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Frontex, ¿problema o solución?

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José Bautista (@joseantonio_bg) / Fundación por Causa

En 2015, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) expulsó a un agente con nacionalidad maltesa por aplicar tácticas de guerra para capturar a migrantes con destino a Europa. Entre otros métodos, el uniformado cavaba hoyos para enterrarse y pasaba hasta 24 horas escondido para capturar a quienes, a falta de rutas seguras y legales, trataban de llegar a Europa por vía irregular. La noticia no trascendió. Frontex ocultó esta información. Tampoco informó sobre la indemnización que tuvo que pagar al agente de Malta, que denunció a la agencia por despido improcedente, según fuentes de la propia agencia. En aquel momento los uniformados de Frontex no portaban armas. Ahora Frontex es el primer cuerpo europeo armado.

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El episodio quedó zanjado sin que Frontex revisase sus protocolos de reclutamiento para evitar que episodios así se repitan en el futuro. Tampoco se planteó posibles carencias en el cursillo acelerado sobre derechos humanos que reciben sus guardias fronterizos antes de ser desplegados sobre el terreno por primera vez. Hasta la fecha, la agencia con más presupuesto de la Unión Europea carece de mecanismos para evitar infiltraciones de la extrema derecha entre sus filas. El reguero de noticias sobre la implicación de Frontex en abusos contra los migrantes es como la lluvia de Bruselas: apenas cesa. La actual dirección de Frontex hace la vista gorda ante las violaciones de derechos humanos, aseguró recientemente su exdirector adjunto, el español Gil Arias. En resumen: las fronteras europeas están en manos de una institución cada vez más militarizada, opaca y descontrolada.

Frontex apenas tenía 50 empleados en 2005 y su presupuesto anual rondaba los 6 millones de euros. Ahora son 1.200 y el plan actual estipula que en los próximos años la plantilla ascenderá a 10.000 agentes. Este año dispondrá de al menos 460 millones de euros. El Tribunal de Cuentas europeo ya ha dado la voz de alarma: Frontex es una institución "ineficaz" e incapaz de gestionar su vertiginoso crecimiento. Esto y mucho más queda reflejado en el informe 'Frontex: el guardián descontrolado' que este miércoles publica la Fundación por Causa. Su transformación va más allá: ahora la agencia tiene capacidad ejecutiva plena, similar a la de los Estados miembros de la UE.

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Fuentes de la dirección de Frontex reconocen que desde el primer minuto recibieron a las mayores empresas del sector de la defensa, desde la francesa Thales hasta la española Indra, dos de las grandes beneficiarias de la Industria del Control Migratorio. Lo hicieron a puerta cerrada y sin dejar constancia en ningún registro, como estipula la legislación europea. Ahora la agencia sí da cuenta de sus encuentros con lobbistas ávidos por vender sus concertinas de cuchillas, drones militares y pistolas a Frontex, pero hay trampa. Buena parte de estos encuentros se desarrollan en la más absoluta opacidad. El problema no acaba ahí: Frontex pone en marcha toda su maquinaria para amedrentar a investigadores, activistas y periodistas que ejercen su derecho a obtener información.

Cada año, Frontex organiza una cena coincidiendo con el Día Europeo de la Guardia de Fronteras y Costas. Tradicionalmente, acuden a la cita los mandamases de Frontex y personalidades del mundo de la política, los cuerpos de seguridad y el sector privado. En 2019, Frontex gastó 490.000 euros en el evento, celebrado en un palacio de Varsovia que aloja el restaurante más lujoso de la capital polaca. En 2018, fueron 580.000 euros. Estas cuatro páginas componen la respuesta oficial que Frontex remitió a Nikolaj Nielsen, periodista del EUobserver, cuando preguntó en qué se había gastado semejante cantidad de dinero.

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Nielsen sigue trabajando para despejar esa incógnita pero sabe que en el futuro podría vivir una situación como la que enfrentaron los investigadores Luisa Izuzquiza y Arne Semsrott, del Corporate Europe Observatory. Ambos son también integrantes de la investigación 'Frontex Files', que marcó un antes y un después en lo que sabemos hoy sobre la agencia.

Estas investigadoras querían saber por qué se habían disparado el número de muertos en el Mediterráneo central, así que pidieron información a Frontex sobre el número de barcos desplegados en esa zona. La agencia se negó a responder y las investigadoras decidieron dar la batalla en los tribunales para que Frontex cumpliese su compromiso de transparencia. Finalmente, Frontex ganó por doble partida. A finales de 2020, Justicia europea falló en contra de Izuzquiza y Semsrott y les ordenó pagar a la agencia las costas procesales, 24.000 euros. La cifra fue rebajada posteriormente tras descubrirse que Frontex había inflado sus gastos en abogados. El mensaje quedó claro: investigar a Frontex puede salir muy caro.

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Los derechos humanos están entre los valores fundamentales sobre los que se erige la UE. El artículo 13 de esa declaración universal reconoce que migrar es un derecho. Frontex mira para otro lado. La agencia cuenta con un puesto de Oficial de Derechos Fundamentales, que debe velar por esta cuestión. Ahora mismo el cargo lo ostenta la española Inmaculada Arnáez, pero está de baja médica. El director de Frontex, Fabrice Leggeri, no entiende que el cargo de Arnáez debe ser independiente a la dirección de la agencia para evitar conflictos de intereses. Algunos problemas de salud de Arnáez guardan relación con las zancadillas internas de Leggeri, que llegó al cargo en 2015. Frontex ya ha nombrado al sustituto para Arnáez.

Durante sus diez años en el cargo, Arnáez no dispuso de presupuesto para tener equipo propio. Estaba sola. Los directores no podían hacer nada, ya que tanto el presupuesto como la plantilla de Frontex son determinados por la Comisión Europea, así que hicieron buscaron un rescoldo: le asignaron varios becarios. En 2019 eso cambió. Ahora sí hay presupuesto y puestos libres. El nuevo reglamento de Frontex ordena contratar a 40 monitores de derechos humanos. A 16 de junio de 2021, siguen brillando por su ausencia.

Los países del llamado grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa...) con gobiernos ultraconservadores apoyan la deriva de Frontex. Otros estados con gobiernos más moderados, también. Entre ellos está Grecia. La presencia de Frontex garantiza un flujo constante de dinero extra. La agencia está siendo investigada por la Eurocámara y Leggeri está en la cuerda floja por el rol que jugó Frontex en los 'pushbacks' (devoluciones en el mar) en aguas griegas con los guardacostas turcos (aquí puedes leer la macroinvestigación periodística que permitió abrir el caso). Unos 2.000 migrantes y refugiados murieron debido a estos 'pushbacks', según los cálculos de The Guardian en base a datos e informes de la ONU.

En España, Frontex tiene una veintena de agentes desplegados en Canarias y todo apunta a que la cifra podría aumentar en los próximos meses. Esta semana El País informa sobre los planes del Gobierno para que Frontex también despliegue guardias fronterizos en Ceuta y Melilla. En la agencia ya impera la "política del 'non-reporting'": los agentes que ven abusos tienen orden de guardar silencio porque eso "da mala prensa para Frontex", explica una fuente de la agencia que, como las demás, habla bajo condición de anonimato. Las ciudades autónomas son los dos puntos de España con mayor número de violaciones por abusos cometidos contra personas migrantes.

"Utilizada como un mecanismo eficaz de gestión de fronteras, Frontex podría ser un instrumento doblemente útil: como alivio para los Estados miembros y como garante de los derechos fundamentales de quienes migran", señala Fundación porCausa en su nuevo informe. "Lamentablemente, la deriva política del organismo y su empeño en actuar de forma opaca y ajena al control democrático de las instituciones de la UE han convertido a esta agencia en una criatura muy diferente, que amenaza con seguir actuando de acuerdo a sus propias reglas".

Despilfarro, ineficacia, opacidad e impunidad. Nepotismo en la dirección de la agencia con más presupuesto de la UE. Lobbies caminando a sus anchas por los pasillos de una institución fuera de control, en un presente cada vez más parecido al del filme 'Children of men'. Investigadores, periodistas y activistas coartados. Fronteras militarizadas y en el felpudo, los derechos humanos de quienes migran sin alternativas legales y seguras a Europa. Frontex, ¿problema o solución?

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