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Opinión · Palabra de artivista

Yo voté a IU por Llamazares

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A pesar de lo que muchos crean (o quieran hacer creer) yo no voté al PSOE estas elecciones generales, voté a IU. Como lo he hecho siempre.

Y si he vuelto a votar a IU no sólo ha sido porque su programa sea el más afín a mis ideales (que lo es, y mucho) sino por Gaspar Llamazares, porque me parece que es el futuro. Como me lo parecían Cristina Almeida o Inés Sabanés o Reyes Montiel... o tantas mujeres que han intentado abrir la izquierda al futuro y han sido denostadas una y otra vez por la rígida maquinaria del PCE que se aferra a la poltrona de IU con una inflexibilidad inusitada. Creo que el PCE cumplió históricamente una misión esencial, importantísima, pero también cometió injusticias y errores  igualmente importantes (su maltrato a homosexuales o mujeres, aunque generosamente corregido, no se debe olvidar y todavía subyace en algunas capas), pero sobre todo hay que darse cuenta de que los tiempos de esa rigidez política se pasaron y aquel PCE algo básico ya no pertenece a esta nueva sociedad mucho más compleja, tramposa y múltiple. Con el enrevesado tablero político actual (especialmente peligroso es el secuestro de la retórica de izquierdas por la derecha supermediática), esos discursos tan blindados no son una buena estrategia. Suelen quedar presos de su unicidad. Y ni hablemos de sus expresiones más extremas. Como bien explicaba este comentarista: “el extremo totalitario comunista le lleva al cainismo, y un nuevo líder debe siempre purgar, y están además los celos por las capacidades personales de cada uno, y un partido comunista en democracia no puede mandar afortunadamente a nadie a la Lubianka”. Y es que el cainismo ha sido el gran mal que la masa comunista ha impuesto “por el bien común” (que muchas veces no tenía nada de “común” y mucho de “personal”). Ampararse en lo que dice la masa informe ha llevado a eso: a purgas por celos o traiciones amparadas en una supuesta mayoría que ha quitado de en medio a rivales más capacitados que no había otra forma de eliminar.

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Y conste que creo que si en algún momento ha estado vigente la lucha de clases es en este. No es que crea (como algunos obtusos del 15M u otros jóvenes dicen) que ya no existan izquierdas y derechas. Muy al contrario, creo que los conceptos de izquierdas y derechas son muy relevantes para salvar la engañosa  “universalidad” política que la plutocracia (ahora llamados “mercados”) nos quiere hacer creer para que no se presente batalla u oposición a su dictadura disfrazada de amable democracia. La mayoría de los conceptos marxistas siguen siendo tan relevantes como antes, si no más. Pero las formas tienen que cambiar. Es como mantener la candidez, algo ramplona, de la novela romántica del XVIII en una sociedad mucho más cínica, compleja y adulta. Puede sonar hasta ridículo.

Por eso, cuando pocos meses antes de las elecciones escuché rumores sobre la posibilidad de que Gaspar Llamazares crease su propio partido, en unión a otras fuerzas de izquierdas, durante unos segundos pensé que estábamos salvados. Finalmente no fue así. Me gustaría pensar que porque Gaspar, tan comprometido siempre con la unión  de la izquierda, prefirió no atomizar todavía más el voto de izquierdas y sacrificar su innegable carisma y popularidad en aras de un proyecto lo más unificado posible.

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Y ahora muchas voces malintencionadas quieren convertir su generosidad en desesperación. En un aferrarse al poder a cualquier precio. Cuando es obvio que su nombre es un bien reconocible que muchos partidos se disputarían en estos momentos de crisis (la verdadera crisis, la de política, activismo y participación).

Yo no entendía en un principio cual era el problema de la portavocía. Pero ahora me doy cuenta de que el tema del portavoz significa que el PCE piensa seguir siendo centralista en IU, después de tanto hablar de pluralismo. Así lo han explicado los ofendidos integrantes del grupo ICV que ha pedido a IU que “no tire por la borda años de construcción de izquierda alternativa”.

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Por eso me parece increíblemente ruin la actitud de algunos militantes que quieren convertir a Gaspar en la enfermedad cuando sólo es un síntoma. Si IU, o más concretamente el PCE, amordaza cualquier petición de pluralidad dentro del partido, ¿en qué se diferencia del tan criticado PSOE o del bipartidismo que niega la pluralidad?

Porque esa es la llave de la izquierda: la pluralidad en armonía. Sólo cuando la izquierda resuelva la convivencia armoniosa de su pluralidad en lugar de la represión de las voces dispares, conseguirá triunfar en esta nueva sociedad promovida por y hacia la plutocracia.

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Y eso representa Gaspar Llamazares, la pluralidad dentro de la armonía.

Porque, como subrayan en artículos como este, “Gaspar ha sido un azote frente a los recortes del PSOE y la voz de la izquierda en el Congreso. Un montón de gente progresista se va a quedar huérfana y nosotros vamos a desaprovechar a una persona de enorme prestigio”.

Y no olvidemos su compromiso con los homosexuales (una espinita del PCE, repito) que le llevó a salir en la portada de la revista ZERO sin complejos, con generosidad y orgullo, rodeado de chulazos en un guiño decidido hacia una comunidad despreciada o ridiculizada por la mayoría que muchos agradeceremos siempre.

Por eso y porque creo que la voz de verdadera izquierda que es IU es ahora más importante que nunca, pido a Cayo Lara que recapacite y se abra a las 12 grupos que le han llevado a la victoria (y especialmente a ese generoso trabajador que ha sido Gaspar Llamazares, sin cuya labor en solitario en los años malos no se habría podido conseguir mucho de lo conseguido). Un acto de generosidad del PCE a las puertas de su 90 aniversario --que se celebrará este domingo en el Matadero de Madrid (un acto al que me siento honrado de haber sido invitado y asistiré con orgullo)-- que sería un nuevo paso hacia esa justicia social por la que el PCE tanto ha luchado.

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