Opinión · Dominio público
Tener la inflación más baja de Europa no tiene por qué ser positivo
Profesor de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid
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Los datos de inflación del mes de noviembre han situado a España como el país de la Eurozona donde menos han crecido los precios, después de cuatro meses consecutivos en los que la inflación viene cayendo. Aunque de momento se trata de datos preliminares, la tasa de crecimiento interanual de los precios en nuestro país en noviembre de 2022 ha sido del 6,6%, mientras que el siguiente país mejor situado es Francia con una tasa del 7,1%; encontrándose la media europea en el 10% y habiendo países con tasas que superan el 20% como Estonia, Letonia y Lituania. Esto sin duda suena a buena noticia para nuestro país, y en cierta forma lo es: de cara a realizar un análisis puramente macroeconómico, que este indicador lleve cuatro meses bajando y que sea el más bajo de la Eurozona nos sugiere que lo peor ya ha pasado y que difícilmente volveremos a ver un crecimiento de los precios tan elevado como el que hemos experimentado a mitad de año, lo cual es positivo para las expectativas de inversión empresarial y de crecimiento económico.
Ahora bien, si nos quedásemos sólo con esta constatación estaríamos realizando un análisis incompleto de la situación. Porque, en realidad, el efecto más nocivo del crecimiento de los precios es la pérdida de la capacidad adquisitiva de la población, ya que cada vez necesita dedicar más dinero para comprar los mismos productos. Por tanto, para saber cuánto le está afectando la inflación a la gente no sólo necesitamos revisar cuánto están aumentando los precios, sino cuánto están creciendo sus ingresos. Y, aunque España salga bien parada en lo primero, no ocurre lo mismo en lo segundo, al menos en lo referente a los ingresos salariales, ya que los ingresos derivados de las pensiones están mucho más protegidos de la inflación, puesto que gracias al Gobierno de coalición las pensiones contributivas aumentarán un 8,5% de cara a 2023, mientras que las no contributivas aumentarán un 15%. Pero con los salarios la historia es, desgraciadamente, muy diferente.
Para empezar, hay que tener en cuenta que, según los datos del Ministerio de Trabajo, más de la mitad de los asalariados, más de 9 millones de personas, no han visto aumentar sus salarios, por lo que su pérdida de capacidad adquisitiva es equivalente a lo que han aumentado los precios. En segundo lugar, sólo dos millones de trabajadores han visto aumentar su salario desde enero a octubre de 2022 en un 3% o más; mientras que unos 6 millones tendrán un salario mayor pero menos de un 3%. En consecuencia, la mayor parte de los trabajadores españoles verán una merma importante de su capacidad económica.
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España no es un caso aislado: los datos recogidos en un reciente informe del Banco Central Europeo revelan que, en su conjunto, los salarios de los países de la Eurozona han perdido por culpa de la inflación un 6% de capacidad económica desde el primer trimestre de 2021 hasta el segundo de 2022 (casi un 8% si nos centrásemos en las horas trabajadas en vez de en los salarios por persona). Lo que ocurre es que hay importantes diferencias entre los países: los recientes datos del Banco Central de Irlanda revelan que España es uno de los países en los que más han caído los salarios ajustados por la inflación. Aunque los precios estén creciendo ahora en torno al 7%, los salarios han estado meses creciendo menos del 1% y sólo en los últimos meses lo logran hacer en torno al 3%, lo que arroja una pérdida de capacidad adquisitiva superior al 4%. En cambio, hay países como Alemania en los que los precios ahora están creciendo más rápido que en España, en torno al 10%, pero es que los salarios lo están haciendo aproximadamente al 7%, por lo que la pérdida de capacidad adquisitiva no es mayor del 3%. En consecuencia, aunque en Alemania la inflación sea ahora superior a la de España, su clase trabajadora no se está empobreciendo tanto como la española. Francia, Reino Unido e Irlanda son otros ejemplos en los que los asalariados no pierden tanto a pesar de que los precios estén creciendo ahora más rápidamente que en nuestro país.
En definitiva, si queremos analizar cuánto está perdiendo la clase trabajadora por culpa de la inflación no nos podemos fijar sólo en el crecimiento de los precios, sino que tenemos que comparar éste con el crecimiento de los salarios. En España, al hacerlo, salimos muy mal parados, así que no podemos contentarnos con tener la tasa de inflación más baja de la Eurozona, sino que tenemos que exigir mayores incrementos salariales. Sólo así podremos celebrar con verdadero acierto que tenemos la inflación más baja de los países del euro.
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