Otras miradas

Cuando se miente sobre el caso Juana Rivas

Ana Bernal Triviño

Periodista

Cansa, año y medio después de que Juana huyera con sus hijos para protegerlos, escuchar o leer en medios de comunicación las mismas mentiras una y otra vez. Cuando una cree que la raíz del caso se conoce, que existe algo más de conciencia, que abogadas y abogados que van por platós han leído a compañeras juristas como Mujeres Juezas o Dones Juristes... una se queda en shock cuando ven cómo se difunden falsedades todavía.

En casos así, se hace URGENTE que las personas que opinen sobre ello tengan una formación de género real y continua, porque dar la palabra a una abogada solo por el hecho de serlo no sirve de nada. Podrá hablar de penas, de instancias, de tribunales... pero ignora tanto el caso Juana como la dimensión real de las violencias machistas.

Juana Rivas. EFE
Juana Rivas. EFE

Así, he escuchado y leído estos días, una burrada de descalificativos hacia Juana. El odio que despierta en cierta parte del gremio periodístico resulta ya enfermizo. Esa obsesión visceral que algunos tienen cuando hablan de ella, llamándola delincuente y secuestradora de niños, olviden que machacan a la vez, con esas palabras a sus propios hijos, y a todas las víctimas de violencia machista que, por lo que se ve, las respetan bastante poco.

Otras veces, no se miente pero se duda. Se deja entrever que no se puede apoyar a Juana, que no es lo correcto. Eso de "contra el maltrato, tolerancia cero", se olvida completamente en su caso. Podría hacer un artículo extenso, pero voy a marcar tres puntos clave falsos que aún hoy, escandalosamente, se dicen del caso Juana.

Juana NO fue condenada por agresiones y NO miente cuando dice que fue maltratada. En varias tertulias se saca a relucir que en la primera denuncia de Juana en 2009, ella también había agredido, o que se inventa que fue maltratada. Basta leer la sentencia nº 242/2009 para tener dos cosas claras.

Una, que en los hechos probados, se "declara probado" que Arcuri pide a Juana explicaciones de dónde había estado y que tras ello, "la ha golpeado repetidamente, cuando la misma intentaba entrar en la habitación, causándola lesiones que han necesitado de asistencia facultativa".

Dos. El fallo: "Que ABSOLVIENDO a Juana Rivas del delito de malos tratos del que venía siendo acusada debo CONDENAR Y CONDENO a Francesco Arcuri como autor responsable de un delito de lesiones en el ámbito familiar".

Para las y los periodistas que abran la boca sobre el tema de la denuncia a Juana, les remito que se informen sobre las contradenuncias a través del Consejo General del Poder Judicial. Es más viejo que el timo de la estampita y aún hay gente que se traga este cuento: los maltratadores suelen denunciar a sus parejas. ¿Para qué? Para hacerse ellos pasar por víctimas y dejar de ser responsables. Lo hemos repetido 700.000 veces.

Ella SÍ podía denunciar en España. Cuando todo el mundo pone de vuelta y media a Juana por la sustracción de menores, siempre, siempre, siempre, callan que el polémico juez que la ha condenado por sustracción (ojo, el mismo día del juicio ya había firmado su sentencia) NO tuvo en cuenta la denuncia previa que Juana interpuso en verano de 2016. Lo ignoran en el contexto pero, además, cuando se recuerda, dicen que Juana no debía poner la denuncia aquí, sino en Italia desde el momento que su marido era italiano. ¿Cómo? ¿Ahora cuando nos enamoramos de una pareja de otro país tenemos que saber también de jurisdicción internacional? Y entonces, cuando algo tan obvio cae sobre su propio peso, descubren que opinan del caso Juana sin ni siquiera saber lo que dice el artículo 17 de la Ley del Estatuto de la Víctima:

"En el caso de que las autoridades españolas resuelvan no dar curso a la investigación por falta de jurisdicción, remitirán inmediatamente la denuncia presentada a las autoridades competentes del Estado en cuyo territorio se hubieran cometido los hechos".

Es decir, Juana denuncia en España porque HUYE de un maltratador. Juana denuncia (eso que tanto criticáis que las víctimas no hacen, cuando si no lo hacen es por MIEDO). Juana confía en la justicia y se encuentra que, como los hechos son de Italia, en vez de que se cumpla la ley, se traduzca la denuncia y se remita, se GUARDA EN UN CAJÓN, y no se envía a Italia hasta un año después. Por lo tanto, Juana no HUYE con sus hijos para hacer daño al padre, huye porque pone una denuncia, la justicia la ignora y NO ve manera de proteger a sus hijos. Así que Juana ha sido condenada antes por lo que llaman "sustracción" en lugar de investigar la raíz de la huida: una denuncia de malos tratos. La violencia institucional de su caso es abismal.

La violencia psicológica también cuenta. Lamentablemente veo también, tertulia tras tertulia, que solo se ha reaccionado o se ha hecho una pausa cuando se ha hablado de las lesiones que presenta en su cuerpo el hijo menor de Juana. ¿Por qué nadie se plantea el daño psicológico, el que no se ve? ¿Por qué seguimos poniendo el tope de los malos tratos en el daño físico? ¿Por qué apenas se habla de los niños? ¿Por qué ese empeño en seguir ensuciando la imagen de Juana, como si no fuese suficiente con todo lo que vimos en 2017? ¿Por qué insistir en que ella decidió volver con Arcuri cuando ya todos y todas debemos saber, sin la mínima duda, que las maltratadas vuelven con sus agresores en muchos casos justo por eso, porque están siendo maltratadas?

¿Por qué se ignora otros casos como los de Ángela González o el más reciente, el de Castellón, donde se observa que la justicia no siempre protege aunque denuncies 50 veces? ¿Por qué callar los errores de la justicia? ¿Por qué pretender informar desde la irresponsabilidad? ¿Por qué no se respeta a las víctimas? ¿Por qué seguís haciendo el mismo periodismo basura? ¿Por qué tanto abogada y abogado en plató, hablando de este caso fríamente, ignorando los artículos que no conviene mencionar y sin contemplar, en ningún momento, perspectiva ni social ni psicológica del caso?

La respuesta ya sabemos que se llama patriarcado pero, a este ritmo, y dado que dudo que sean unos ignorantes, también se llama nula profesionalidad. Al menos, por decencia, callen por los platós de televisión y estudios de radio a los que van, por respeto a las víctimas. Y porque lo mismo, de aquí a unos años, se tendrán que tragar sus palabras y se reconocerán como cómplices.

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