Un paso al frente

Establishment, con ustedes VOX

Éramos muchos los que advertíamos la irrupción sin máscara de la extrema derecha en España, sin ir más lejos hace solo unas semanas escribía cómo el desencanto con el PP y el PSOE de los militares temporales expulsados a los 45 años de edad los empujaba a los brazos de Vox. Nadie se dio por aludido. Hoy, Vox ha conseguido 12 escaños en las elecciones andaluzas y lo que es peor: la llave de gobierno. Establishment, con ustedes VOX.

Más allá de repetir el mismo error que Estados Unidos, presentar una candidata del sistema completamente incompetente y carente de credibilidad, debemos analizar los motivos que nos han situado en la puerta del abismo.

El origen: la puerta abierta del capitalismo

El origen de la puerta que acaba de derribar Vox en Andalucía se sitúa en el postfranquismo. Entre unos y otros, americanos y franquistas, diseñaron un régimen que debía aparentar ser democrático, pero mantener en el poder a las mismas élites. De ahí surgió el bipartidismo, un modelo en el que los progresistas y reformistas del franquismo, la derecha moderna e ilustrada, sería la izquierda. El PSOE. Y el resto del Régimen debería ser aglutinado en un partido, inicialmente el engendro de Adolfo Suárez y, posteriormente, Alianza Popular/Partido Popular.

Por esta lógica, todo lo que quedó más a la izquierda del PSOE, aunque hubiera sido la verdadera oposición a la dictadura, se consideró extrema izquierda y el Establishment hizo un enorme esfuerzo por vacunar a la sociedad contra ella, ya fuera en los medios de comunicación, escuelas o bares. Esta poderosa vacuna inoculada en la sociedad ha provocado que, desde entonces, fuera muy sencillo eliminar cualquier vestigio progresista que surgiera, solo era necesaria una palabra: ¡comunista!

El control de los medios de comunicación y los órganos de poder

En las últimas décadas, el control de los medios de comunicación y los órganos de poder económico, judicial, legislativo o ejecutivo (judicatura, política, Ejército, policía, etc.) ha sido absoluto. Este control es lo que ha permitido sostener durante décadas el engaño de la Monarquía e incluso convencer a ciudadanos progresistas de votar al PSOE a pesar de las marcadas incongruencias: OTAN, Monarquía, GAL, 135, Gobierno de Mariano Rajoy o 155.

Esto ha sido posible gracias a medios de comunicación convenientemente dirigidos. Medios que, haciéndose pasar por progresistas, solo podrían ser calificados como moderados en casi cualquier otro país de Europa. El resultado: un escenario mediático sin izquierda y, por tanto, escorado a la derecha. Un escenario con muchos silencios y censuras. Lo sé, porque lo he vivido en primera persona.

Por ello, y también por una serie de incomprensibles renuncias y repulsas, la izquierda tiene una voz marginal en todos los órganos de poder: medios de comunicación, judicatura, Ejército, Policía o poder legislativo, a pesar del ascenso en los últimos años de Unidos Podemos. Ascenso que ha paliado en cierta medida esta carencia, al menos en cuanto a representación legislativa, pero no ha solucionado el problema.

Cualquier intento de regeneración fue aplastado

Quizás algunos no lo recuerden, pero UPyD, más allá de diferencias ideológicas, fue la primera herramienta de regeneración que intentó enmendar el cambalache hace algo más de una década. Una herramienta que podría haber sido muy útil si se le hubiera dado el espacio necesario. La ciudadanía empezaba a mostrar su desengaño con la Triple Alianza impuesta (PP-PSOE-Monarquía), pero los medios de comunicación, escorados a la derecha, optaron por silenciarles y continuaron sosteniendo el Régimen.

Como UPyD no funcionó, no le dejaron, llegó el 15-M y, poco después, Podemos. Un considerable sector de la ciudadanía volvía expresar su rechazo al bipartidismo y a la Monarquía y hacía saltar por los aires el muro de contención levantado por el Establishment. La respuesta: más represión.

Los últimos ocho años han sido catastróficos en todos los sentidos: un PP corrupto asfixiando a la ciudadanía, un PSOE desnudo respaldándolo y una Monarquía cada vez más escandalosa. Casi dos legislaturas en las que los medios han machacado a Podemos con la retórica belicista que casi todos conocemos: Venezuela, ETA y comunismo.

El Establishment no comprendió que aplastar a Podemos, como en su momento ignorar a UPyD (hasta ejecutaron al partido de Rosa Díez por no unirse a Ciudadanos), no solo no cambiaba la situación, sino que la empeoraba considerablemente. Por mucho que hubieran creado ad hoc a Ciudadanos, una marioneta liberal para convencer a los descontentos y dispuesta a mostrarse de centro, izquierda, derecha o extrema derecha a conveniencia, jamás comprendieron que, tarde o temprano, fracasaría.

Catalunya

En este contexto, con un país y unos medios de comunicación escorados a la derecha y decididos a sofocar cualquier intento de regeneración, cerrando filas con la Monarquía, aconteció el problema catalán. Lejos de desplegar la más mínima autocrítica y flexibilizar el modelo para dar cabida a los catalanes descontentos, ya fuera con un referéndum o con un sistema federal, o con ambos, decidieron, de nuevo, el aplastamiento: intervención policial-militar, brutales cargas policiales sobre civiles ‘armados’ con papeletas y 'martillazos' judiciales a políticos.

Esta nueva carga de caballería solo sirvió para desconectar definitivamente a cientos de miles de catalanes, más de los que ya se habían desconectado, y por efecto de simpatía y/o afinidad a multitud de vascos, valencianos, gallegos, navarros... Esta desconexión se escenificó en rechazo al Establishment y nada más visible del mismo que la Monarquía. Allá donde acudían los Borbones se encontraban con esta repulsa. Fuera de Madrid, Andalucía y las Castillas cada salida de la Monarquía se ha convertido en un calvario con pitadas cada vez más estruendosas.

Y este rechazo, unido a la retórica bélica emanada de Madrid, de sus políticos, magistrados, altos mandos militares y medios de comunicación, generó cada vez una mayor polarización de la ciudadanía. Si la amenaza era la ruptura de España, si la guerra estaba cerca, si de abrazar la bandera se trataba, mejor Vox que PP o Ciudadanos. Sobre todo porque Vox tiene algo que ningún otro partido de derechas posee: coherencia. Incluso sinceridad. Gustará o no gustará, pero no ocultan lo que son, se muestran orgullosos de ello.

Y en un sistema en desmayo, con PP-PSOE-Monarquía colapsando, y la puerta de la izquierda cerrada, solo quedaba una rendija: la extrema derecha. Por ahí ha encontrado una salida la frustración de una gran parte de la ciudadanía que no se siente representada por la clase política y que no encuentra, ni la dejan encontrar, soluciones. Porque, ¿cómo desactivar el discurso de Vox cuando es muy similar al de Partido Popular o Ciudadanos, pero más auténtico? ¿Qué voces realmente progresistas en ámbitos académicos, periodísticos o intelectuales van a luchar contra la emergencia de Vox si son casi inexistentes?

El ejemplo militar

Usemos el caso militar como ejemplo concreto de la situación. Desde mi punto de vista, como persona vinculada a infinidad de militares que se encuentra en múltiples foros con ellos (incluidas redes sociales), opino que los militares temporales son un colectivo que se cuenta por decenas de miles en Andalucía y me atrevería a afirmar que han votado de forma muy considerable por Vox o, en su defecto, que no han votado PSOE ni tan siquiera PP. ¿Por qué?

Bien. El PP es el responsable de su expulsión a los 45 años de edad, una expulsión que ellos consideran injusta. Descartado el PP, el PSOE les llegó a prometer a principios de año, incluso lo propuso, la paralización de su expulsión y la búsqueda de una solución satisfactoria. Al llegar al poder, Zaida no respondía el teléfono y se despachaba con algunos de ellos calificándolos como fascistas. No solo eso, Margarita Robles dio un portazo a sus pretensiones y olvidó las promesas socialistas de solucionar su problema. Desamparo por el PP, traición por el PSOE... Llegadas las elecciones de Andalucía, ¿cómo puede un militar temporal andaluz votar al PP o al PSOE?

¿Ciudadanos o Podemos? Da la casualidad que tanto uno como otro han gobernado en estos años con el PP y el PSOE y... ¡nada! Mayor cordialidad, mayores promesas, pero el problema de los militares sigue sin solucionarse. Ninguno de estos partidos ha exigido solución al problema militar a PSOE o PP como condición inexcusable al apoyo político, para ninguno de ellos es un eje de su discurso. Así pues, ¿por qué votar a Ciudadanos o Podemos si cuando han apoyado a PP y PSOE nada ha cambiado?

Sin embargo, Vox se ha volcado con muchos de los militares temporales que están siendo expulsados a los 45 años de edad. Les escucha, les presta medios y espacio, les apoya. Y cuentan con una indudable ventaja: no han gobernado, por lo que ni han traicionado ni han olvidado... ¿Habrán votado militares y sus familiares a Vox?

Y lo que comento del colectivo militar, al menos de un parte de él, seguramente sea extrapolable a otros colectivos o figuras sociales. Los guardias civiles, policías o denunciantes de corrupción, por nombrar algunos con los guardo más o menos relación, diría que tampoco se sienten satisfechos con el PP ni con el PSOE.

Regeneración o extrema derecha

Al final, siempre llegamos a la misma encrucijada: regeneración real o extrema derecha. El Establishment decide, mientras tanto, aquí tienen a Vox.

 

Luis Gonzalo Segura, ex teniente del Ejército de Tierra y autor de 'El libro negro del Ejército español'.

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