Opinión · Otras miradas
Cinco preguntas sobre el caso Rocío Carrasco y el periodismo
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Más de tres millones y medio de audiencia y un 33,2% de share. Ese es el dato cuantitativo del impacto (y de la rentabilidad, incluso) de la docuserie de Rocío Carrasco. Desde el momento de la misma emisión no paraban de llegarme preguntas sobre cómo esto afectaba o no al periodismo y al feminismo. Soy periodista, soy doctora en Periodismo, soy investigadora y profesora y, por supuesto, esto no es un documental más. Tiene trascendencia en la propia enseñanza y su ejercicio, aunque solo sea por ese impacto social. Es un objeto de análisis, más allá del formato, sobre el contenido. Voy a intentar resumir las cinco preguntas que más me han trasladado y de las que creo que debemos reflexionar.
1. ¿Es culpa del periodismo?
La historia del periodismo está repleta de casos y testimonios expuestos en televisión en prime time o en portadas a cinco columnas, de economía, de deporte o de política. La propia ley de Violencia de Género dejaba claro que los medios de comunicación debían sensibilizar y prevenir. ¿Se ha hecho siempre? No. ¿Es la violencia de género un asunto de la prensa del corazón? No. Tampoco debían serlo los negocios del rey emérito y la crónica rosa ha puesto más de una vez sobre la pista correcta. No es un asunto del corazón, pero tampoco es un tema de sucesos y nadie levanta la voz cuando cada día se sitúa ahí en la agenda. La violencia de género es, por encima de todo, un tema político y una cuestión de Estado.
Ayer, en un debate en la radio, una jurista incidía en que gran parte de la culpa era de los medios. Tiene razón. Son ellos los que han generado corrientes de opinión pública, los que replican mitos y estereotipos. Pero, ¿toda la culpa es de los medios? Al 100%, no. ¿En quién reside? En mi parecer, si la justicia estuviese siempre a la altura de las víctimas, si la justicia no se limpiara las manos en muchas ocasiones archivando e investigara hasta el fondo, sobre todo cuando hay menores, la propia justicia no alimentaría argumentos falaces en los medios. Es cierto, como debe ser, que la presunción de inocencia y el Estado de Derecho es garantista y que, en caso de duda, se actúa. Pero también que la justicia acumula sentencias repletas de errores en violencia de género, desde la primera de La Manada a los casos de Ángela González o la atención a Itziar Prats. Si hubiera justicia real, a fondo, no habría juicios paralelos en medios.
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2. ¿La televisión es el lugar idóneo?
Depende. Rocío Carrasco no es una persona cualquiera, es un personaje público. La gente empatiza o no con ella desde que está en la cuna, con su madre, con su padre... Rocío Carrasco siente que ha sido juzgada públicamente en los medios de comunicación y, por lo tanto, es legítimo que quiera exponer su versión en el mismo medio y ámbito donde considera que ha sido atacada. Un personaje público que necesita también reparación pública. Esta pregunta puede responderse con otra: ¿La televisión fue el lugar idóneo para Ana Orantes, persona anónima?
Una vez más, se sitúa la lupa sobre cómo se comporta la mujer y no sobre el contenido. Si la violencia de género, como preocupación social, no llega ni al 1% entre la ciudadanía española (CIS), si no se entiende como problema político y social, hay que buscar todas las ventanas posibles. En todos estos años, jamás una mujer maltratada me ha confesado que se salvó de la violencia de género por un libro de Simone de Beauvoir o de Kate Millet ni en un documental de La 2. Una cosa es la teoría, que la necesitamos, y otra la práctica, que es lo inmediato y urgente. Si la conciencia de muchas mujeres para que se salven está en escucharse unas a otras, no estamos para exquisiteces. Vivimos en la era de la información, de los medios, de las redes sociales donde cientos de chicas están expuestas a mensajes de youtubers machistas.
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Hace unos días Fayna Bethencourt explicó en Sálvame su caso de violencia de género. Y me consta que muchas mujeres reaccionaron. Si cualquier testimonio ayuda a comprender cómo es un agresor, la indefensión aprendida, o la autonegación, bienvenido sea. ¿Hicieron mal las mujeres que denunciaron públicamente a Harvey Weinstein? ¿Hizo mal Nevenka en hablar? ¿Hizo mal la víctima de la Manada en mandar una carta a Ana Rosa Quintana? Creo que el tiempo da la respuesta. Hablar es romper la impunidad y el silencio. ¿Es lícito cobrar por este documental una millonada? Es una pregunta que cada persona debe responder por su criterio moral. Y en esa consideración también debería plantearse si es lícito que la otra parte haya cobrado durante décadas en televisión sobre el mismo tema.
3. ¿Por qué ahora?
Pues igual que la media en reaccionar de muchas mujeres es de unos ocho años, igual que las mujeres que denunciaron a Plácido Domingo lo hicieron décadas después, igual que hay mujeres que denuncian a su pareja con 65 años tras toda una vida de malos tratos o igual que muchas personas denuncian sufrir abusos de menores cuando tienen cincuenta años, incluso señalando a la Iglesia. Estaría bien eliminar todos los prejuicios sobre las personas que están puestas en el foco, no se repita la misma historia de Carmina Ordoñez. Las personas públicas pueden estar expuestas a violencia como cualquier otra.
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En ese “por qué ahora” intuyo que también tiene mucho que ver el momento. Dar este paso no hubiese sido igual ahora que hace cinco años, sin 8M del 2018 y sin #MeToo. Mirad el caso Nevenka. Hoy no sería igual que cuando ella lo hizo. En muchas ocasiones, para muchas mujeres, este paso es imprescindible para pasar de víctima a superviviente. Ojo… no todas hacen el mismo camino para su reparación. No hay perfil de agresor, no hay perfil de maltratada, no hay una única vía de recuperación.
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4. ¿Este documental es un lavado de imagen de Mediaset?
Probablemente, ante una parrilla de programación muy crítica. Siempre he dicho que ojalá los medios asuman que esto no se puede ni banalizar ni espectacularizar. Siempre he dicho que aunque se cubra bien una información de este tipo, no me vale si después en una tertulia se deja espacio a voces machistas o programas que refuerzan estereotipos. Tampoco me vale hacer un programa un día solo con especialistas que contextualicen y luego deje de contarse con sus voces. El buen periodismo no se ciñe solo la información de malos tratos sino que debe ser algo transversal. La sensación de lavado de imagen la tengo incluso cada 8M, cuando se hacen programas especiales y luego se olvida.
¿Cuánto hay de compromiso en televisión, en radio, en prensa? Depende porque sabemos que en los medios también hay un peso económico. ¿Qué programa o informativo está libre de no haber revictimizado? Ninguno. Hace unas semanas viví en primera persona escuchar que el asesinato a una mujer y su hijo podía ser justificado como brote psicótico. Esos brotes que, “casualmente”, solo le dan por asesinar a sus mujeres e hijos y no al panadero de la esquina.
Ojalá esto suponga un antes y un después en los medios, de autocrítica, de que esto es una especialización y de que es un sistema. Porque si seguimos justificando en mitos no se distancia mucho de cuando Álvarez Cascos dijo sobre Ana Orantes aquello de que era un “caso aislado", obra de un "excéntrico”. La ética periodística no radica en si una mujer habla o no en televisión, depende de lo que los y las periodistas hagan y digan después sobre ese testimonio.
5. ¿Este caso ayuda al feminismo o va en su contra?
Yo trasladaría la pregunta más allá… ¿este testimonio ayuda o no a las víctimas? ¿A que otras reaccionen? ¿A que el entorno sea consciente de qué errores comete? ¿El caso Ana Orantes ayudó al feminismo? Provocó un cambio en el Código Penal. Quizás el caso ya está ayudando cuando pone sobre la mesa temas de debate que siempre quedaban medio ocultos en agenda, como la violencia psicológica, o que el SAP no existe ni tiene rigor metodológico.
¿Ayuda al feminismo? Creo que ayuda más que cuando el periodismo da voz a teorías negacionistas de violencia de género en programas políticos y tertulias, o cuando en informativos replican las palabras de Vox entrecomilladas o cuando someten este tema a debate, cuando no hay debate sino tolerancia cero. Mitos como las denuncias falsas, el retraso en denunciar, o la mala madre… Ni ayudan al feminismo ni ayudan a las víctimas porque justo replicar sus bulos provoca una merma en el apoyo social de las víctimas.
Un último apunte. El mismo día que Rocío Carrasco era trending topic, un hombre apuñaló a sus hijos y a su pareja en Alcoy. Que escuchar a las víctimas y comprenderlas no se quede solo en un caso.
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