Opinión · Posos de anarquía
El miedo a los Derechos Humanos
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El Consejo de Derechos Humanos (DDHH) de las Naciones Unidas aprobó ayer la apertura de una investigación para averiguar si el régimen de Al Asad está cometiendo crímenes contra la humanidad, como de hecho vienen denunciando numerosas organizaciones desde hace tiempo. El régimen de Damasco protestó, indicando que la ONU podrá investigar lo que quiera sólo cuando se hayan realizado las reformas debidas o, dicho de otro modo, cuando se hayan borrado las pruebas de los crímenes que presuntamente ya se están cometiendo.
La decisión del Consejo contó con la oposición de Rusia, China, Cuba y Ecuador y las abstenciones de Bangladesh, Camerún, Yibuti, India, Malasia, Mauritania, Filipinas y Uganda. ¿Y Venezuela, se preguntaran algunos? Pues vistos los votos en contra, todo indica que de haber pertenecido al Consejo de DDHH también habría optado por el NO. Pero no pertenece. ¿El motivo del NO? Sólo ellos lo saben, porque una cosa es estar en contra de la injerencia militar extranjera y otra no ser transparente. La investigación de la ONU no implica nada más que ofrecer al mundo una radiografía de lo que realmente sucede en Siria y si Al Asad no tiene nada que ocultar, ¿por qué negarse? Siendo prácticos, incluso si lo tiene, ¿qué más le da quedar en evidencia ante la ONU? Israel es, de lejos, el país que más veces ha estado en el punto de mira del Consejo de DDHH, habiendo sido condenado más de una docena de veces y, a la luz de los hechos, no ha servido de gran cosa, la verdad. Sigue haciendo gala de su poderío político y económico y son muchos quienes le rinden pleitesía.
Por otro lado, la postura de Chávez respecto a la guerra de Libia cada día se radicaliza más. De nuevo, una cosa es estar en contra de la intervención de la OTAN y sus bombardeos y otra muy distinta defender a capa y espada a Gadafi, su amigo. Entre ambos extremos hay una escala de grises que el mandatario venezolano parece obviar, avalando incondicionalmente el régimen del dictador más antiguo de África. Por eso mismo, las posibilidades de que Venezuela hubiera votado a favor de la investigación en Siria parece remota.
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El país bolivariano -que acaba de recibir una llamada de atención por parte del prestigioso International Crisis Group, que destaca cómo cada media hora es asesinada una persona en Venezuela-, tiene en su historial de DDHH más de un borrón. Venezuela no ha firmado ni ha ratificado, por ejemplo, la Convención de Derechos de Personas con Discapacidad o el Protocolo para el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. ¿Significa esto que el régimen chavista no ha introducido mejoras en el país? En absoluto, claro que lo ha hecho, más aún considerando que heredaba un país en condiciones penosas, pero la continua erosión de su sistema de justicia y de las fuerzas de seguridad, así como la creciente corrupción, no han favorecido a la imagen del Gobierno.
Y su apoyo incondicional a Gadafi tampoco mejora su imagen. ¿Pero para quién no la mejora? ¿Para Occidente? Desde luego, ese ente del que tanto reniega Chávez, pero también para 'sus socios naturales' (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que si bien no han visto con buenos ojos la intervención de la OTAN, tampoco han lanzando un apoyo sin paliativos a Gadafi, como Chávez.
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