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Opinión · Posos de anarquía

EEUU y su cuento del lobo en Ucrania

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La tensión en Ucrania sigue in crescendo. Cada semana parece que va a ser la última antes de que se inicie una guerra que no termina de estallar o, por ser más precisos, que no escala, porque como muy bien explica Alberto Sicilia, el conflicto armado lleva ocho años activos en el este de Ucrania. Cosa bien distinta es que hasta ahora ni a Washington ni a Moscú les interesara tensar más la cuerda, con la Unión Europea como mero espectador pese a tener la contienda a sus puertas.

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EEUU lleva días advirtiendo de que la invasión rusa está a punto de producirse, lo que terminaría por encender la mecha del conflicto bélico a gran escala. Sin embargo y a pesar de las evidentes provocaciones de Putin, ¿qué credibilidad tiene EEUU después de haberse inventado literalmente una guerra y unas armas de destrucción masiva en 2003? ¿Qué legitimidad tiene EEUU cuando no ha pagado por aquello -más bien ha cobrado- y continúa bombardeando a civiles con sus drones sin que la Comunidad Internacional le imponga ningún tipo de sanción? Pues ahí tienen la respuesta, la legitimidad que le da Europa, siempre actúando a rebufo.

Aseguraba ayer el alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que la UE nunca ha estado más unida que ahora... y lo dice después de haber visto a distintos dirigentes europeos hacer el paseíllo o presumir de llamadas directas con Moscú para colgarse su medalla. Estados miembro que han actuado en función de su relación particular con Rusia, al margen de la UE, como es el caso de Alemania y su dependencia gasista de Moscú.

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El único elemento de cohesión que la UE ha demostrado es el de ser el niño de los recados de EEUU, que es quien ha llevado la voz cantante de las negociaciones con Rusia, incluso, por encima de la misma Ucrania, a la que se vuelve a ningunear como se ha venido haciendo durante los últimos ocho años.

A EEUU, en cierto modo, le interesa el estallido de la guerra, pues de otro modo quedarán un tanto en evidencia sus alarmas y podrían destaparse aún más sus verdaderos intereses, que nada tienen que ver con la defensa de la democracia y la libertad. A Putin, en cambio, le interesa cada vez menos esa guerra. La tensión provocada ha derivado en una grave crisis económica en Ucrania, que pide a gritos ayuda, no sólo militar, sino económica.

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Esa crisis deriva en una inestabilidad interna que favorecen los intereses de Putin en la región que, además, es posible que consiga arrebatar algún compromiso para frenar el avance de la OTAN, algo que la alianza transatlántica ha venido incumpliendo desde que se comprometiera a ello cuando la URSS se desmoronó. El resultado será una Ucrania desestabilizada que tanto EEUU como la UE volverán a abandonar, a utilizar únicamente de manera interesada y a la que, vaya por delante, no llegará la ayuda real que precisa.

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