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Marlaska la tiene más larga

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La valla de Melilla en 2018. @lularoal

Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)

En el año 2016 la fundación porCausa presentó un proyecto que analizaba el uso de los muros fronterizos en el mundo. Los datos de proliferación de los muros entre países eran importantes: de menos de 20 muros que había en el mundo en 2001, se pasó a más de 50 en 2013 hasta superar los 80 en 2020. Este éxito de los muros no se debe a que realmente sirvan para impedir los movimientos de las personas puesto que está sobradamente demostrado que no lo hacen.  Los muros representan una barrera narrativa entre el país que lo construye y el otro país. Esto es lo que la arquitecta Lucía Gutierrez, que dirigió el análisis de porCausa, denomina arquitectónica de la exclusión. 

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No hay nada más que ver el ejemplo de Estados Unidos. Trump basó parte e su campaña electoral en las promesas de construir un muro entre Estados Unidos y México. La realidad es que el muro ya existía. Lo construyó Clinton en 1994 y Bush lo reforzó en 2002. El muro cubre parte de los pasos posibles entre ambos países, pero deja sin cerrar toda la parte fronteriza que corresponde al desierto. ¿Para qué construir algo en un sitio en el que es imposible que un ser humano sobreviva? La única razón que puede tener un dirigente para querer gastarse el erario público en construir un elemento inservible es que sea una metáfora que recuerde a los otros que están fuera de la parte protegida de la valla. Vosotros no sois Nosotros, ese es el mensaje. 

Ahora, nuestro ministros de interior el señor Marlaska, emulando a Trump, vuelve a darle al manido tema de las vallas de Melilla y Ceuta. Este pasado lunes el ministro anunciaba que iba a incrementar el tamaño de ambas vallas en un 30%. Esto quiere decir que ambas vallas subirán hasta los 10 metros. 

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Teniendo esto en cuenta hay que preguntarle al ministro dos cosas muy importantes. La primera es, ¿qué espera conseguir con este cambio de las vallas? Tal y como está diseñadas las vallas actualmente es casi impensable atravesarlas. Con inclinaciones, elementos dañinos y disuasorios como la doble valla o la sirga tridimensional, a los que se añaden los refuerzos de valla de la zona de Marruecos, que está incluyendo la concertina como uno sus los elementos arquitectónicos principales.  Dicho esto, cientos de personas siguen intentando cruzar esas vallas todos los años. Cuando un flujo natural se intenta parar, lo que suele pasar es que, como si fuera un río, atravesará el obstáculo por arriba, por debajo o por lo lados. Ningún cambio de las vallas acometido en los últimos 30 años ha sido realmente significativo para contener los flujos. Ahora bien, sí que se ha notado en la gravedad de las heridas de aquellas personas que no han sido capaces de atravesar las barreras físicas. 

Por otro lado, el ministro tiene la obligación de expresar con claridad meridiana cuánta inversión de dinero público implica este cambio de las vallas y quién va a ejecutar los trabajos. Según el diario el País se van a invertir 32 millones de euros. 32 millones de euros de nuestro dinero público que se va a usar en que las vallas hagan más daño en lugar de utilizarse para generar un sistema de migración mejor regulado, mejorar los sistemas de acogida, o luchar contra la corrupción, por poner algunos ejemplos. Y, a estos millones de cambio de vallas, habría que sumarles lo que se haya gastado en las nuevas cámaras de vigilancia que instaló en la legislatura anterior, todos los costes de mantenimiento de las estructuras y demás gastos adicionales. 

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Marlaska asegura que quita la concertina aumenta la altura de la vallas y añadirá elementos que incrementen la seguridad de las vallas, sin aportar ninguna prueba de que estas acciones sirvan para nada más que gastar dinero y demostrar que él puede tener la valla más grande y más larga. Es triste pensar que este gobierno y sus ministros pueden quedarse en esa rueda eterna de la demagogia facilona y la inversión cientos de millones de dinero público en obras temporales, de dudosa eficacia, realizadas por las habituales empresas del sector de la construcción. 

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