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Opinión · Otras miradas

Madrid Río, un estilo de vida

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Rommy Arce, Pablo Carmona y Mauricio Valiente

Concejales de Ahora Madrid

Elena es madre y jardinera. Empieza su jornada laboral colgada de un talud de uno de nuestros “Parques Singulares”. Trabaja sola y bajo la atenta mirada de un desconocido que la vigila desde un coche. Su empresa, la UTE RAGA NITLUX no admite disidencias ni protestas. Discípulos aventajados de Juan Rosell tienen a mérito haberse pasado por el forro la negociación colectiva, según ellos, una rémora del pasado que pone límites al crecimiento.

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Hagamos memoria: a finales del 2014, la UTE RAGA NITLUX ganó la adjudicación del concurso de mantenimiento de los Jardines de Madrid Río con una rebaja del 27%  sobre el precio de licitación inicial ofertado por el Ayuntamiento de Madrid. RAGA NITLUX,  como estaba previsto, se llevó el gato al agua, pero con un 36% menos de presupuesto con respecto a lo que cobraba URBASER por el mismo servicio, lo que se conoce en la jerga de la contratación pública como una “baja temeraria”. Eso no era un problema, pues aplicaron la receta CEOE: primero se negaron en rotundo a subrogar a los trabajadores y después con sólo una semana de rodaje plantearon un ERE que afectaba al 50% de la plantilla. Alegaron, como no podía ser menos, causas económicas, organizativas y productivas.

Daba comienzo el largo calvario de 127 trabajadores. Como una muestra más de que el ciclo de movilizaciones había alcanzado también a la clase trabajadora más precarizada, los valientes jardineros y jardineras de Madrid Río iniciaron una huelga de tres semanas que despertó solidaridad y amplios apoyos también en las Candidaturas de Unidad Popular que entonces empezaban a gestarse. Con un 95% de seguimiento, fuerte presencia en las calles y apoyo vecinal, la lucha de estos trabajadores llegó al TSJM. Una sentencia favorable declaraba nulo el ERE por ausencia de garantías en la negociación colectiva señalando además que RAGA había vulnerado el derecho de huelga de los trabajadores al llevar a Madrid Río trabajadores de otros parques para efectuar la limpieza y reventar la huelga.

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Si alguien ha olvidado lo que significa la lucha de clases, que se ponga en la piel de una mujer que tiene que soportar el acoso laboral desde primera hora de la mañana hasta que ficha a la salida por el sólo hecho de reivindicar el cumplimiento de una sentencia. Las que compartimos con ellos y ellas las angustias de las Salas del Juzgado, todavía recordamos la alegría al conocer la declaración de nulidad. Qué poco pudimos disfrutarlo cuando un viernes de septiembre, con nocturnidad  y alevosía, RAGA despide a 21 trabajadores sin que mediara ninguna palabra con la representación sindical y mucho menos con el Ayuntamiento de Madrid.

Desde que se vieron obligados a reincorporar a algunos trabajadores han venido aplicando traslados forzosos, discriminación laboral sexista para degradar a las jardineras, acoso laboral, etc. Minar al trabajador para que decida marcharse porque no lo aguanta más, esa es la política empresarial. Mantener nuestros jardines con privación de derechos, con incumplimiento sistemático de los pliegos y sobre la base de la injusticia no merece un “Salón de Pinos” ni una “Playa urbana”.

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Hay que posicionarse sin ambigüedades del lado de los trabajadores y trabajadoras ante las empresas que sólo buscan el beneficio privado a costa de arruinar vidas. Es el momento de apoyar otra lógica, de comenzar a ensayar otro modelo de gestión pública y empresarial que se convierta en un contra-ejemplo, ya sea desde servicios 100% públicos o desde la economía social y cooperativa  que combinen la calidad en los servicios comunes con el bienestar de los trabajadores. La lucha de Madrid Rio puede convertirse en un símbolo de que podemos construir una alternativa al servicio de la clase que mueve el mundo, tanto trabajando como viviendo en las ciudades.

Sin duda nuestro gran reto es el de caminar hacia la remunicipalización con la misma valentía que han demostrado estos trabajadores que cuidan a diario nuestros parques, hacia un modelo que combine la auto-gestión, la participación de los trabajadores y la gestión ciudadana de lo público. Ya no es cuestión de utopía, se trata de una necesidad inmediata: ¿Queremos vivir en una ciudad en donde los servicios públicos son en realidad negocios privados y donde los trabajadores son solo materia prima para la explotación? Construyamos una victoria, que cunda el ejemplo y que florezcan muchas luchas como la de Madrid Río ante los abusos de la patronal.

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