Opinión · Merienda de medios
Albañiles 2.0
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Se ha empeñado Zapatero en cambiarnos el modelo productivo y es un propósito loable que merecería una aclaración previa. ¿Por qué en España se ha adorado al dios del ladrillo y se ha hecho de la especulación la religión oficial? Pues porque lo quiso una clase política que vivía del 3% de las obras. Añádase al cóctel la penuria de los ayuntamientos, remuévase todo con unas rodajas de corrupción local y sírvase en cuatro alturas más ático. ¿Por qué alguien iba a invertir en informática si podía hacerse rico con unas plazas de garaje?
Ahora el Gobierno planea cambiar el pañuelo de cuatro nudos por la bata blanca, aunque se ignora cómo reconvertirá a los fontaneros en peritos fotovoltaicos. “Se acabaron los ladrillos, esa antigualla aznarista; todo el mundo a plantar molinos de viento, que para eso somos la nación del Quijote”, escribía Ignacio Camacho en ABC. Es comprensible la ironía y hasta el escepticismo: “Un modelo económico no se cambia por decreto ni de un día para otro”, sentenciaba Julia Navarro en Diario de León.
Claro que algún día habrá que empezar, y para ello será imprescindible el papel del Estado por mucho que Hermenegildo Altozano, un abogado con nombre de rey godo, se empeñara en la radio de Don Pelayo, Intereconomía, en que mirásemos a la extinta Unión Soviética “para ver cuál ha sido el resultado del cambio planificado de la política económica”. Lo decía en Onda Cero Jordi Sevilla, que desde que no da clases a Zapatero tiene las tardes libres: “Mercado contra Estado no funciona”.
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Zapatero quiere poner la primera piedra con empresarios y sindicatos y esto le ha sabido mal a Román Cendoya, que empezó fabricando puros y ahora va de Julio Camba. “A Zapatero no hay que presentarle una moción de censura. A Zapatero habría que inhabilitarle. No puede ser que después del debate del estado de la nación, de lo que dijo y ya no es, de lo que insinuó y nunca más se supo, que como boutade del fin de semana se le ocurra firmar un nuevo modelo económico para España”, vomitaba en El Imparcial.
Los costes
Igual que dicen amor cuando quieren decir sexo, algunos creen que otro modelo no es posible sin recortar las pensiones y sin despido libre. “¿O acaso un cambio de modelo sale gratis desde el punto de vista del coste social que conlleva?”, se preguntaba Márius Carol en La Vanguardia. Es lógico que suba la morosidad, porque aquí siempre pagan los mismos.
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