Opinión · Posos de anarquía
La calaña de Netanyahu
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Israel ha vuelto ha recurrir a los bombardeos indiscriminados en la franja de Gaza. Toda una noche de cazas sobrevolando, lanzando sus proyectiles contra civiles cuyos cadáveres yacen aún bajo los escombros a estas horas. Y es que si algo ha demostrado Netanyahu en los últimos tiempos es que no le tiembla el dedo cuando se trata de segar vidas humanas, las vidas de los palestinos. Si estuviera en su mano, no dudaría en exterminar por completo al pueblo que tantos quebraderos de cabeza le está dando. Pero no lo está. Y cada vez, menos.
El próximo mes de septiembre la Autoridad Nacional Palestina acudirá a la ONU para solicitar el reconocimiento de su Estado. En los últimos meses ha ganado más y más apoyos, a pesar del malestar de Israel que, en el caso de España por ejemplo, ha llegado a llamar a consultas al embajador. Aunque es verdad que su poderío económico y el peso que tienen sus lobbies en países clave como EEUU le aseguran a Israel un papel protagonista en las relaciones internacionales, también es cierto que hoy por hoy se siente un poco más solo. El nuevo régimen de Egipto, aún consolidándose, ya le ha dado algún toque de atención; Obama -a pesar de su Congreso- da crédito al Estado Palestino; prácticamente se han roto las relaciones con Qatar, acusada de aliarse a Hamas; y ahora en septiembre, veremos el resultado en la ONU con apoyos para Palestina de, incluso, China. Hasta en el interior del país se inundan sus plazas de indignados.
Ese sentimiento de soledad -que no quiere acrecentar- es lo único que evita que Netanyahu ejecute una auténtica carnicería en Gaza. Prefiere hacerlo con cuentagotas, como esas empresas que en lugar de hacer un ERE despiden poco a poco... para que nadie se entere. Y lo consigue, nos llega que mata a niños, a civiles que sólo han conocido la vida bajo el bloqueo que les condena, pero no nos llega que los mata con armas nuevas, que provocan que los cuerpos que llegan a las Urgencias de Gaza estén prácticamente irreconocibles. Nos llega que fuerzas propalestinas cometen atentados en Jerusalén, pero no que las cárceles de Israel le han cortado la infancia a menores palestinos por acciones contrarias al Estado judío -como tirar piedras- o, tan solo, por ser sospechosos de ellas. Como tampoco nos llegan las deportaciones masivas que está haciendo Netanyahu para tener una Jerusalén limpia de palestinos.
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No nos llega nada de eso. Y con todo, sabemos de qué calaña hablamos cuando nos referimos a Netanyahu que ha tensado tanto la cuerda de sus lobbies que en cualquier momento, quizás en septiembre, puede romperse.
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