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Opinión · Ecologismo de emergencia

Lecciones impartidas por el coronavirus de la COVID-19: El decrecimiento “ordenado” es posible

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Muchos han muerto y otros morirán por culpa de la enfermedad del COVID-19. Si una muerte ya es algo dramático, una pandemia es algo muy triste. Pero este episodio nos deja unas cuantas lecciones impartidas que podemos aprender (o no). Veamos:

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  1. El decrecimiento, algo que parecía una utopía para muchos, se ha hecho realidad, aunque sea temporalmente. Esta es la principal lección que debemos aprender y practicar. Reducir la contaminación es posible y deseable. Por malo que sea este coronavirus, la reducción en la contaminación ha salvado más vidas que los fallecidos. El frenazo en la producción ha supuesto un respiro para toda la biosfera (Homo sapiens incluidos).
  2. La segunda gran lección que debemos aprender es la humildad. Los seres humanos somos vulnerables y la tecnología no resuelve todos los problemas. Los problemas que resuelve la tecnología requieren grandes cantidades de energía y materiales. Cuando no tengamos acceso a ello, las soluciones tecnológicas no estarán disponibles. Actuar unidos y con sensatez es el mayor poder del ser humano, en cualquier contexto.
  3. Resolver los problemas a tiempo tiene ventajas respecto a dejarlos para el final. Los problemas ambientales ya son demasiado graves y tenemos un amplio abanico de soluciones que tenemos que aplicar urgentemente. ¿A qué estamos esperando?
  4. Este virus ha servido para tomar conciencia de que viajamos demasiado y de que es muy fácil viajar menos. Millones de vuelos han sido cancelados y la humanidad no ha percibido graves efectos más allá de inconvenientes a minorías. Tenemos que replantearnos el turismo y las relaciones profesionales. Con virus o sin virus, deben evitarse los viajes en coche o avión que sean prescindibles. El avión es el medio de transporte más contaminante jamás inventado (con más problemas aún si es low cost).
  5. La globalización tiene grandes ventajas y grandes inconvenientes, pero podemos minimizar los problemas. Una enfermedad en China se convierte en pandemia global. Igualmente, la contaminación en China mata a personas por todo el globo, aunque eso no sea tan evidente a pesar de que los científicos lo han dejado claro.
  6. Los cambios radicales son aceptados y entendidos por la sociedad, cuando los gobernantes los explican apoyados en la ciencia.
  7. Las TIC nos ofrecen mecanismos para trabajar desde casa, evitando pérdidas de tiempo y contaminación. Hasta el gobierno español ha hecho videoconferencias (con los presidentes de las distintas comunidades) ahorrando también pingües gastos de dinero público. La asistencia a congresos con dinero público debería ser exclusivamente a distancia.
  8. Reducir la jornada laboral es algo positivo para las personas y el planeta y no tiene que ser necesariamente algo negativo para las empresas. Lo importante no es estar presentes en el lugar de trabajo muchas horas sino cumplir objetivos. Para no ser calificados de “radicales”, pedimos al menos probar una microrreducción de la jornada laboral, algo fácil de implementar en casi todos los trabajos y que seguramente conlleva un aumento de la productividad (como ha ocurrido anteriormente).
  9. No todos los empleos son igual de necesarios. Hay sectores que son muy importantes (sanidad, educación, redes eléctricas, trenes…) pero otros son muy prescindibles o directamente perjudiciales. Debemos hacer una transición sensata a una economía verde, potenciando los sectores importantes desde lo público, lo cual nos garantiza una respuesta controlada y equitativa ante cualquier contratiempo. La transición es obligatoria. Nosotros podemos decidir si hacerlo ordenadamente, o hacerla cuando un colapso ecológico nos obligue de forma poco agradable.
  10. Se pueden cancelar actos contrarios a la vida y a la ética sin trastornos. El coronavirus ha hecho cancelar eventos de tauromaquia y jornadas de caza. Miles de animales han salvado su vida y cientos se han salvado, por el momento, de una tortura atroz.
  11. Se pueden escuchar los pájaros en las ciudades o simplemente el silencio. ¿No nos avergüenza a los humanos ser más productores de ruido que de música?
  12. Se puede relajar el objetivo de déficit para las cosas importantes. La Comisión Europea lo ha hecho con Italia (pero no lo hizo con las crisis de Grecia ni de España). Algunos dicen que es “porque el coronavirus también mata a gente rica y amenaza con un nuevo derrumbe económico global“. Es muy urgente eliminar la norma que imposibilita que el BCE preste dinero a Estados (Art. 104.1 del Tratado de la UE). El objetivo de ese artículo es evidente: no importa el bien común, lo importante es que llegue a los bancos el dinero de los de abajo.
  13. Rescatemos la solidaridad y la unidad. En tiempos convulsos, surge lo mejor (y puede que lo peor) de algunas personas, pero la solidaridad siempre está presente. Debemos potenciarla para que la conciencia de equipo y el bien común estén por encima de intereses particulares. El coronavirus nos ha servido para darnos cuenta de la calidad humana de muchos profesionales (médicos, enfermeros, trabajadores de tiendas de alimentación, distribuidores, centrales eléctricas…). Por solidaridad y justicia, las grandes fortunas y las grandes empresas tienen mayores compromisos para con esta transición. Los paraísos fiscales son un cáncer que nos impide avanzar en la dirección correcta.

    • David Trueba ha inventado una distopia posible: Imaginen que el coronavirus se extiende por Europa incontroladamente. Si África fuera un lugar seguro, ¿emigrarían allí los europeos? ¿Aceptarían los africanos la llegada de europeos pobres?

Así pues, la crisis del coronavirus nos ha mostrado que podemos hacer grandes cambios, sin grandes trastornos. Algunas personas han salido perdiendo con estos cambios, pero el bien común es más importante que el bien particular.

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El impacto en la economía será muy fuerte, pero muy necesario y una excelente oportunidad para reformular muchos planteamientos (fomentar turismo local, reducir jornada laboral, quitar privilegios a los bancos y a los coches…). No obstante, las pequeñas empresas y los más vulnerables deben ser ayudados ante estos cambios. Recordemos que el primer mundo tiene muchos tipos de pobreza y la solución es siempre la misma.

Un posible riesgo asociado al confinamiento de la población por el coronavirus es que dentro de 9 meses haya un boom demográfico. Los científicos han concluido que tener un hijo tiene un impacto ambiental descomunal (comparado con otras acciones como dejar de viajar en avión, reciclar o usar renovables). Uno de los objetivos ambientales más difíciles de controlar es la superpoblación.

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Conclusiones

La emergencia climática es una emergencia sanitaria de mayor gravedad y urgencia que la del COVID-19. Pase lo que pase con el coronavirus, algunas medidas tomadas deberían mantenerse. Y otras medidas urgentes no deben postergarse más. Por ejemplo, la agricultura ecológica será parte de la solución, sea cual sea ésta (como explica Vandana Shiva).

Para terminar, la primera letra erre de la ley de las tres erres es REDUCIR: reducir la producción, reducir el consumo, reducir los viajes, reducir las horas de trabajo, reducir la natalidad… Algunas demandas ecologistas “clásicas” han sido implementadas de forma inmediata por culpa de un virus que, al fin y al cabo, es menos letal que la contaminación atmosférica. Hemos aprendido que podemos hacerlo. Y además, sin virus es más fácil organizar y pensar las cosas con calma y con sentido ambiental.

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Pepe Galindo

es autor de Blog Sostenible 

https://blogsostenible.wordpress.com/ 

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