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Opinión · El tablero global

Occidente recobra la memoria de sus principios democráticos

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Ahora, Obama utiliza su teléfono rojo con El Cairo para cantarle las cuarenta a Mubarak y advertirle de que no puede volver a barajar las cartas y seguir jugando la misma baza dictatorial.

Hasta la cuasi-invisible baronesa Ashton se aparece ante el rais, expresando la súbita indignación de Europa ante una represión que estuvo tolerando durante décadas.

El presidente de EEUU que hoy proclama que “el pueblo de Egipto tiene derechos que son universales” ocupa la misma Casa Blanca que hace pocos años entregaba reos al régimen del “fiel aliado” Mubarak para que fueran torturados en las cárceles egipcias, puesto que sabía que allí estaban versados en esas prácticas… de tanto ensayarlas con sus propios ciudadanos.

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Igual que la diplomacia europea despierta de pronto de su letargo para descubrir la falta de libertades en el Túnez del régimen de Ben Alí que tanto elogió y apoyó.

En los últimos veinte años, desde la victoria electoral del Frente Islámico de Salvación en Argelia, Occidente se ha dedicado a mimar a los regímenes militares (como el argelino, que desencadenó una guerra civil con 160.000 muertos) y a las tiranías monárquicas, esgrimiendo la amenaza del islamismo para sustentar dictaduras árabes dedicadas a oprimir y esquilmar a su propia gente.

Sólo ahora, cuando las revueltas populares contra la injusticia y la pobreza destronan a esos déspotas, Occidente recobra la memoria de sus olvidados principios democráticos.

Quizá porque esta vez no son los barbudos quienes toman las calles, sino jóvenes advertidos de su desdicha por el auge de las nuevas tecnologías. ¿Deben confiar en sus repentinos valedores?

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