Opinión · Con negritas
La difícil cohabitación de Fernández Ordóñez
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La arrolladora victoria del PP en las elecciones generales –fruto de los errores ajenos, más que de los aciertos propios– permite a MARIANO RAJOY afrontar su primera legislatura como presidente del Gobierno con una holgadísima mayoría parlamentaria. Sin embargo, el amplio poder recibido el domingo de las urnas no le alcanza para conseguir, de momento, el control del Banco de España, una institución clave para la lucha contra la debacle económica, que se desencadenó –no lo olvidemos– por culpa de las prácticas temerarias del sector financiero.
Su gobernador, MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ, tiene mandato en vigor hasta julio y no hay forma legal de acortar ese plazo salvo que él mismo dimita, cosa que no parece dispuesto a hacer, según quienes mejor le conocen. Quedan por delante, pues, siete meses de obligada cohabitación entre un Gobierno del PP muy crecido por los resultados del 20-N y un responsable del Banco de España que fue nombrado por los socialistas y cuyo trabajo ha sido objeto de todo tipo de críticas.
Ciertamente, no es la primera vez que se da una situación similar: el anterior gobernador, JAIME CARUANA, permaneció en el cargo hasta julio de 2006; es decir, dos años largos después de la llegada de JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO al palacio de la Moncloa. Pero hay una diferencia importante: Fernández Ordóñez accedió al Banco de España contra la voluntad expresa del PP, que denunció entonces la ruptura por el PSOE de la tradición de que el gobernador y el subgobernador surgiesen de un pacto entre los dos grandes partidos.
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Esa especie de pecado original explica, al menos en parte, la virulencia con que la derecha le ha tratado en público desde su nombramiento, si bien es cierto que no sólo desde ahí le han llovido a Fernández Ordóñez los reproches. La izquierda minoritaria y los sindicatos han arremetido –con insistencia también–contra algunas de las reformas propuestas en los últimos tiempos por el Banco de España, que desprenden un inequívoco tufo neoliberal, sobre todo las que se refieren a la flexibilización del mercado de trabajo.
Incluso la AEB –a través de su presidente, MIGUEL MARTÍN– se ha atrevido a poner en duda que Fernández Ordóñez merezca ya la confianza de los mercados, habida cuenta de su incapacidad para prevenir los problemas del sector, que ayer forzaron la intervención del Banco de Valencia. La desafección de la banca ha sido el último golpe a un gobernador que llega noqueado a la nueva etapa política que se ha abierto en España y, por tanto, en las peores condiciones para hacerse valer frente al nuevo Gobierno si fuera necesario.
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