Opinión · Punto y seguido
España en el Golfo Pérsico: de la agresión militar a la económica
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¿Debe España cortar o reducir sus relaciones con los gobiernos del Golfo Pérsico por ser estos sistemas dictatoriales, o hay que respaldar las buenas relaciones entre las casas reales española-árabe por el bien de las empresas españolas, y que por ende y como aseguran por el beneficio de los españoles?
Por un lado, no existe consenso sobre el concepto 'dictadura', y ningún Estado, aunque sea realmente democrático, puede sobrevivir sin tener contacto con decenas de gobiernos que censuran, torturan, y ejecutan -desde Corea del Norte hasta el mismísimo EEUU, que suele imponer su voluntad e intereses hasta a sus propios aliados. Por otro, las empresas privadas que operan en el extranjero suelen utilizar mano de obra local -China, que suele llevar a sus ciudadanos para trabajar en el extranjero, se enfrenta a las protestas de los lugareños- , por lo que no generan puestos de trabajo para sus compatriotas. Tampoco suelen pagar impuestos a las arcas públicas por sus actividades, ya que muchas registran su domicilio fiscal en otros países (desde Suiza y la pequeña localidad de Zug, que acoge a unas 29.000 firmas de todo el mundo, hasta Bahréin y Dubái). Esta es la manera de proceder de muchos de los que agitan la bandera del nacionalismo, pero el capital no tiene patria.
Las guerras lanzadas por EEUU durante las últimas décadas han sido una gran oportunidad para potencias medias como España para hacerse sitio en espacios donde tenían escasa o ninguna presencia, como el Golfo Pérsico y Asia Central. El no ser protagonista principal de dichas hazañas bélicas ha hecho que los gobiernos 'mini imperialistas' de España pudieran mantener la imagen de nación amigable que proyectan sus ciudadanos por el mundo.
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Los recientes viajes de las autoridades y empresas españolas encabezadas por la Casa Real al Golfo Pérsico, además de afianzar la monarquía como institución, tenían los objetivos de buscar inversión extranjera y a la vez conseguir suculentos contratos en la zona.
El Golfo Pérsico (nombre que mantiene desde el siglo V a.C.), representa para Madrid una prioridad estratégica, política y económicamente, por sus ingentes barriles de petróleo y la estratégica carretera marina (el estrecho de Ormuz, deformación fonética del nombre de Ahura Mazda, la antigua deidad iraní de la Luz y la Sabiduría), por la que pasan unos 19 millones de barriles a diario.
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Guerras y oportunidades
La subordinación a las directrices de Washington, así como la alta dependencia energética de España y su naturaleza de gran mercader de armas (el séptimo exportador del mundo), son parte de los motivos de la participación de este país en las tres guerras que devastaron la región:
1. En el conflicto entre Irak e Irán (1980-1988) España vendía armas a ambos países, y no sólo con el objetivo de lograr un lucrativo negocio, sino también para aplicar la doctrina estadounidenses de “doble contención”, que planeaba la destrucción de ambas potencias regionales para convertir a Israel en el país hegemónico de la región. Aquella guerra dejó 1,5 millones de muertos, 7 millones de mutilados y decenas de miles de casas, escuelas, presas o fábricas destruidas.
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2. En la guerra encabezada por EEUU en 1991, bajo el pretexto de rescatar a Kuwait de la invasión de Irak (ver: Recordando dos patrañas bélicas).
3. En la invasión militar a un moribundo Irak en 2003; un ataque que sepultó bajo toneladas de bombas a decenas de miles de seres humanos, además de a una de las cunas de la civilización humana. Los 25 millones de iraquíes a los que destrozaron la vida aún esperan recibir una sencilla disculpa, y un juicio que lleve ante los tribunales a los criminales que organizaron aquella matanza.
Allanado el camino, el Reino de España tiene hoy la vista puesta en dos importantes áreas de negocio con las monarquías de la región: armas y obras públicas, ya que el sector petrolífero, sobre todo en Irak, está bajo el control total de las compañías estadounidenses, que suelen subcontratar a otras empresas, con sus propias condiciones.
Hacer de “Chaplin y el niño” a la vez
En la película 'El niño', el genial Charlie Chaplin dibuja su visión de la sociedad valiéndose de un niño que va rompiendo cristales de los hogares de la gente, y un hombre vagabundo convertido en cristalero, que ofrece con amabilidad sus servicios a los damnificados. Se trata de la versión ampliada del ´bombero pirómano'. En el caso de las dos últimas agresiones militares mencionadas, hay un tercer aspecto importante: los 35 países que intervienen en la destrucción de toda una nación son los que participan en su reconstrucción, pagada por las propias víctimas que volvían a “la Edad de Piedra”, tal y como vaticinó James Baker, secretario de Defensa de los EEUU. En 1991, y durante sólo 42 días se lanzaron 14.0 00 toneladas de bombas sobre la población civil y las infraestructuras del país, y lo poco que quedó en pie fue reducido a cenizas en 2003 (ver: Hijos del uranio).
Si la guerra en sí es un negocio redondo, la ruina que genera -lejos de ser un daño colateral- forma parte de los objetivos diseñados por las empresas que invierten en las invasiones militares. En noviembre del 2003, poco después del ataque, se celebraba la Conferencia de Donantes en Madrid, repartiendo el botín. Diez años después, el gobierno español prometía a los empresarios una cuota de participación del 9% (equivalente a 6.000 millones de euros) en el negocio de levantar Irak.
Las corruptas autoridades iraquíes (en la posición 169 de 175 en el índice de transparencia internacional), que han destinado 300.000 millones de dólares a construir las nuevas infraestructuras, y han contratado a compañías extranjeras, -incluidas algunas españolas- para la ampliación de la mezquita de Abu Hanefa en Bagdad, o la reconstrucción del barrio histórico de Adamiya. Mientras sus grandes profesionales se ven forzados a abandonar el país, que gracias a EEUU es desde 2003 una teocracia intolerante (170 condenas a muerte sólo en 2013), y está sumido en un conflicto interno y otro regional que arrancan la vida a un centenar de personas cada día. Según el Banco Mundial, el 28% de las familias iraquíes viven por debajo del umbral de la pobreza, y unos 10 millones de personas no tienen empleo. Incluso en la capital, muchos barrios carecen de electricidad y agua potable, pero el Gobierno se ha negado a asignar una pensión fija para las personas y familias vulnerables
El gobierno de la Autonomía Kurda -que sufre el síndrome de 'ladrillo/comisiones'-, ha contratado a los españoles para que construyan miles de pisos: ambos ocultan a los kurdos el drama de los desahucios, y la paradoja de miles de viviendas vacías en España. Una veintena de constructoras españolas trabajan en el Kurdistán, construyendo presas, túneles, hospitales, escuelas y viviendas que destruyó previamente la “coalición” de la que España era miembro. Hoy, la sexta parte del petróleo consumido en España procede de Irak.
En tierras de nuevos esclavos
El derrumbe de una fábrica textil en la capital de Bangladés el año pasado, que dejó 1127 muertos y 2.437 heridos, y que elaboraba prendas para empresas como El Corte Inglés y Mango, desveló una vez más hasta qué punto la promesa europea de llevar trabajo y modernidad a los países en desarrollo es una macabra mentira. Lo mismo pasa en Qatar (ver: una dictadura modélica): al menos 1200 trabajadores extranjeros han perdido la vida en las obras del mundial, y a este ritmo podrían llegar a ser hasta 5000 los muertos; víctimas de abusos laborales, un 20% de ellos puede que nunca llegue a cobrar su sueldo. Ellos forman parte de los 1,2 millones de trabajadores inmigrantes que viven en condiciones de esclavitud, víctimas del gobierno qatari (ver: Qatar no es país para emigrar) y también de las multinacionales. Ejemplo: la compañía Krantz, una subcontrata de Sports and entertainment Group (SPG) con sede en Beirut, se negó a pagar el sueldo de varios meses de los trabajadores migrantes, además de retener sus pasaportes. En este país la empresa gallega Ronáutica construirá nada menos que tres puertos deportivos. ¿Será algo parecido a los aeropuertos sin avión y a las carreteras sin coches de nuestro país?
En Dubái, donde los mandatarios curan su complejo de inferioridad levantando la torre más alta del mundo (Burj Khalifa), han muerto varios obreros, y uno se suicidó saltando desde el piso 147 del edificio después de que su jefe le negase un día de fiesta. Unos 2000 trabajadores de esta obra cobran 5 euros por 12 horas de trabajo al día. Aquí, España construirá la mayor depuradora del mundo y un mega-complejo turístico.
En Bahréin, las empresas españoles tiene proyectos para aumentar las inversiones del 2013 por el valor de 141 millones de dólares, hasta los 10-15 mil millones (ver: Bahréin, en espera de una 'Fórmula' democrática').
Arabia Saudí, el segundo suministrador de crudo de España (después de México), firmó en 2012 con las entidades españolas contratos por el valor de 6.736 millones de euros, después de que el Fondo Hispano Saudí de Infraestructuras y Energía -creado en 2007 por la mediación de Corinna, la amiga de Juan Carlos de Borbón-, no funcionara, aunque ella cobrase unos cinco millones de dólares. (Ver. Arabia Saudí: el silencio blanco y un coctel de wahabismo y petróleo).
En 2011, el rey de España consiguió el megacontrato de 100.000 millones de euros del Ave Meca-Medina, para que los aspirantes a ser “Hayi” (título honorífico de quienes han visitado la Kaaba), tengan algo de España, país que se ha hecho cargo también de construir las vías férreas que conectarán el norte del país al sur, de nuevas carreteras, depuradoras, desaladoras, etc.
La guinda de esta locura de derroche la pone la intención de los saudíes de encargar a los españoles la construcción de algunos de los 16 reactores nucleares que tienen previsto inaugurar, justo cuando se cree que con la complicidad de Pakistán planean conseguir bombas atómicas. En este país, exportador del Oro Negro e imanes wahabitas, donde el 21% de los niños mueren antes de los 5 años.
Armar a los “petro-jeques”
Las armas entran en el Golfo Pérsico como churros; más que la harina para el pan, y más que las medicinas para aliviar el dolor. A la región más militarizada del planeta se destinan el 30% de todas las armas que se venden en el mundo. Una buena tajada se la llevó España en 2013, cuando duplicó sus exportaciones de artefactos bélicos a la región – un tercio del total, por el valor de 3.907,9 millones de euros-, a pesar de que convenios internacionales se lo prohíben, porque los sátrapas del Golfo Pérsico infringen los derechos humanos.
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