Opinión · Punto y seguido
Obama y su realismo aristotélico
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“Conócete a ti mismo, Nada en exceso, y Sé prudente” son tres de los mandamientos de la sabiduría griega, que el discípulo Barak Husein Obama intenta aplicar en la gestión del vasto imperio de EEUU y su entorno. Aunque el balance de la política exterior ocupaba un escaso lugar en su discurso anual del Estado de la Unión, insistió, con advertencia a sus opositores incluida, que seguirá con su táctica del “realismo prudente”. Éste novedoso enfoque, que intenta abrirse camino entre el “idealismo” (extender el capitalismo liberal por el mundo como el modelo de democracia, anteponiendo el ideal nacional al interés nacional) y el “realismo tradicional”, auspiciado por Henry Kissinger que defiende mantener la supremacía de EEUU a nivel global usando los medios necesarios. Obama no es idealista, si no, no tendría una lista de ciudadanos del mundo para asesinar o ya hubiera cerrado Guantánamo con un decreto presidencial. Tampoco le preocupa la redistribución justa de los recursos como fundamento de la democracia, porque si no, hubiera hecho algo por la mitad de la población de Nueva York que roza la umbral de la pobreza mientras el 1% de sus compatriotas controla el 40% de la riqueza nacional (ver: EEUU: 9 temas ausentes de los debates ), en vez de gastar 4.000.000 de dólares en sus 17 días de vacaciones navideñas. La desastrosa situación que le dejó su realista predecesor -varias guerras abiertas y fracasadas, una economía en recesión, deudas, colapso del sistema financiero, etc.,- mostró el fin (provisional) del realismo tradicional, y de “destruye Estados y huye”.
Colocando el adjetivo “prudente” a este último paradigma, existen unos rasgos distintivos que podrán dar un pista de cómo terminará el presidente lo que le queda del mandato: una diplomacia agresiva en vez del uso exclusivo de la fuerza militar, fortalecimiento de la alianza con los gobiernos clientes, operaciones encubiertas, financiamietno y respaldo a golpes de estado, aumento y potenciamiento de las bases militares, etc., o sea, un intervencionismo sutil, con pocos costos para su país.
En el discurso, Obama se puso medallas por forzar a Siria a eliminar sus armas químicas y exhibió sus intentos en reanudar las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos sin ruborizarse por haberle negado el voto al estatus del Estado palestino observador mientras seguía apoyando verbalmente la solución de dos estados. Mientras, el único logro real de sus gestiones era el acuerdo con Irán sobre el programa nuclear. Es el mayor éxito diplomático de EEUU desde hace décadas, a pesar de que los propios servicios de inteligencia estadounidenses certificaban que dicho programa era de carácter no militar.
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Sin embargo, no dijo nada de:
- Que la guerra en Irak y en Afganistán ha terminado sólo para EEUU, pero no para aquellas naciones devastadas y mal gobernadas, en las que cada día mueren cientos de personas en los atentados, fruto directo de ambas agresiones militares.
-Que en Sudan del Sur, país al que EEUU y sus aliados en 2011 dividieron en dos tras una guerra delegada (ver: Detrás la partición de Sudán) para quedarse con la parte petrolífera, millones de habitantes ante pueden morir de hambre ante el silencio informativo mientras caminan sobre un mar de Oro Negro.
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-Que la Libia supuestamente “democrática”, el principal estado del bienestar de África en el 2011, se ha hundido en el caos total, donde los grupos terroristas campan a sus anchas (ver: Libia: un negocio de guerra redondo).
-Que en Afganistán, EEUU negocia con los Talibanes, los mismos que fueron acusados de volar las Torres Gemelas y que aplastaban a mujeres y hombres bajo sus buldócers. EEUU les ofreció un gobierno de inmensos territorios a cambio de que les autorizaran levantar nueve bases militares en lo que es el estratégico corazón de Asia Central. En este mismo acto, y con el fin de reforzar la postura del gobierno de retirar buena parte de las tropas de éste país, Obama había invitado al soldado Cory Remsburg, herido de guerra, víctima y verdugo, carne de cañón de infames intereses.
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-Que la continua matanza de los civiles en Pakistán por los drones ha provocado, además, la huida de millones de personas de sus hogares y un ambiente explosivo donde los terroristas se mezclan con los partisanos y patriotas pacifistas que no saben a dónde llevar sus quejas por los actos criminales de guerra de los militares de EEUU.
-Que envió tropas a Somalia a finales de diciembre bajo el pretexto de luchar contra el grupo Al Sahaba, aunque con el verdadero objetivo de hacerse con el control de inmensos recursos petrolíferos y minerales del país antes de que lleguen los chinos. Somalia, además, es el país con las costas más extensas de África, desde donde el Pentágono puede vigilar el océano Índico, el estratégico corredor del Golfo de Adén que conecta el Golfo Pérsico, el Mar rojo y el Canal de Suez y por donde pasa el 30% del petróleo del mundo. El Rojo es el único mar controlado por los países árabes, cauce de sus importaciones y exportaciones y su principal fuente de agua dulce (ver: Los piratas no somalíes).
-Que mientras impone su voluntad a países débiles, no ha sido capaz de forzar a Israel a que paralice la construcción de los asentamientos ilegales. Cierto, él no es Eisenhower, quien obligó a los israelíes a desalojar la península del Sinaí.
-Que en Siria ha elegido la mejor alternativa posible para los intereses de su país y los de Israel: acabar con Siria como Estado (lo mismo que hizo con Irak y Libia), sumirlo en una larga guerra donde se hundan los rivales y enemigos de ambos. Obama no quiere poner fin al conflicto: la actual situación es la mejor posible (ver: Siria es una trampa). Por eso en su discurso no mencionó el nombre de Al-Assad ni una sola vez. La conferencia de Ginebra II no ha sido más que una pantomima para justificar su alucinante planteamiento de dividir a los grupos armados extremistas religiosos en “los buenos”, los no vinculados con Al Qaeda, y “los malos” (¿los Yihadistas?), y armar y financiar a no se sabe cuál de ellos, en un escenario surrealista en el que están operando un centenar de bandas armadas que ni Dios les puede distinguir. Todos esos grupos, pandilla de bandidos y mercenarios a sueldo, han convertido las zonas que controlan en carnicería. EEUU y la ONU invitaron a dichas organizaciones pero no a la oposición democrática no armada de Siria.
-Que estudia reanudar la ayuda de 1.5 billones de dólares a los militares corruptos, criminales y mubaraquistas de Egipto. Obama ignora que ni comprando la fidelidad del amigo Al Sisi le blindará de la furia de millones de hambrientos egipcios, quienes no temen perder lo único que tienen: las cadenas (ver: Egipto: Geopolítica de una crisis).
Los desafíos
Para llevar adelante este realismo prudente,Barack Obama se está enfrentando a tres principales problemas: uno, que si bien desde el lado derecho recibe presión para que militarice aún más la política, por el lado izquierdo parece que no hay nadie que le aconseje, por ejemplo, a dejar de emplear la diplomacia con amenaza militar con los iraníes si es que quiere entrar en la historia “de su país” como el presidente que impidió un Irán nuclear. Dos, después de décadas debilitando a un organismo mediador como la ONU, EEUU necesita ahora llenar el vació que va dejando en distintas regiones del planeta, y no consigue contar con un ente supranacional sólido y eficiente que le eche una mano en esta retirada sin provocar el caos. Y tres, este enfoque no cuenta con el apoyo suficiente ni dentro de su propio partido ni mucho menos en los poderosos medios de comunicación del país que no paran de acosar y debilitarle.
Nada garantiza que sus logros sean irreversibles.
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