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Opinión · Punto y seguido

28 notas sobre la tragicomedia del asalto al Capitolio

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  1. Todo indica que el objetivo principal del asalto del 6 de enero fue salvar el capitalismo de las amenazas, al igual que el 11S, con la diferencia de que los atentados del 2001 lo intentaron mediante el militarismo expansionista de EEUU invadiendo a otras naciones, mientras la “conmoción” provocada por el 6E. de 2021 está dirigida a aterrar a la clase trabajadora del propio Estados Unidos. El “vikingo” de gorra con cuernos, la imagen de la jauría fascistas es Jake Angeli, un declarado anticomunista, cuyo disfraz pretendía quitar hierro de la peligrosísima situación que se gesta en el seno de la superpotencia.
  2. La versión oficial de lo sucedido no se sostiene por ningún lado: De repente unos vándalos blancos armados con pistola o palo de beisbol, incitados por el propio presidente de EEUU, han hecho de “insurgentes” invadiendo la sede “de la democracia”, intentando asestar un “golpe de estado” contra el próximo presidente Joe Biden.
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El demonio en los detalles

  1. Sin embargo, no fue una acción espontánea. Según Wall Street Jornal, desde hacía un mes las redes sociales de los grupos que profanaron la sede del Congreso contaban sus planes para este día en concreto, puesto que la ley federal establece que los diputados deben reunirse el 6 de enero a las 13.00 horas, y dirigidos por el vicepresidente del país, abrir los certificados sellados de los votos de cada estado. ¿Cómo es que las bandas fascistas pueden utilizar las plataformas de información libremente, pero Julian Assange está perseguido? ¿Por qué, entonces, las fuerzas de seguridad no activaron los protocolos de emergencia o el alarma por actos terroristas? Los asaltantes la mañana del mismo día celebraron una marcha bajo el lema de "Salvemos a América", para luego dirigirse al Capitolio. Una vez dentro del edificio, la policía casi les da la bienvenida con la sonrisa y fotos incluidas.
  2. Fue una acción coordinada, entre los altos funcionarios del Estado, incluido políticos, militares, servicios de inteligencia y los grandes medios de comunicación. El policía retirado del capitolio Theortis Jones cree que "les permitieron hacer lo que hicieron"; la congresista demócrata Zoe Lofgren afirma que la Policía del Capitolio le mintió al afirmar que había avisado a la Guardia Nacional: “No la había llamado" recalca, y una vez que se le llamó, denuncia el gobernador republicano Lawrence Hogan, el Pentágono (cuyo jefe Mark Esper, sospechosamente, fue cesado semanas antes) rechazó la solicitud de enviar tropas al Capitolio. El Washington Post informa que días antes, el Pentágono había emitido órdenes de desarme de la Guardia Nacional.
  3. No fue un intento del golpe de estado. Todos sabemos cómo son los golpes de estado organizados por los estadounidenses: el arresto de los líderes de las formaciones democráticas (partidos, sindicatos, organizaciones feministas y estudiantiles, etc.), el envío de matones y militares amados a las calles protegidos por francotiradores, tanques y helicópteros; la toma de los aeropuertos, los medios de comunicación, etc., y destruir la resistencia armada de los atacados. Por su parte, los dirigentes oficiales del país, en tales situaciones, convocan una reunión de urgencia con los responsables militares fieles, los servicios de inteligencia, etc. diseñando un plan, y emiten un comunicado dirigido a la nación para informarles de lo sucedido, invitándoles a neutralizar el golpe con sus movilizaciones. ¡Nada de esto sucedió en la función “teatral” del Capitolio! La última “obra” de los maestros de hacer golpes de estado fue en Turquía en julio de 2016, cuando intentaron asesinar al presidente Erdogan, bombardeando su hotel y al no conseguirlo disparar al embajador de Rusia en Ankara. Hubo cientos de muertos y decenas de miles de detenidos.
  4. Durante el asalto ni se les vio a los líderes del Partido Demócrata, Joe Biden, Nancy Pelosi, Barak Obama o los Clinton. Ninguno convocó a la población a resistir y apoyar al presidente electo.
  5. Tres días antes, los diez exsecretarios de Defensa vivos firmaron una declaración respaldando los resultados electorales y advirtieron sobre la injerencia de los militar en la política. ¿Tenían alguna información sobre un golpe militar? ¿Se la dieron al presidente electo? ¿Es posible que el Partido Demócrata, que va a tomar el poder una vez más, no tenga un servicio de ciberseguridad propio?
  6. ¿Nadie de la Comunidad de Inteligencia, una federación de 16 agencias del Gobierno dedicada a la seguridad nacional, se puso en contacto con los demócratas para avisarles del plan de los asaltantes?
  7. ¿Es posible que los servicios de seguridad del Capitolio no hubiesen visto las imágenes de la marcha de unos 2 mil individuos enfadados hacia la sede del máximo órgano de la soberanía popular? ¿Qué pasa con cientos de cámaras que fueron colocadas en las calles aledañas de este complejo, después del 11S?
  8. Una vez que los ocupantes se marcharon, el “Estado” no mandó a arrestar al jefe de los “sublevados”, supuestamente Donald Trump, o a una veintena de sus cómplices republicanos en el Congreso. Biden recomendó al presidente golpista a que “hiciera lo correcto” y se desmarcase de los asaltantes: ¡Vaya! ¿Por qué a Salvador Allende no se le ocurrió darle el mismo consejo de hermano a Augusto Pinochet?
  9. Horas después, aparece un Joe Binde para suavizar lo ocurrido: pide "unidad" de sus "colegas republicanos" y los anima a los mismos que con su narrativa sobre “el fraude electoral” han inculcado a millones de personas que su futuro gobierno es ilegitimo, a ser una oposición "fuerte y de principios". Es así que la horda, compuesta los grupos fascistas y mafiosos como los Boogaloo, “Q-Anon o Ku Klux Klan no se ven a sí mismos como “golpistas” sino salvadores de la democracia del país.

La versión alternativa de los hechos

  1. Los políticos de ambos partidos, con el fin de salvar los intereses de las compañías de armas o del petróleo, por ejemplo, han mentido a sus propios ciudadanos y al mundo entero durante años: las guerras contra Yugoslavia, Iraq, Afganistán, Libia, Yemen, Siria, etc. sólo son parte de su peligrosa capacidad de falsificar la realidad y manipular la opinión pública y conseguir que los estadounidenses enviasen a sus hijos al matadero a los países lejanos, para mantener la “estabilidad” del poder en EEUU y enriquecer a sus gestores. Por lo que dudar de la versión oficial no sólo es sano sino imprescindible. Esta es la misma “democracia” que contrató a los científicos militares nazis, y bajo la clave de la “Operación Paperclip” los trasladó a EEUU, o la que probó armas bacteriológicas sobre 80.000 ciudadanos propios en San Francisco.
  2. Una acción de tal envergadura, por la implicación de los responsables de todos los estamentos del poder en EEUU no podía ser realizada sin la complicidad de los propios líderes demócratas. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se negó a pedir una investigación sobre los involucrados en el complot. "Una minoría del Partido Republicano debería avergonzarse de sí mismas", como si hubiera robado un donut de un supermercado, mientras decenas de miles de estadounidenses llevan años en la cárcel por minucias, como Richard DeLisi de 71 años que pasó los últimos 31 encarcelado por un delito de tráfico de marihuana. Trump será la Cabeza de Turco. El principal motivo de demonizar a este personaje ha sido su oposición a las continuas e interminables guerras: la OTAN no quiso un Trump II.
  3. "Mi objetivo principal es unificar este país", promete Biden, para que los banqueros y los desahuciados beban a su salud. Ya sabemos que cuando un mandatario habla de la “unidad” se refiere a que los oprimidos, que son los que agitan el silencio de cementerio que busca el poder; que dejen de reivindicar libertad, justicia social e igualdad. Por pura casualidad, el capital financiero desde Wall Street Jornal pidió a los republicanos que apoyasen a Biden, y los generales, la Cámara de Comercio, la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM), que representa a miles de grandes corporaciones, han exigido un impeachment contra Trump.
  4. El 8 de octubre una banda fascista intentó secuestrar y asesinar a la gobernadora de Michigan, la demócrata Gretchen Whitmer. ¿Iba a ser un ensayo para sondear las reacciones? ¿Cuál era la conexión entre los secuestradores y el poder? Los asaltantes del Capitolio llevaban bridas para inmovilizar a los diputados
  5. Los partidos Republicano y Demócrata y sus dirigentes millonarios no representan a la mayoría de una nación que se desangra a causa de la profunda y amplia crisis económica, política y social y ahora, además, de salud, sino a la élite gobernante. Sus diputados y presidentes son designados por los grandes corporaciones y lobbies que invierten en sus campañas electorales, convirtiéndoles en el rehén de sus infames intereses: “quien paga manda”: por eso Trump visitó antes que ningún otro lugar a Arabia saudí e Israel no al Distrito de Columbia de la propia Washington DC, por ejemplo, que alberga el mayor índice de sintecho de todo el país.

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Y ¿Cuáles eran los objetivos de la “conmoción”?

  1. Renovar la alianza bipartidista para aplastar las movilizaciones de los oprimidos que amenazan el sistema. Hay un volcán de tensiones acumuladas en el subsuelo de EEUU que ni Biden ni Dios podrá contener su estallido. En el último año millones de ciudadanos han perdido sus trabajos. Si antes del COVID19, el 12% de los hogares ya vivía en pobreza ahora además 30 millones de personas pueden perder sus casas hipotecadas.
  2. Presentar a Joe Biden como víctima “progresista” de organizaciones fascistas, y consolidar su débil posición dentro del PD, cuya ala izquierda ve cómo con él ya ha empezado a traicionar sus promesas. Pues, se trata del “sistema” que no sus representantes: ¿Se acuerdan de cuando Obama criticó al policía que detuvo al catedrático de la Universidad de Harvard Henry Gates por entrar en su propio domicilio? Tuvo que pedirle disculpas e invitarle al té a la Casa Blanca -con Joe Biden presente. Durante los asesinatos de los ciudadanos afros del año pasado, Biden se negó a abordar la brutalidad policial en sus discursos.
  3. Establecer uan serie de “reajustes” para limitar los derechos de los ciudadanos, que en tiempos “normales” no se puede hacer. Que Twitter y Facebook cierren las cuentas de nadie menos que el presidente del país Donald Trump por las “declaraciones violentas”, es una señal de lo que pasaría a los líderes de los movimientos obrero, feminista, o Black LivesMatter. ¿Convocar una huelga obrera es un acto “violento”?
  4. Aterrorizar a la población para que se conformen con el “mal conocido”. La “sociedad de miedo” sacrificará voluntariamente las libertades vitales por otro bien supremo: la seguridad. Los medios de comunicación hablan de una posible guerra civil y el general Michael Flynn recomienda la suspensión de la Constitución y la proclamación de ‎la ley marcial. En esta línea apocalíptica algunos foros políticos incluso están barajando la disolución de EEUU en un proceso que podrá ser aún más rápido que la Unión Soviética. ‎ ‎
  5. La crisis multidimensional de EEUU es tan amplia y profunda que podrá lanzar nuevas guerras contra otras naciones para exportarla. Tres de sus once portaviones nucleares están en el Golfo Pérsico mientras Trump ha enviado varios bombarderos tipo B-52 a la base de Diego Garcia en el Océano Indico, a la vez que Mike Pompeo acaba de señalar a Irán como la “nueva base de Al Qaeda”. Pero ¿ no estaba el mando de esta organización en el Pentágono?

Un panorama inquietante

  1. Quizá nunca sepamos lo que realmente sucedió. Llama la atención el suicidio de uno de los oficiales del Capitolio Howard Liebengood con 15 años de servicio, días después. Los “suicidios” al igual que los “accidentes” forman parte de los métodos habituales de cerrar la boca de quienes saben demasiado: el “suicidio” del pedófilo Jeffrey Epstein, amigo de Trump y los Clinton, o la muerte en “accidente” de helicóptero de 22 soldados de la élite SEAL que (no) asesinaron a Bin Laden, son solo unos ejemplos.
  2. Los “sublevados” representan a la base del fascismo: el lumpenproletariado, parte de la clase obrera, integrantes de la clase media arruinados, y una burguesía asustada que sólo necesitan un líder populista para que les emocione con la promesa del regreso del paraíso perdido: el llamado “sueño americano”.
  3. El fascismo estadounidense se organiza y a marcha forzada: El 20 de enero de 2019, en Richmond, Virginia se tuvo que declarar Estado de emergencia por la manifestación de unos 10.000 fascistas armados, la más numerosa de la historia de EEUU. En 2017 los supremacistas blancos hicieron una marcha armada en Charlottesville. Estas fuerzas tienen sus representante en el Congreso: Marjorie Taylor Greene de , o Lauren Boebert -quien pide llevar pistolas en el Capitolio-, son sus rostros públicos.
  4. Esto no ha hecho más que empezar. En diciembre, el asesor de Trump, Stephen Miller advirtió que el 20 de enero es la "fecha límite" de tomar medidas para proteger la presidencia de Trump. Miller tampoco ha sido investigado. Los asaltante, que consideran su acción un éxito histórico, ya tienen una fecha, “la Epifanía de EEUU”, una mártir, la ex militar Ashley Babbitt y se preparan marchas armadas por todo el país.
  5. La administración Biden-Harris, además de enfrentarse a una brutal crisis sanitaria, el aumento del desempleo y la pobreza también tendrá que gestionar el avance de la extrema derecha, que por un lado utilizará las injusticias sociales para engrosar sus filas y por otro atacará a las victimas de estas mismas injusticias para expandir la violencia.
  6. La clase dominante ya no puede gobernar como antes, sin embargo, la ausencia de la vanguardia -partidos y sindicatos progresistas poderosos-, impide su derrumbamiento y un nuevo orden, dejando espacio a la peor cara del capitalismo. EEUU necesita un tercer partido que represente a grandes sectores de la sociedad.
  7. El fascismo ya gobierno en muchos Estados del planeta, y es imposible derrotarlo sin estrategias internacionalistas.

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