Opinión · Otras miradas
Mujeres esclavas a mil euros
Documentalista y analista político
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Se estima que una de cada tres mujeres en el mundo será violadas o sufrirán abusos a lo largo de su vida (UNICEF)
Hay empleadas del hogar a los que una mafia legal amparada por el Estado retira el pasaporte cuando llegan al país de destino. Una vez en allí, no pueden viajar sin permiso del matrimonio que las compra. Pagan por ellas unos pocos miles de euros, y en algunos casos son transferidas de una a otra casa sin su consentimiento. No pueden cambiar de empleo. Tampoco descansan, si acaso un día a la semana, y algunas no pueden salir solas. Carecen de toda privacidad. La explotación laboral y los abusos sexuales en Oriente Próximo a veces guardan relación. Pero es imposible calcular la verdadera dimensión de las violaciones, porque la mayoría se ocultan por miedo.
https://www.youtube.com/watch?v=7mh7dlP7R2s
En internet mujeres pobres y desarraigadas denuncian acosos y violaciones. Este sistema que facilita la extorsión, el abuso y la humillación se llama Kafala, que ¡oh, casualidad! se da en los países del Consejo de Cooperación del Golfo. De uno u otro modo, se reproducen parecidos abusos en Arabia Saudita, Omán, Bahrein, Kuwait, Qatar, Emiratos, Líbano o Jordania. Este modo de patronazgo ejerce un control absoluto sobre mujeres dispuestas a sacrificar unos años preciosos de sus vidas, por una reclusión de inciertos resultados.
El trabajo en negro y los abusos laborales se centra en el mercadeo de personas con la mala fortuna de nacer pobres. Es más fácil el abuso en una casa que en los lugares públicos. Hay otros muchos inconvenientes, porque si tienen la mala fortuna de compartir hogar con un maltratador/a, es muy difícil escapar, pues no poseen su pasaporte. La realidad es que el rostro de la pobreza es femenino, y su geografía son los hogares y los hoteles.
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En el 2018 aparecieron anuncios en Arabia Saudí de “trabajadoras del hogar a la venta” (Maid for sale). Se trataba de mujeres marroquíes, admiradas y odiadas a partes iguales en el reino wahabí. No son las únicas; es común encontrar etiquetas en aplicaciones de Silicon Valley como #filipinas, #marroquíes, #africanas, #indonesias, descritas como mujeres dóciles, trabajadoras, calladas y discretas.
El documental Maid for Sale, de Dima Al Joundi, explora la situación de las mujeres de Sri Lanka en El Líbano. Proliferan lo chulos de medio pelo que gestionan “agencias”, y explican sus pulcros métodos de reclutamiento. Una vez en las casas, son custodiadas por el matrimonio, y a partir de ahí, las espera una vida incierta.
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https://www.youtube.com/watch?v=IvXohWSQ5co
No es el único país. En Kuwait, … ¡chicas a la venta para el cuidado doméstico! “es una chica muy guapa, de verdad! Puedes levantarla a las 5 pm, que no se va a quejar”, señala el patrón en Maids for sale, un reportaje producido por BBC, donde se fustiga a empresas como Google, Apple, o Facebook, cómplices por amparar la esclavitud en aplicaciones como ¡4sale!.
Las mujeres pobres y sin recursos son el último eslabón de un sistema de explotación perverso. Los países del Golfo reúnen lo peor del neoliberalismo y del islam político, bien sea panarabista, monárquico, o de los Hermanos Musulmanes. La legislación para la protección de estas mujeres es nula en la práctica. Pero los países del Golfo no lo tienen fácil, porque es difícil lavar esta inmundicia, por muchos millones que gasten en arte contemporáneo, en ferias tecnológicas, o en mundiales de fútbol.
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Una mujer a miles de kilómetros de su hogar sufre. Su exposición en máxima y el sacrificio es enorme. ¿Cuál es su destino? Son sombras sin nombre. Aquellas que se defendieron vivieron una tragedia, como la indonesia Tursilawati, quien dijo que mató a su empleador en defensa porque la iba a violar. Tras pasar años en la cárcel, fue decapitada en el 2018. Ni siquiera las autoridades indonesias fueron avisadas.
Ahí están las adolescentes sirias pobrísimas, sin medios, y en casas improvisadas de plástico con las que trafican desde Jordania. Algunas contratadas para el servicio doméstico conocen su destino.
Una mujer africana o asiática que se expone a un largo viaje en busca de trabajo, sin un protector macho, es probable que sea violada, como sucede con aquellas del Sahel, el África negra, o las americanas en su tránsito por Centroamérica y México. Los abusos son una pandemia universal.
La esclavitud no es una excepción, más bien una regla en un feroz y despiadado mercado de deseos y abusos nunca satisfechos, cuyo principal combustible es la mujer.
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