Opinión · Dominio público
Peligroso debate al calor de la nieve
Física y meteoróloga
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El 8 de enero se publicó una noticia que quedó completamente sepultada en medio de un temporal histórico que cubría de blanco muchas zonas de España. Según los análisis del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, 2020 empataba con 2016 como el año más cálido a nivel mundial desde que hay registros.
Mientras el calentamiento global y el consecuente cambio climático continúa imparable, la nieve, la posterior ola de frío y los diferentes récords de temperaturas mínimas reavivaron un debate que, si bien nunca ha terminado de desaparecer de internet, parecía haber resucitado a nivel mediático. Usuarios, periodistas e incluso políticos ponían en duda su existencia en las redes sociales y comenzaba a salpicar en diferentes medios.
Pero, ¿realmente existe esa discusión? La ciencia no tiene ninguna duda de que el cambio climático es real y de sus causas. No existe ese debate en el mundo científico, las estimaciones apuntan a que hay un consenso, al menos, del 97% acerca de su existencia y causas. ¿Y en la sociedad española? Según el barómetro de enero de 2020 del CIS, el negacionismo en España no está demasiado extendido. El 83,9% de los encuestados estaban de acuerdo con que “se están produciendo cambios imprevistos en el clima debido a las acciones humanas sobre el medio ambiente y la naturaleza”, frente a un 8,2% que opinaba que “estamos ante una etapa más del clima, igual que de forma natural ha habido cambios en el clima a lo largo de la historia” y sólo un 2,4% que lo negaba rotundamente.
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A pesar de que la amplia mayoría de la población sabe de su existencia, me parece completamente normal que se despierten dudas cuando se está acumulando medio metro de nieve tras nuestras ventanas y los termómetros se desploman hasta valores récord. El comportamiento del sistema climático, sus interacciones y la deriva que estamos tomando con el cambio climático es algo complejo que la población no tiene por qué conocer de antemano. Para eso estamos los comunicadores, expertos, divulgadores, educadores ambientales etc., para explicar por qué este evento es completamente enmarcable en este escenario de cambio climático, para contar que el cambio climático no elimina la existencia de episodios fríos extremos, aunque sí los hace menos probables que los cálidos (es algo que sabíamos desde hace unos años y que, efectivamente, estamos viendo ya: entre 2010 y 2020 en España, los récords de calor han sido 18 veces más frecuentes que los fríos, según AEMet).
Pero, aunque contemos toda la ciencia que queramos, siempre habrá un sector al que no seremos capaces de convencer. Solemos pensar (yo la primera hace unos años) que el negacionismo surge de una falta de información y un mal entendimiento de la ciencia, pero esto en algunos casos no es así, es mucho más complejo. Hay factores psicológicos y sociológicos que explican estos procesos y que provocan que hacer cambiar de opinión a ese sector no pase por exponer la evidencia o debatir públicamente con ellos.
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Por si fuera poco, el cambio climático es muy difícil de comunicar. En mi caso personal, aprendí que la gente parecía sensibilizarse más con la temática de mis charlas en la parte del debate posterior que durante la charla en sí. Las conversaciones y debates son enriquecedores y, efectivamente, una buena herramienta para hablar y concienciar sobre cambio climático. Pero, aunque algunos entornos pueden favorecer este fin, en escenarios con alta exposición pública el resultado puede ser incluso contraproducente, más aún si se enfrentan directamente las dos vertientes.
En primer lugar, poner en el mismo escenario con un peso similar a dos posiciones que en el mundo científico no lo tienen, da una impresión para quien esté atendiendo al debate, y no sea conocedor del tema, de que esa información está en discusión. Nada más alejado de la realidad. Como hemos visto al inicio de este artículo, ese debate no existe en el mundo científico y no tiene sentido mostrar algo que pueda parecerlo.
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Y hay más, porque el debate tampoco hará que quien está defendiendo una posición negacionista cambie de opinión ni, seguramente, las personas que lo estén viendo que ya tuvieran esas ideas iniciales. No lo harán por muchos informes que se presenten o mucha evidencia que se muestre, mucho menos en un escenario de exposición pública como pueden ser las redes sociales o medios de comunicación.
Por tanto, hacer comparables las dos posiciones públicamente nos da un resultado que poco o nada ayuda a la concienciación ante la crisis climática. Supone una situación que puede generar un gran desconcierto en la población, que pone el foco en un sector que niega o pone en duda la evidencia científica y que, además de no ser representativo, difícilmente haremos cambiar de opinión. Realmente esto último no es nuestro objetivo principal... nuestro objetivo principal es tomar medidas contra la crisis climática de forma urgente y, para ello, debemos velar por evitar la confusión en la población.
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