por las continuas mejoras en las instalaciones y en el proceso de datos, explican desde el Observatorio Europeo Austral (ESO), impulsor y gestor de ALMA.

Aunque se ha observado esta supernova con muchísimos telescopios anteriormente, hasta ahora no se había podido encontrar algún indicio de la estrella de neutrones. La detección de una mancha muy caliente y más brillante que su entorno, en una posición que se ajusta a la teoría, es lo que comunican los astrónomos de varios países. "Nos sorprendió mucho esta mancha caliente causada por una espesa nube de polvo en el remanente de la supernova", indica Mikako Matsuura, de la Universidad de Cardiff y miembro del equipo que la observó con ALMA. "Tiene que haber algo en la nube que ha calentado el polvo y lo hace brillar".

Sin embargo, brilla tanto que algunos pensaron que no podría corresponder a una estrella de neutrones. Ahí entraron los teóricos, que demostraron que puede ser muy brillante porque es muy joven. El director del estudio teórico, Danny Page, está en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y lleva toda su vida profesional siguiendo a la supernova 1987A, que explotó cuando él todavía era estudiante. "A pesar de la enorme complejidad de una explosión tipo supernova y de las condiciones extremas que reinan en el interior de una estrella de neutrones, la detección de la mancha caliente confirma varias predicciones", asegura. Se refiere a la situación en el espacio y a la temperatura de la supuesta estrella de neutrones.

No hay que olvidar que todo empezó por unos neutrinos. Antes de 1987, James Lattimer, miembro del equipo de Page ahora, predijo que se detectarían cuando hubiese una explosión de supernova que diera lugar a una estrella de neutrones, y no a un agujero negro, que era otra opción. "Esos neutrinos sugerían que nunca se formó un agujero negro, que por otra parte no se ajusta al brillo observado ahora en la mancha”, dice ahora Lattimer.

La 1987A explotó en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia cercana a la Vía Láctea. En nuestra galaxia no se ha observado ninguna supernova desde la de Kepler, genio de la astronomía, en 1604. Entonces, durante cierto tiempo, se vió como la estrella más brillante en el cielo.

La impaciencia de los astrofísicos por corroborar una hipótesis en el único laboratorio de que disponen, el propio Universo, se ve matizada por el hecho de que la prueba indudable de que ahí está la estrella de neutrones sería una imagen directa, que por ahora es imposible mientras no se dispersen más el polvo y el gas que son los otros restos de la violenta explosión. 33 años, al fin y al cabo, no son nada en términos astronómicos.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?