Opinión · Balagán
A lo grande
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En el último consejo de ministros el gobierno de Binyamín Netanyahu ha aprobado la construcción de dos nuevas "comunidades" en el desierto del Neguev, una para judíos ortodoxos y otra para judíos ultraortodoxos.
La primera "comunidad" del Neguev se denominará Hiran y se ubicará en Um al Hawran, una localidad palestina que nunca fue reconocida por el estado judío, y donde hasta ahora han residido cientos de beduinos sin que el estado les proporcionara servicios de agua y electricidad, así como otras mínimas infraestructuras.
Se da la circunstancia de que Um al Hawran se estableció en 1956 con la población beduina que hasta entonces había residido en unos territorios cercanos y que fue desplazada para crear el kibutz Shoval. Es decir, esta es la segunda vez que Israel desplaza a estos beduinos de su lugar de residencia.
Los planes del estado prevén construir en Hiran 2.500 viviendas para judíos ortodoxos-nacionalistas, mientras que la segunda localidad, Kasif, que se levantará en la actual localidad beduina de Kasifa, tendrá 12.000 viviendas para judíos ultraortodoxos, y dará cobijo a más de 70.000 personas.
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El llamado plan Prawer prevé la destrucción de 35 de localidades beduinas en el desierto del Neguev en un futuro próximo. Esto implica que el estado se hará con el control de 800.000 dunams (un dunam son mil metros cuadrados) y desplazará de sus hogares a unos 75.000 beduinos. Las organizaciones de derechos humanos sostienen que toda esa vasta superficie de terreno se destinará directa o indirectamente a la población judía.
Paralelamente, la organización israelí Paz Ahora informó ayer que el ministerio de la Vivienda ha sacado a licitación la construcción de 24.000 viviendas más en los territorios ocupados, incluida el área de Jerusalén. Estas viviendas se debían sumar a las 5.000 que Israel aprobó hace solo unos días.
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No obstante, la presión internacional ha obligado esta pasada noche al primer ministro Netanyahu a dar marcha atrás y suspender este proyecto que iba a dar viviendas a más de cien mil colonos en los territorios ocupados.
Toda esta política de expolio y repoblación paralela a las "negociaciones de paz", en este caso con los beduinos, es posible porque la comunidad occidental, es decir Estados Unidos y Europa, permiten que Israel haga lo que quiera al margen de la ley internacional.
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