Opinión · Otras miradas
No es solo por los animales
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Sergio García Torres
Consejero ciudadano de Podemos en la Comunidad de Madrid
Hoy es 4 de octubre, Día de los Animales, los únicos que no saben que tienen un día de conmemoración. No lo saben y además, no nos importa, porque este día no pretende reivindicar los derechos de los animales, sino celebrar nuestra propia capacidad empática con ellos. Y, precisamente, esta es la clave ya que son el único colectivo que no puede reivindicar sus derechos porque no sabe que los tiene y eso depende, en exclusiva, del grado de ética que como sociedad tengamos para con ellos.
"Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales", decía atinadamente Mahatma Gandhi y tenía mucha razón: somos las sociedades las que tenemos el deber de crear los marcos de relación donde la protección de los animales se incluya en las leyes.
La sociedad ya lo sabe y la mejor demostración han sido los gobiernos del Cambio, Gobiernos y candidaturas de Unidad Popular que configuraron sus programas electorales, por primera vez en la historia de nuestro país, atendiendo a las reclamaciones y peticiones de la sociedad civil que participaba en ellas.
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En estas candidaturas se concentraron la mayoría de reivindicaciones sociales y, cabe destacar que -en todas ellas- el sentir popular para con los derechos de los animales era una seña de identidad.
Por ejemplo, las propuestas más apoyadas en el proceso de incorporación de propuestas online de la candidatura de Unidad Popular que gobierna en Madrid tenían que ver con ordenanzas de protección animal y con el cuidado de las colonias de gatos de la ciudad.
Estas candidaturas y su elaboración programática fueron la muestra más clara del sentir de una ciudadanía, que exigía cambios legislativos para la mejora de los derechos de los animales. Y allá donde se consiguió gobernar esos cambios se han traducido en realidades: el Ayuntamiento de Madrid eliminó los circos con animales, promovió la gestión de colonias felinas de manera ética y eliminó toda subvención a las escuelas taurinas en línea con la exigencia de “apartar a la infancia de la violencia física y mental de la tauromaquia” recogida en la Declaración del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas para los países donde aún la tauromaquia es legal.
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También el Ayuntamiento de Valencia hizo lo que la ciudadanía reivindicaba: prohibió los bous embolats en las pedanías de la ciudad, o el Ayuntamiento de A Coruña, que canceló el contrato de gestión de la plaza de toros y las subvenciones a estos crueles espectáculos.
Y así cientos de municipios y ciudades que han avanzado en la eliminación de circos con animales, gestión ética de colonias felinas, sacrificio cero en centros de protección animal y eliminación de subvenciones a espectáculos taurinos y todos ellos con una respuesta común: la aceptación de la sociedad, sin protestas ni movilizaciones en contra, ya que se trata de incluir un sentir mayoritario a las leyes de nuestro país.
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Muchas cuestiones quedan aún por realizar. Hoy todos los partidos hablarán de los derechos de los animales pero pocos se comprometen más allá de los mensajes de perritos y gatitos en redes sociales.
Ejemplos hay: el PSOE no se posiciona con respecto a la PNL presentada por Unidas Podemos sobre la eliminación de los espectáculos de especial crueldad como las becerradas que cuenta con más de 150.000 firmas hace casi un año, o Ciudadanos, que apoyó la enmienda de bajada del IVA veterinario pero después olvidó en su acuerdo con el PP en los Presupuestos Generales del Estado.
Para los animales los hechos siempre son mejor que las palabras. Ellos no ven Twitter ni ven las fotos tan bonitas que los políticos se hacen con sus mascotas. Ellos día a día son abandonados, maltratados, ejecutados por diversión y utilizados en espectáculos crueles para el regocijo de unos pocos.
Ante esto solo las organizaciones del Cambio han sido coherentes con sus programas electorales y han dado pasos sustanciales haciendo que los derechos de los animales hayan avanzado en los últimos dos años más que en los veinte anteriores.
Ya lo dijo Alice Walker: los animales del mundo existen por sus propias razones. No fueron hechos para los humanos, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos o las mujeres para los hombres y esto la sociedad española lo asumió hace bastante tiempo y lo vemos en muchos pueblos, ciudades y Parlamentos donde los avances sobre los derechos animales han llegado a la primera línea del debate.
Sin duda, aún nos queda mucho por hacer. Siguen muriendo más de 15.000 toros en espectáculos financiados con dinero público y más de 150.000 perros y gatos son abandonados cada año. Esta situación preocupante no se combate con buenas palabras y fotos en las redes sociales. Las organizaciones políticas deben comprometerse a equiparar las leyes al sentir mayoritario de la ciudadanía porque, como siempre, la sociedad va muy por delante de las administraciones y nos suele dar lecciones de ética, de civismo y de empatía cada día.
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