Opinión · Otras miradas
¿Un futuro ecofeminista posible? Sí, lejos de los PERTEs
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Hoy XXK, ODG, OMAL y ESF junto a otras compañeras activistas en ecofeminismos y economías feministas presentamos. Cómo la inversión pública socava la transición ecofeminista. Análisis de cinco proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica.
Partimos de la idea de que un futuro ecofeminista pasa por garantizar derechos para todxs, y esto nos lleva a visibilizar y denunciar la falta de cobertura de muchas necesidades cotidianas para muchas personas, así como a abordar las actuales desigualdades de género, de clase social, de diversidad funcional y de estatus migratorio y racialización. Podemos decir que la perspectiva ecofeminista cuestiona, en su base, el actual modelo socioeconómico en términos de sostenibilidad de la vida. Bajo esta mirada, los PERTEs, en su misma concepción y marco de implementación, forman parte del engranaje de este modelo que no garantiza la cobertura de necesidades: ni están redactados en clave de derechos, ni tienen la vocación de darles una respuesta. La ausencia del reconocimiento del derecho al agua, la alimentación, la salud, la energía, los cuidados tiene como implicación, en cambio, el aumento de las desigualdades y los conflictos derivados respecto a su acceso nulo o precario.
Omitida la apuesta por los derechos, ¿cuál es el enfoque que encontramos en los proyectos analizados? Para los PERTEs, la salud, los cuidados, la alimentación, el agua y la energía no son dimensiones del bienestar, son sectores en los que generar cadenas de valor que pueden y deben escalarse para un mayor lucro; en el desarrollo técnico de los PERTEs(1) estos ámbitos se enfocan desde su función potencial como industrias que generan un importante valor monetario y financiero, enfatizando, por ejemplo, procesos productivos como la fabricación de componentes sobre la generación de (cualquier) energía o la promoción de soluciones digitales y (bio)tecnológicas para la salud. Lejos de dar pasos planificados hacia el inevitable decrecimiento en el uso de materia y energía al que obliga el colapso ecológico, se apuesta por un crecimiento de las cadenas globales de valor que solo podrá estar basado en un mayor acaparamiento global. La vieja e inherente lógica de mercantilizar todos los recursos inherente al capitalismo, vamos.
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¿Cómo sería pensar el modelo socioeconómico desde los ecofeminismos? Teniendo en cuenta el principio de suficiencia en la cobertura de necesidades básicas para todxs, nosotrxs proponemos ajustar nuestros consumos y los modelos (re)productivos a los límites del planeta, los territorios y las vidas. Es urgente subrayar que las tecnologías que utilizamos hoy por hoy y en las que se pretende avanzar de manera exponencial se basan en una demanda de elementos que se componen de combustibles fósiles, materiales escasos y minerales críticos los cuales tienen un importante impacto en su extracción, que en muchos casos se generan en países del Sur Global a través de lógicas neocoloniales.
¿Y qué encontramos en los PERTEs? De una manera muy general todos los PERTEs hablan sobre el papel de oportunidades sociales y ambientales, de necesidad de innovación social y de democratización y mencionan el principio do no significant harm (DNSH), pero ni exponen indicadores para verificar que se vayan a cumplir ni exponen fórmulas para que sean principios vinculantes a la práctica. De hecho políticas y programas posteriores en el marco de la UE como el REpowerEU que persiguen la "seguridad energética", están libres de tener que cumplir los principios DNSH. Por otro lado, las iniciativas a las que van dirigidas, y que implican tecnologías avanzadas y soluciones digitales, no son modelos que encajen con estos fundamentos, por lo que la incompatibilidad, falsedad e hipocresía en la retórica que sustenta los proyectos es total. Es más, la ampliación de la frontera extractivista en el Sur Global también activará (más) cadenas globales de recursos materiales y cuidados.
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Se genera así una narrativa donde son perfectamente compatibles conceptos como crecimiento, lucha contra el cambio climático, gestión sostenible de energía y materiales, reto demográfico o relevo generacional y empleo de calidad para jóvenes y mujeres, entre otros. Los PERTEs se presentan también como un marco de igualdad de oportunidades para generar nuevos modelos de negocio, una oportunidad para la igualdad entre hombres y mujeres, incluso una oportunidad para profundizar en la democracia, haciendo tabla rasa. De nuevo, sin explicar cómo, sin mencionar ninguna metodología ni indicador, y obviando el punto de partida desigual para acceder, no solo a la financiación, sino también al marco de fijación de criterios en el reparto y los espacios de decisión donde las medidas del PERTE se han definido. El papel lo aguanta todo, y la retórica generalista de los PERTEs también, diferente es cuando nos fijamos a qué se dedican concretamente las partidas presupuestarias de los proyectos.
Otro de las grandes ausentes de los PERTEs es el rol público y público-comunitario en la gobernanza, gestión e implementación de los proyectos. Los PERTEs son colaboraciones público-privadas y aunque se utiliza un lenguaje de alianzas para la transición verde, no son otra cosa que un trasvase de dinero público a lo privado y una mercantilización íntegra de la propuesta. Los PERTEs se limitan a plantear un sector público, estatal y centralizado basado en el apoyo económico a nuevas líneas de investigación tecnológicas y a costosas iniciativas del sector privado, y es ciego al problema de los límites naturales, de las desigualdades, del género o de la acumulación de poder del sector empresarial (especialmente de las corporaciones y capital transnacional). Se deja atrás la escala local y más cercana a la realidad de los hogares y territorios, lo cual no sorprende sabiendo que son iniciativas trabajadas a la espalda de los movimientos sociales y las personas.
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Por todo ello, no podemos decir otra cosa que los PERTEs fortalecen el conflicto capital-vida y que se hace necesario analizarlos para desenmascarar y analizar las dinámicas que pretenden camuflar. Y junto con esto se hace urgente plasmar las claves en disputa que consideramos pueden hacer posible un futuro ecofeminista que ha de transitar hacia: 1) la colectivización y desprivatización, con propuestas público-comunitarias; 2) la relocalización de los procesos socioeconómicos, acortando cadenas y enraizándose en los territorios; 3) el ajuste a los límites planetarios, corrigiendo los privilegios y desigualdades globales; 4) la reorganización de los trabajos esenciales y aumentando su valor, reduciendo los trabajos nocivos e innecesarios: y 5) la democratización y cuidado mutuo, como eje transversal de la nueva lógica socioeconómica.
Partiendo de estas claves, las transiciones ecofeministas tienen mucho camino por recorrer y avanzar, y los PERTEs en su planteamiento son un retroceso en las mismas. No es de extrañar tampoco la más que escasa o nula participación social y comunitaria en el diseño de estos proyectos, y actualmente la poca transparencia sobre las empresas que acceden a los fondos. Son proyectos pensados desde grupos corporativos de la mano de la institucionalidad, que aspiran a profundizar en la mercantilización de nuestros trabajos, vidas y territorios, mientras lo que necesitamos es que el dinero público se invierta en asegurar derechos, cubrir necesidades y defender aquello que sostiene y regenera el conjunto de las vidas en los territorios y en el conjunto del planeta.
(1) Se han analizado los documentos oficiales que desarrollan extensamente los PERTEs, disponibles en https://planderecuperacion.gob.es/como-acceder-a-los-fondos/pertes
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