Cargando...

Opinión · Dominio público

¿Dónde están los jóvenes? Lo que esconde la mayoría de Macron

Publicidad

La segunda vuelta de las elecciones francesas del pasado domingo será recordada como otra bola de partido que Macron salva, esta vez de manera más ajustada, contra la ultraderecha, pero también por una abstención que, superando el 28%, se convierte en la segunda más alta de la V república. Macron ha ganado con 58,6% de los votos frente a Marine Le Pen, pero este resultado, así presentado, oculta que se trata de un 38% del voto de los electores inscritos, lo que le convierte en un presidente elegido por una mayoría ficticia y uno de los peor elegidos de los últimos 50 años.

Click to enlarge
A fallback.

La ciencia política ha mostrado cómo el diploma, la edad, la (no)profesión y los ingresos son criterios fuertemente discriminatorios para entender la participación en la contienda electoral. Por lo general, cuanto más educado es el ciudadano, más legitimidad siente para tomar partido y de ello suele dar cuenta, más ampliamente, el voto por categoría profesional. Por ejemplo, la diferencia entre la abstención de un obrero y ejecutivo era de más de 6 puntos en favor de los obreros en la primera vuelta. Sin embargo, en la segunda vuelta, sorprendentemente, se ha distribuido homogéneamente entre profesiones y también entre nivel de estudios.

Es el efecto generacional, junto al nivel de ingresos, el que da más cuenta de los desajustes en la participación para las presidenciales de 2022. La encuesta Ipsos sobre el perfil del abstencionista en la segunda vuelta que afrontaba a Macron contra Le Pen muestra que la abstención funciona como una pirámide invertida en términos de edad: 40% de los menores de 34 años se abstienen (en 2017 no llegaban al 30%), frente al 15% de los mayores de 70. También lo hacen el 30% de activos frente al 15% de los pensionistas. Resulta significativo cuando vemos que el 38% del voto a Macron en primera vuelta y el 68% en la segunda proviene de los jubilados. Esto es importante porque estos son los electores más fieles y este resultado demuestra que el giro a la derecha le ha servido para recoger una importantísima parte el voto de François Fillon sin perder el voto socioliberal que provenía del Partido Socialista Francés. En términos de ingresos nos encontramos con otra diferencia clara: el 40% de los que ganan menos de 1.250 euros se abstiene frente al 22% de los que ganan más de 3.000 euros.

Publicidad

La abstención se ha convertido en el "partido" más votado entre los más jóvenes, entre quienes más progresa entre 2017 y 2022, y los mayores de 60 se han convertido en una minoría que actúa como mayoría electoral. ¿Cómo explicar este fenómeno de deserción de las urnas por parte de los más jóvenes que parece replicarse más allá del contexto francés?

Según una encuesta de Ifop, los jóvenes entre 18 y 30 años son los que más desconfían del sistema político y sus expresiones más ritualizadas como el voto, pero parecen predispuestos a comprometerse por causas sociales precisas como las luchas contra las discriminaciones. Sin embargo, esta radiografía produce una homogeneidad ilusoria de la categoría “juventud”. Y es que, existe también una juventud de origen popular con ingresos modestos que se expresa aún menos mediante el voto, los movimientos sociales, las formas de consumo político o los sindicatos. Estos jóvenes que entran ahora en el mercado de trabajo conocen mayoritariamente empleos cortos y precarios y, a diferencia de las generaciones obreras precedentes, no están atravesadas por el sindicalismo. Por lo que termina reinando el “cada uno a su bola”.

Publicidad

La politóloga Anna Muxel, experta en participación política de los jóvenes, habla de una “moratoria política” para referirse a este período de la vida marcado por una lenta entrada en la participación política plena desde el momento en que uno obtiene el derecho a voto. Céline Braconnier, experta en abstención, subraya cómo la edad tiene un peso importante porque la familiarización con la política está correlacionada con la integración profesional que llega cada vez más tarde para las nuevas generaciones. A la autonomía o estabilidad en la vida profesional y residencial le tiende a acompañar un voto menos intermitente. Sin embargo, sabemos que los jóvenes, y algunos más que otros, hacen frente a un mercado más precario que retrasa sus proyectos de emancipación.

Además de los factores ligados a la edad, y cómo ésta se entrecruza con otras variables sociales, también hay que buscar parte de las razones de esta desmovilización en la transformación del espacio político francés y en cómo la segunda vuelta no parecía estar adaptada a este cambio. El sistema institucional francés está construido para responder a una estructura bipolar. La emergencia de una tripartición del espacio político (con un bloque burgués de centro-derecha, un bloque de ultra-derecha y un bloque rupturista de izquierdas) desestabiliza esta lógica. Entre los no-representados, dicha tripartición se puede traducir en una mayor abstención o en votos nulos y blancos en segunda vuelta (8,8%).

Publicidad

Los votantes de la Francia Insumisa (43%), el tercer bloque en discordia que se quedó a las puertas de la segunda vuelta, se abstuvieron casi el doble que el resto. En Seine-Saint-Denis, unos de los departamentos más populares pero también más jóvenes de Francia, la participación ha bajado 10 puntos entre las dos vueltas. Esto muestra, en parte, la falta de entusiasmo que genera este candidato entre estas categorías que tienen en mente las  políticas con las que les han cercado durante los últimos 5 años. Pero, a pesar de la abstención, los jóvenes (de los barrios periféricos) que votaron en primera vuelta lo hicieron mayoritariamente por Mélenchon. En el mismo Seine-Saint-Denis, el candidato de izquierdas lograba el 50% de los votos y, en términos más generales, lograba más del 30% de los votos entre los menores de 34 años.

Salvo en la primera vuelta con medidas de Mélenchon y algunas de Le Pen, la campaña electoral ha estado prácticamente vacía de mensajes y propuestas que podrían seducir a los jóvenes. Según el politólogo Tom Chevalier, la juventud aparece como poco rentable políticamente: se sabe que son menos que las franjas de edad más elevadas y además suelen votar menos. Sabemos por distintas encuestas que los más jóvenes son particularmente sensibles ante, por ejemplo, el desafío climático o la precariedad del mercado de trabajo. Por esto, una campaña donde la oferta política debate sobre la identidad nacional francesa, sólo puede llevarlos a la bancada de la abstención. Si a esto le añadimos que los más jóvenes son más sensibles ante las discriminaciones por razones de raza, orientación sexual o género y que les toca escoger entre un presidente que no ha protagonizado grandes avances en términos de derechos civiles y una candidata xénofoba y tradicionalista, tenemos los ingredientes perfectos para una abstención masiva.

Publicidad

Publicidad