Opinión · Cuarto y mitad
Fraude de ley
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Deseaba votar en las elecciones gallegas o vascas y me lo impidieron porque tenía que demostrar que estaba empadronada allí; deseaba pedir una hipoteca a 30 años, pero me dijeron que era demasiado mayor, aunque yo les jurara que me sentía como si tuviera 25; deseaba pedir la nacionalidad italiana (siempre me ha gustado Italia) pero me dijeron que si estaba majareta o qué. Incluso para apostatar de la religión católica tenía que pedir varios documentos y someterme a un largo proceso del que al final desistí. En fin, que he tenido un montón de deseos, pero todos me han sido denegados porque necesitaba mostrar un puñado de papeles diversos. En ningún caso ha bastado con la expresión de mis más sinceros sentimientos.
En cambio, si yo me presento en el Registro Civil afirmando que “me siento hombre”, y quiero que se cambie mi sexo/género, parece ser que no se me pedirá ningún otro requisito, documento o procedimiento probatorio a juzgar por cómo está redactado el Proyecto de Ley Trans ¿Quién podrá poner en duda la autenticidad de mi sentimiento? ¿El funcionario que sospeche que soy una impostora? ¿Mis vecinos? ¿El Centro de Inteligencia Nacional? ¿James Bond? Si mi autodeclaración es el único requisito que se pide para producir el efecto deseado no hay nadie que pueda acusarme de falsedad. ¿O habrá algunas personas sinceras y por tanto creíbles y otras mentirosas y por tanto falsas en la expresión de sus sentimientos? ¿Y cómo se podrá diferenciar unas de otras? ¿Habrá que someterse al Polígrafo o máquina de la verdad?
Alguien podría objetar si me ve que “no parezco un hombre”, pero eso sería simplemente una apreciación personal que pondría en duda mi sentimiento, y por tanto negaría mi identidad, e incluso mi existencia, al decir de algunos. Si no es necesario tampoco tener un determinado aspecto o expresión de género concreta (veo en Twitter personas con aspecto varonil que declaran ser mujeres; veo menos personas de aspecto mujeril que digan ser hombres, qué curioso); en cualquier caso, parece que no es el aspecto viril o hembril el que puede certificar el fraude. ¿Cómo y quien va a poder demostrar que alguien está cometiendo fraude de ley si no hay ningún requisito formal, documental o procedimental que haya que presentar para avalar mi sentimiento?
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¿Por qué se esgrime este argumento ante algunas críticas que se formulan al proyecto de ley trans? ¿Piensan quienes lo sostienen que hay que creer en la buena fe de los individuos? ¿Qué no existe la malicia? ¿Que si hay una ley que pueda favorecer en determinados supuestos la gente no va a recurrir a ella en caso de necesidad? ¿Quién va a vigilar que no se produzca fraude de ley? Francamente, yo lo que encuentro fraudulento es que una ley pueda amparar la materialización incondicional de los deseos. Como he dicho al principio yo tengo muchos deseos, pero hasta ahora casi todos han resultado insatisfechos.
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