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Opinión · Otras miradas

El peso de la maternidad

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Entre la calma del verano, en este agosto que acabamos de terminar, hubo un tuit que desató muchos comentarios en contra y con cierto odio. La periodista Rosa Correa escribió: 

"Escenas de playa, padres pendientes de sus hijos casi sin descanso. Lo miro y me agoto. Y me ratifico en lo contenta que estoy sin hijos. Tengo cero vocación de madre. Qué bueno haberme escuchado. Como decía Pardo Bazán, no todos somos árboles frutales. No".

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Hace tiempo que escribí en este periódico un texto que se titulaba No ser madre y hablaba de la falta de referentes de mujeres no madres. A la vista está, porque un tuit donde una mujer dice que tiene “cero” vocación de madre, y que ha decidido no serlo, continúa siendo criticada. Cuando escucho a Rosa María Calaf o a Maribel Verdú poner a la gente en su sitio con esta realidad, aplaudo. Porque estamos muy necesitadas de esas reflexiones y porque la maternidad se sigue viendo como un fin y muy poco como una opción.

La rechaces o la admitas, el peso de la maternidad está ahí por ser mujeres. Quieras o no, la pregunta de ser o no madre siempre está presente en varios momentos de nuestra vida. Y si no lo está, la propia industria te expone ante mil opciones por si tienes dudas. Muchos de los tuits más críticos hacia Rosa Correa eran escritos por mujeres, que defendían a la maternidad como lo mejor de sus vidas.

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Y no pongo en duda que todo ello viene del concepto de maternidad que nos han trasladado. El juicio ya no solo es sobre nosotras, sino también entre nosotras mismas. Yo misma he sentido una especie de desprecio y desaprobación cuando lo he manifestado entre algunas compañeras. No ha faltado nunca la pregunta del “por qué”. Cuando yo no le pido explicaciones a ninguna madre de por qué decidió dar ese paso. Las que declaramos, como Rosa, esas mismas reflexiones, no solo no somos consideradas “malas madres” (nos vaticinan solo que, por pensar así, no hubiésemos sido buenas) sino que ya somos malas mujeres. 

Hay respuestas y reflexiones y gestos que no son tan diferentes a los del patriarcado y hay preguntas, como esos “por qué”, que también tienen mucho de cultura machista. Como si diéramos por hecho que ser madre es una asignatura obligatoria en la vida. Adoro las madres que explican las culpas que sienten, los agobios, la responsabilidad del cuidado y que diluyen esta imagen de la “buena madre”. Adoro a quienes asumen que antes de ser madres son mujeres y merecen respeto, y pueden hablar de la maternidad con libertad y sin tapujos, narrando sus experiencias y rompiendo mitos.

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Siempre lo digo. No soy rara, ni egoísta ni menos mujer ni odio a los niños ni seré una amargada ni estaré sola por ello. He visto muchas madres solas, al final de sus vidas, y dolidas. Lo que hizo Rosa Correa fue un ejercicio de madurez, de escucharse, de ser sincera consigo misma, no imponerse, no sentirse atada a supuestas obligaciones y al qué dirán. Y lo segundo que hizo fue una declaración valiente que demuestra cómo la sociedad aún no es lo suficientemente madura para aceptar un pensamiento así, por muy modernos que nos declaremos.

Yo reivindico mi derecho a la no maternidad. Tenemos que pensar hasta qué punto esa presión ha llevado a muchas mujeres a vivir en una situación de angustia y ansiedad continua. Desde pequeñas nos educan para ello, pero no nos educaban en no ser madres. Por fortuna, tuve una que cuando vio que el Nenuco no me gustaba mucho, me dejó a mi aire y sin obligaciones. 

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No deja nunca de sorprenderme que cuando las no madres ofrecemos nuestra opinión sigamos recibiendo una oleada de descalificaciones. Como si fuéramos “las otras” o mujeres incompletas. Estamos en 2021 y aún ocurre. Quizás porque nos falta mucha memoria histórica feminista y sin memoria y sin conocer nuestra historia vamos dando pasos cargados de ceguera. En 1890 ya decía Emilia Pardo Bazán en La Mujer Española, que “además de temporal, la función de la maternidad es adventicia: todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos. El ser humano no es un árbol frutal que sólo se cultive por la cosecha”. A ver si nos revisamos.

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