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Opinión · La oveja Negra

Adiós a Antonio Lozano, adiós a un grande

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Hoy no tenía que publicarse esta columna. Hoy deberíamos estar hablando de un libro, como todos los domingos. Y no leyendo estas líneas convertidas en una carta de despedida. Por que Antonio Lozano se nos ha ido. Uno de los autores más originales y comprometidos dentro del género negro. Pero no, a él no le hubiera gustado que dejásemos de hablar de libros, su gran pasión. Así que reproduzco aquí lo que escribí en este mismo medio sobre Harraga, su gran obra. Convertida en un clásico de la novela negra que aúna todas las características y la temática de la escritura de Lozano. Rompiendo estereotipos sobre la inmigración, la justicia, la explotación, y África siempre al fondo. Como un dios moribundo en el que nadie cree.

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De eso es de lo que nos habla Harraga, este clásico de la novela negra escrito por Antonio Lozano y editado por Zoela en 2002 y Zech en 2011. De que la única frontera que existe es la que diferencia a los que están arriba de los que están abajo. Y que el único color que nos hace distintos los unos de los otros es el color del dinero.

Jalid es un joven camarero de Tanger. Viene de una familia pobre, formará una familia pobre y morirá pobre. Este es tu destino si vives en Marruecos. El futuro no existe si no hay esperanza. Por las noches, desde la costa ve iluminarse las luces de Tarifa con el brillo que tienen los sueños. Pero uno tiene que pagar por convertir los sueños en realidad. Y, si eres pobre, el precio siempre es muy alto. Trafico de drogas, traiciones y venganzas en una novela que transmite humanidad en cada una de sus páginas.

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Antonio Lozano consigue desde la historia personal, casi íntima, de Jalid, mostrarnos las miserias de occidente, la crueldad despótica del tercer mundo, la hipocresía de la sociedad en torno a la droga y a la inmigración. Harraga deja ese poso en el lector de las tragedias clásicas, de obra imprescindible. Imperecedera.

El mejor homenaje que se puede hacer a Antonio Lozano es leer su obra. Disfrutar de su prosa, dejarse llevar por sus historias. Porque él está ahí, entre sus palabras y sus frases, entre sus personajes y sus tramas. Y siempre podremos volver a estar con él cuando abramos uno de sus libros.

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