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Opinión · Posos de anarquía

Elecciones en Reino Unido: Miserables, pero unidos

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David Cameron ha dado la sorpresa y se ha impuesto con mayor diferencia de lo que pronosticaban las encuestas, que apuntaban más bien a un empate técnico entre conservadores y laboristas. Precisamente ese empate es el que le ha dado la victoria a los tories, pues de haberse producido, Ed Miliband y los suyos tendrían que haberse aliado con los nacionalistas escoceses para llegar al 10 de Downing Street. Cameron ha jugado la carta del miedo, como ya hizo de hecho en el referéndum de independencia de Escocia... y le ha funcionado.

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El miedo a un país dividido, a un Reino Desunido con la entrada en el poder de los escoceses que, con todo, han conseguido 58 de los 59 escaños que disputaban. ¿Les suena el argumento de la patria fragmentada? Los británicos han preferido seguir siendo miserables (ellos mismos acuñan el término 'miserabilism' para referirse al estado de ánimo de la nación) pero unidos, al menos con el concepto de unidad que Cameron les ha vendido.

Lo cierto es que las urnas parecen haber tenido un efecto amnésico entre los británicos, olvidando que ha sido con David Cameron cuando la Cruz Roja, por primera vez desde la II Guerra Mundial, ha tenido que recoger alimentos para los propios británicos, cuando se han multiplicado los bancos de alimentos y se ha disparado la pobreza energética. Parece que se ha borrado el recuerdo de que la tasas universitarias se han multiplicado exageradamente, haciendo que caigan en picado el número de estudiantes y que crezcan, además, los casos de prostitución o de ingresos ligados al sexo para poder costearse las matrículas.

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Se han olvidado los contratos de cero horas, los escándalos de la Sanidad en los que se ha primado la rentabilidad de los hospitales por encima del bienestar de los pacientes clientes y la impasividad con las empresas que eluden impuestos. Ha sido introducir el voto en las urnas y los británicos han borrado de un plumazo que el 1% de su población acapare ya el 50% de la riqueza de todo el país.

Algo parecido podría suceder en España, en donde a la vista de la encuesta del CIS de ayer, los casos de corrupción no parecen pasar factura. Lo hemos visto en Andalucía y lo veremos en feudos corruptos hasta la saciedad como Valencia o Madrid. ¿Qué sentimiento se apodera del votante para que la amnesia sea la que dicte su voto? ¿Cómo es posible olvidar hechos que marcan tu día a día, que rebajan tu calidad de vida y la de los tuyos?

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Al día siguiente de las elecciones, esa amnesia se pasará, dando paso de nuevo a la cruda realidad y, entonces, como posiblemente les suceda a los británicos hoy, no habrá marcha atrás. La resaca de los excesos durará otros cuatro años y de nada servirá lamentar la 'juerga democrática' que nos corrimos el día anterior.

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