Opinión · Trabajar cansa
Cuánto secreto para ser una chapuza
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“En mi orgullo me duele que piensen que yo podía hacer esa chapuza, porque tengo cabeza para haber organizado las cosas mejor.” -Alfonso Armada, ex general condenado por el 23-F-
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Bueno, pues ya pasó. Atrás queda el ‘revival’ del 23-F, que nos ha tenido una semana oyendo a los mismos protagonistas contar lo mismo que llevan treinta años contando y ni una palabra más. Después de tres décadas sabemos más o menos lo mismo que entonces, y seguimos con las mismas incógnitas. Hemos perdido la cuenta de los libros publicados sobre el 23-F que incluían en su título la promesa de “toda la verdad”, pero sigue habiendo sombras.
En el próximo aniversario redondo tendremos más suerte: cuando se cumplan cincuenta años, en 2031, vencerá el plazo que mantiene secreto e inaccesible el sumario judicial sobre el golpe, donde están todos los informes de los servicios secretos y las declaraciones de los implicados. Entonces nos enteraremos, salvo que modifiquen la ley para que en vez de cincuenta años sean cien, que tampoco hay prisa, y si hemos esperado medio siglo por qué no vamos a esperar otro medio.
Fíjense que han tenido que pasar treinta años para que saquen de la caja fuerte las actas de aquel día, con la transcripción de todo lo que se dijo y se hizo dentro del Congreso. Actas que, una vez leídas, no aportan nada que no hubieran contado ya los allí presentes, y sin embargo estaban celosamente guardadas bajo llave. Más habrá que esperar para conocer todas las llamadas telefónicas que registró la centralita del Congreso aquella larga noche, y que según dicen superan las cien horas. Llamadas en las que imagino hicieron algo más que pedir la cena.
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Pues nada, a seguir esperando, que todavía no tenemos edad para saber las cosas de los mayores, somos una democracia infantil a la que hay que guardarle los secretos para que conserve la inocencia.
Del ‘revival’ de ayer guardo dos detalles: la insistencia de varios protagonistas en que el golpe fue una “chapuza”, que enlaza con la versión cómica del 23-F que comenté ayer. Y la foto de los golpistas que publicó El Mundo: un retrato de grupo que se hicieron durante el juicio, treinta militares uniformados y condecorados, colocados en plan equipo de fútbol. Y la mayoría sonriente. ¿De qué se reían? Sí, de nosotros.
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