Opinión · Otras miradas
As Bestas: más que una inquietante peli
Socióloga
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Si eres de pueblo, si vives en uno o si tienes algún tipo de relación con lo rural seguro que alguien te ha recomendado As bestas. Te habrán dicho “tienes que verla”. Incluso puede que te hayan dicho “prepárate antes de verla, es dura para las personas que hemos vivido en un pueblo”.
Hay películas, series, libros… que de forma un tanto inconsciente nos resistimos a ir ver o a leer y no sabemos muy bien porqué. Sobre todo, son ficciones o artes que hablan de temas que conocemos de cerca o que nos tocan de forma especial. ¿Miedo a que reflejen esas realidades de forma diferente a cómo lo percibimos y nos enfade o que nos remueva dentro?
Esa sensación tenía con As bestas. No sabía qué era ese algo. Ahora sí lo sé. Pusieron esa película en el cine del pueblo de al lado y fui a verla. En 115,3km a la redonda el resto de pelis que echaban era solo una: el gato con botas. Me gustó, es una buena película, está muy bien hecha, la música telúrica o prehistórica encajaba con la forma de contar esta historia que habla de un conflicto en el medio rural. El cruce entre intereses de personas que ya habitaban el pueblo y personas que llegan nuevas al mismo, añadiendo miedos, desconfianzas y malas resoluciones de conflictos. Si, tenía que verla. La vi, y hubo algo que resonaba bajito en mi cabeza, algo me chirriaba. Algo no me cuadraba, no sabía por qué, no sabía ponerle nombre a ese “algo”.
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Así que indagué sobre la historia real que había servido de inspiración para Sorogoyen y finalmente di con Santoalla, un documental de Andrew Becker y Daniel Mehrer que describe lo que ocurrió en esa población con las personas protagonistas reales hablando a cámara y con documentos gráficos originales. La historia cambiaba en ciertos aspectos: -Si no has visto la película y no quieres que te la fastidie este artículo, pasa los siguientes puntos-.
- Había un personaje más, el padre de los hermanos, una persona mayor que tiene mucho miedo al cambio en su pueblo y actúa de forma algo violenta.
- La figura del hombre que comienza a vivir en Santoalla llega al pueblo e intenta modificar las zonas comunes de la población, como están las calles, un muro o casas que no le son propias.
- El conflicto no es por un desacuerdo por las eólicas -por poner energías renovables en esos espacios o no-, sino por un derecho de suerte de montes -un aprovechamiento de bienes comunales de los municipios que les da derecho a dividir estos bienes o sus beneficios entre los vecinos que cumplan con los requisitos para adquirir el derecho-.
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- La familia que ya vivía en su pueblo quiere seguir viviendo allí, valoran mucho su tierra y su arraigo en la misma.
- La muerte del hombre extranjero que va a vivir al pueblo no la producen los dos hermanos con premeditación. El homicidio se produce por un disparo que realiza el hermano menor, que se trata de una persona con discapacidad mental. La personalidad de este último también difiere.
- El hermano mayor de la familia que ya vivía allí colabora al principio con la pareja que acaba de llegar al pueblo y sus hazañas en el pequeño municipio, les ayuda. Es únicamente a partir del conflicto por el derecho de suerte de montes que hay entre los antiguos pobladores y los nuevos deja de tener trato con estos.
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- La colaboración de este en el homicidio es la de esconder el cuerpo y cubrir a su hermano.
- No había más personas en el pueblo.
-Antes de seguir leyendo, me gustaría que pensases en sí, para ti, en este punto, cambia la historia y cómo. Luego puedes seguir leyendo el artículo-.
¿Qué pasa si la historia cambia? Pues no pasa nada. Al fin y al cabo, es ficción, no hay por qué respetar la historia original. Pudo haber servido solo de inspiración. Además, para que mejore la narrativa conviene hacer cambios en ciertos personajes e incluso introducir el asunto de las energías renovables, pues está generando conflictos polémicos en el mundo rural y resultan comprensibles para el público general. El relato creado por el director con todos esos cambios funciona. Pero lo que sigue chirriando, es un casi imperceptible, como un silbato de estos para perros, como un cargador que no tiene conectado un móvil, sigue ahí.
Ese algo tiene que ver con el lugar o la mirada desde donde se cuenta la historia. Por lo común, las narraciones se escriben desde y para el lado dominante, no necesariamente mayoritario en términos cuantitativos, pero si hegemónico en términos cualitativos. La relación que existe entre las dos partes (ser y no ser) el punto de vista de ser mayoritario -que habla también de las características del no ser minoritario- se convierte en un principio de realidad de ambos.
De este modo el colectivo dominante pasa a Ser, pues proporciona el fundamento de la realidad, mientras que lo que el colectivo subalterno pasa a ser traducido o directamente invisibilizado, por lo que desaparece y resulta No Ser. (J. A. Bergua ha trabajado esta operación de borrado y simulación de lo rural que efectúa lo urbano con relación a dos conflictos pirenaicos, uno provocado por los proyectos de construcción de embalses y otro por la introducción de osos).
Puede que un “algo” parecido le ocurra a Arantxa Castilla la Mancha cuando ve pelis de temática trans hechas por personas cisgénero pensando en un público general o cis, como dice en el capítulo de Cuando te hacías el eyeliner de la Mancha Crujiente en el que aparece Abril Zamora. También aparece ese ruido cuando muchas mujeres visualizamos porno por primera vez, un porno hecho por hombres para hombres. O, más aún, cuando una persona lesbiana, bisexual o de otra diversidad escribe en internet “porno lésbico” y se encuentra con sexo irreal o poco habitual grabado por hombres heterosexuales para hombres hetero. De modo que quién cuenta las historias es importante por cómo se proyecta el punto de vista sobre ellas. Por ejemplo, hasta ahora casi solo se ha contado la historia desde el punto de vista del género masculino y se han obviado muchas de las actuaciones femeninas en la historia. Es lo que ocurre con la arquitectura, que está en mayor medida pensada para hombres porque los que la han hecho y la han transmitido han sido ellos, tal como muestra María Novas en Arquitectura y género.
En este caso concreto, el ser “mayoritario” sería lo urbano, lo que viene de la ciudad, y el no ser “minoritario” lo rural, lo que viene del pueblo. Todas las crónicas pueden ser contadas desde muchos ámbitos y esa diversidad de puntos de vista es enriquecedora. El problema, el chirrido, comienza cuando solo existe un punto de vista o cuando no nos preguntamos cuál es el punto de vista. Ojalá las próximas historias que nos cuenten podamos preguntarnos desde dónde se cuenta y para qué público.
En el caso del No Ser rural de esta crónica hay que tener en cuenta ciertos aspectos. Ese pueblo lleva desde los años 50 despoblándose, estas personan han vivido ese éxodo con todo lo que conlleva y han tenido trato con el desprestigio que han recibido a través de palabras despectivas tales como “pueblerinos” “incivilizados”, “paletos”, etc.
El conflicto existió y hay otros similares en el mundo rural: peleas, personas que dejan de hablarse para siempre, amenazas incluso muerte de animales de por medio, etc. Y es probable que estas dinámicas acusen la despoblación y serían otro interesante y polémico debate. Este tipo de conflictos puede aparecer también en cualquier espacio en el que varias personas se relacionan en un mismo espacio -como un patio de vecinos o un instituto-. Pero también hay colaboración vecinal para quitar las nieves de las calles, para apagar incendios, para ayudar a un vecino que necesita cuidados en una emergencia o para unirse con la finalidad de crear un transporte escolar cuando las instituciones no lo proporcionan.
-Si aún no has visto la película y no quieres conocer el desenlace es mejor que salte el siguiente párrafo-.
La historia es la de un conflicto vecinal que, a través de prácticas violentas y patriarcales -desde la exposición en los medios, hasta el disparo, pasando por amenazas o persecuciones- da como resultado la pérdida de una vida y la casi desvertebración del pueblo entero -ya que en la historia real el hermano pequeño va a la cárcel y el mayor tiene una orden de alejamiento del pueblo, por lo que los padres no pueden cuidarse por sí mismos y acaban abandonando Santoalla-. Es sobre todo una historia triste y desesperanzadora sobre un conflicto muy mal gestionado que acaba desgraciadamente con una muerte y un pueblo casi vacío. Aunque también es una historia que nos hace reflexionar sobre otro tipo de resolución de conflictos, sobre la fortaleza de la mujer, sobre el perdón y sobre la resistencia. ¿Cómo hubiera sido un cambio del final en la historia real más puro estilo Erase una vez en Hollywwod?
¿Cómo hubiera sido esta historia contada desde el no ser “minoritario” rural? ¿Qué hubiera tenido esta misma historia desde la perspectiva del pueblo? Quizá hubiera sido una historia de miedo a los seres urbanos que vienen a imponer su forma de pensar y hacer, de tensiones familiares entre las partes más conservadoras y las más abiertas de su núcleo. Una historia de años creyéndose y sintiéndose inferiores al ser urbano gracias al pensamiento -que pasa de generación en generación y que interpreta como fracaso la vuelta al pueblo-, palabras -”paletos”, “de provincias”...-, obras -como el abandono recibido de las instituciones, para los cuales, a la hora de recibir sus servicios, son siempre los últimos- y omisiones -pues los pueblos solo aparecen en los medios cuando hay sucesos o fiestas exóticas-. Quizás hubiera podido ser también una historia de trabajo, sin más objetivos que el mero trabajar, de ausencia de cuidados, una historia de envenenamiento y de final fatal autocumplido. Quizás la música también hubiera sido diferente.
Últimamente se dice mucho que ascensor social está roto. No solo está roto hacía arriba. También hay un tren social que va muy lento o no llega a las posiciones subalternas. Y hay igualmente una desigualdad desde las capitales, pues es en ellas donde se fabrican las historias y son ellas las que cuentan la historia. Las frases de “si quieres, puedes” “con esfuerzo, puedes lograr lo que quieras” no funcionan tan bien para las personas con menos recursos ni para las personas que queremos vivir en el pueblo.
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