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Opinión · Otras miradas

Mientras tanto

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Eduardo Inda en 'El programa de Ana Rosa'. -Mediaset

Hace unos días, el portavoz del PSOE en el Congreso esperaba para entrar en una entrevista en directo en televisión y oyó cómo uno de los tertulianos en plató insultaba al presidente del Gobierno diciendo barbaridades de Pedro Sánchez y del Ejecutivo. Cuando Patxi López afeó la conducta del tertuliano en cuestión, éste no tuvo otra ocurrencia que insultarle directamente  sin ningún reproche por parte de la presentadora del programa a la que no mencionaré por no darle publicidad gratuita.

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Ya sé que es lo que vende, o lo que algunas periodistas creen que vende, pero a mi me provoca una seria preocupación. Y cuidado. La libertad de crítica y la libertad de expresión tienen el límite de la comisión del delito de injurias.

Este periodismo de tertulias vociferantes y agresivas no conduce a nada. Bueno, sí conduce. Conduce a hablar de lo que quieren algunos que hablemos. Y con toda la confusión posible. Cuidado con que la pluralidad de opiniones, que en muchas ocasiones no son plurales precisamente, se convierta en algo jurídicamente evaluable. Porque tildar a un presidente de un gobierno democrático de “golpista” como mínimo es una falta de respeto democrático muy grave.

Y “a más a más” que decía el otro. Este tipo de personajes televisivos, porque se han convertido en eso y no en periodistas que informan y opinan, son los que intentan marcar la agenda política de un país. Que elevan el tono y opinan de lo que creen que puede hacer perder gobiernos desde datos cuando menos muy cuestionables.

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Porque mientras se insulta y desprecia a un Gobierno legítimo, elegido democráticamente, con sus errores y sus aciertos, no se habla de lo verdaderamente importante que es lo que nos ocupa en el día a día.

De la gestión eficaz. De la subida del salario mínimo o de la reducción de las cifras del paro. De nuestro papel cada vez más importante en Europa o de que el Gobierno ha elevado en tres años un 145% la inversión en Sanidad. De que aumentan partidas en educación o en ciencia y por supuesto de que tenemos los presupuestos con la mayor inversión social de la historia.

Así que, lo mismo que nos piden a las personas que nos dedicamos a la política, que seamos rigurosas y realistas además de respetuosas, habría que exigir a esos personajes televisivos de las tertulias, y mira que profileran, que cuando menos respeten las reglas que nos hemos dotado en democracia y hagan información y no propaganda.

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Es muy necesario distinguir la opinión de la información y, por supuesto, que el insulto no se convierta en algo cotidiano. Es imprescindible que la frivolidad y la agresividad en esas tertulias infinitas se erradique. Es insoportable que los hoolingans hayan sustituido a los periodistas.

Sinceramente, creo que esta manera de hacer televisión, que no información, nos hace daño como democracia. No construye ciudadanía crítica. Solo agita y crea bronca. Pero que no se engañen. Porque “en el mientras tanto”, aunque ellos crean que no, la ciudadanía les mira con cada vez más estupor y desprecio.

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