Entre leones

Marruecos: la llave de la inmigración y el narcotráfico

Las derechas están disparatadas con la llegada masiva de inmigrantes a España. Han visto que Pedro Sánchez ha provocado un nuevo efecto llamada con la acogida humanitaria del Aquarius, y se han lanzado al cuello del Gobierno, que, diga lo que diga el ministro Grande-Marlaska, está estos días desbordado, sobre todo en el Campo de Gibraltar.

Así las cosas, sabiendo que hay carnaza electoral, el liberal Albert Rivera y el ultraconservador Pablo Casado se disponen a abrazar a policías y guardias civiles en la mismísima frontera de Ceuta, que vivió recientemente un nuevo salto de verja que nada tiene que ver con la del Rocío, como ustedes comprenderán.

Allí, ambos dos dirán que hay que dar leña al negro, que es subsahariano, y que España no puede absorber a millones de ellos que quieren venir a Europa. Eso sí, aliñarán su discurso xenófobo con un toque del Domund: "Nosotros somos solidarios con quien lo necesita".

Casado, democristiano montaraz y, por tanto, un peligro para los leones, no quiere papeles para todos, no vaya a ser que, después de conseguirlos, los subsaharianos se quieran licenciar en un cuarto de hora como abogados y colapsen el mercado de politiquillos con grandes currículums y con más cara que espalda.

Aunque soy de los que piensan que estos movimientos migratorios solo se pueden parar en origen –si es que se puede parar algo que forma parte del ADN del ser humano-, erradicando en los países subsaharianos enfermedades, corrupción, guerras, hambrunas, nuevo colonialismo, etc., está claro que la llegada masiva de inmigrantes tiene mucho que ver con la relajación de Marruecos en sus fronteras.

Un reciente informe de la UE lo deja meridianamente claro.

Marruecos, país estratégico para España y Europa en el Norte de África en la lucha contra el yihadismo, tiene la llave de la mayoría de la inmigración que llega a nuestras costas, y todo hace indicar que la ha abierto.

¿Por qué? Pues ha coincidido con un periodo de convalecencia de Mohamed VI, que está últimamente algo perjudicado, y los que mandan ahora estarán esperando una sentada para cerrar un nuevo tratado hispano-marroquí sobre ‘qué hay de lo mío’, con la pesca siempre de por medio.

¿Cómo se cierra de nuevo la frontera marroquí? Pues es evidente que con más inversiones de la UE y con el tradicional besamano y besapié del CNI, que para algo sirven los fondos reservados, ¿no?

En fin, más que a Borrell yo mandaba a Luis Planas, que no hace mucho fue embajador en Rabat y conoce el paño y el precio de las alfombras.

De camino, aparte de intentar arreglar el coladero migratorio, Planas debería reclamarles a las autoridades marroquíes que intensifiquen policialmente la lucha contra el narcotráfico.

Al igual que ocurre con los flujos migratorios, el tráfico de hachís ha aumentado hasta cotas nunca vistas en el Campo de Gibraltar. Una feria, es una auténtica feria, con los ríos de la comarca como autopistas para las narcolanchas.

La narcoeconomía está apoderándose de gran parte de una comarca que, pese a contar con el primer puerto de España, el primer polígono industrial de Andalucía, tres marcas turísticas internacionales –Gibraltar, Sotogrande y Tarifa-, está entre las zonas con más paro y subdesarrollo de España.

Es incomprensible pero cierto.

Y encima el Brexit, en el supuesto de que se opte por trasladar la reivindicación de la soberanía a la frontera del Peñón, los patriotas se pueden llevar por delante 13.000 puestos de trabajo y el 25% del PIB que aporta Gibraltar a la comarca.

Una generación de jóvenes peligra y las que vienen detrás también.

Por cierto, al nuevo hospital de La Línea, unas instalaciones hospitalarias con los medios materiales más modernos, no quieren ir los médicos por la mala imagen que irradia la comarca.

Para combatir este deterioro se necesitarían de inversiones y políticas de Estado, esas que demanda el PP cuando está en el poder en sus discursos de responsabilidad.

Pero como se está viendo, la derecha de toda la vida de Casado y la nueva derecha de Rivera prefieren pescar en el río revuelto y darse de camino un baño de xenofobia.

Espero y deseo que Pedro Sánchez mantenga el compromiso de acabar con una situación que sitúa al Campo de Gibraltar al borde del territorio comanche, a dos pasos de Sinaloa y Medellín.

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