Cargando...

Opinión · Dominio público

Las guerras que perdió y ganó Dolors Calvet

Publicidad

María Dolors Calvet i Puig. -Ministerio de Cultura y Deporte

Eso de 'los padres' de la Constitución española es, como sucede en tantas otras ocasiones, una expresión poco rigurosa que invisibiliza el trabajo de las mujeres que participaron en el proceso constituyente. Fueron, exactamente, 27 mujeres. 21 eran diputadas y seis, senadoras. Las primeras en ocupar escaños, tanto en el Senado como en el Congreso, tras las primeras elecciones democráticas celebradas a partir de la muerte del dictador. El 15 de junio de 1977 era miércoles. Había ganas –las últimas elecciones democráticas habían sido en 1936– y 23,5 millones de españoles y españolas, mayores de 21 años, ejercieron aquel día su derecho al voto. Casi el 79 por ciento de la población llamada a votar, acudió a las urnas. Adolfo Suárez, candidato de UCD, se quedó a once escaños de la mayoría absoluta.

Click to enlarge
A fallback.

Arrancaba así, al menos formalmente, un proceso de transformación social que, en teoría, devolvería a la población española la libertad y la dignidad que les habían sido arrebatadas. A pesar de los pesares, la Transición no cumplió con las expectativas de quienes creyeron estar ante la posibilidad de un cambio profundamente radical de la sociedad. Los movimientos sociales ardían en ganas de ponerlo todo patas arriba, pero fueron viendo cómo, poco a poco, la ilusión se desvanecía.

María Dolors Calvet i Puig (Sabadell, 1950) es una de esas mujeres que participaron en el proceso constituyente. Diputada del PSUC [Partit Socialista Unificat de Catalunya], por la provincia de Barcelona, Calvet estaba vinculada activamente al movimiento feminista. En una entrevista para La transició va ser feminista, de Gloria Moreno Portillo, Calvet se muestra optimista: “Perdí muchas guerras, pero también he ganado otras y siempre he hecho la vida que he querido dejándome la piel en todo”.

Publicidad

Durante su carrera política, se ha significado siempre por defender los derechos de las mujeres porque, según sus palabras, “si no tienes el criterio del feminismo, los hombres te aplastarán” y, ella, claro, no deja que ningún hombre le aplaste. Las críticas a la Constitución del 78 se han sucedido desde entonces. Ella, sin embargo, cree, según declara en la misma entrevista, que “ha funcionado muy bien, aunque la gente ahora esté enfadada”: “Conseguimos muchas cosas”. Hubo otras, por supuesto, que no lograron. En 1978, declaró a Mundo obrero que las mujeres eran las “grandes ignoradas” de una Constitución que tenía “lenguaje machista”, que discriminaba a las mujeres “en cuestiones como la monarquía” y no “recogía el derecho al aborto”.

El acceso de las mujeres a los derechos sexuales y reproductivos fue una de sus grandes batallas. El 12 de enero de 1978, en nombre del Grupo Parlamentario Comunista, defendió una proposición de ley sobre “amnistía para la mujer” en relación a los delitos de adulterio, aborto y propaganda y difusión de anticonceptivos. En su intervención, recordaba que en los Pactos de la Moncloa se hablaba de despenalizar el adulterio y el amancebamiento, así como de legalizar los anticonceptivos bajo control sanitario, pero, entonces, ninguno de esos proyectos de ley se habían planteando ante la Cámara: “Los que están pendientes de discusión no son tan amplios como nuestra propuesta, ni contienen el automático aspecto retroactivo, que nos parece imprescindible y urgente para acabar con muchas injusticias actuales”, aseguraba.

Publicidad

Decía, además, que le constaba que se seguían dictando “sentencias extremadamente duras para las mujeres como en los mejores tiempos del fascismo”. Contaba en su intervención que ese mismo día había sabido por la prensa que una mujer, en Sevilla, había recibido cien puñaladas de su marido mientras discutían sobre “cuestiones de aborto y divorcio”. Tuvo que volver al domicilio conyugal “después de ser denunciada por abandono de hogar”. Pedía que nadie escondiera “con bellas palabras una situación de doble moral imperante en la sociedad que califica los actos como buenos o malos, justos o injustos, según si el sujeto es hombre o mujer”. El ministro de Justicia Landelino Lavilla Alsina expuso los motivos por los que el Gobierno consideraba que no estaba justificado proponer un procedimiento de amnistía. Tuvieron algo de jaleo con la votación porque no funcionaba el sistema electrónico. Tras algunas risas, la proposición de ley sobre amnistía para los delitos de adulterio, aborto y propaganda y difusión de anticonceptivos quedaba rechazada por 156 votos encontra y 119 a favor.

Esta es, probablemente, una de las derrotas a las que se refiere María Dolors Calvet i Puig. En la misma entrevista con Moreno Portillo, sin embargo, se muestra satisfecha con los cambios que se obtuvieron después: “Cambiamos la normativa de anticonceptivos, puesto que estaban prohibidos para la gente pobre, porque la gente rica iba a una clínica privada y le daban. Estaban prohibidos los abortos y la gente rica se iba a Inglaterra, en cambio, las pobres parían en manos de no sé quién y de vez en cuando morían”. En esa misma entrevista cuenta una anécdota personal. Estaría embarazada de unos seis meses cuando viajó a Londres a pasar unos días. Ya en el aeropuerto, sin que entendiera por qué, un Guardia Civil la llamó “guarra”. Al aterrizar en Londres y coger el autobús, incluido en el viaje que tenía contratado con El Corte Inglés, alguien les preguntó:  "¿Y, ustedes, a qué clínica van?".

Publicidad

El 26 de mayo de 1978 se despenalizó el adulterio y el 11 de octubre, la venta y divulgación de anticonceptivos.

Lo del aborto, en fin.

Publicidad

Publicidad