Opinión · Otras miradas
La sociedad del 'like'
Escritor y sociólogo
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Hace unos días, LeBron James se convirtió en el máximo anotador de la historia de la NBA. Me llamó mucho la atención ver una foto en la que aparece el jugador en el momento del lanzamiento del balón, a punto de lograr el récord.
Al fondo hay una grada repleta de espectadores en donde la gran mayoría no está observando directamente la jugada, sino que aparece con el teléfono móvil en las manos. Algunos están con el móvil de frente, viendo la jugada a través de la pantalla, y otros están mirando hacia arriba, asegurándose de que el móvil está enfocando y grabando bien.
Este hecho fue la enésima muestra de que vivimos en la plena consumación de la era del vacío, sobre la que ya advirtió el sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky en su libro de 1983.
Y es que estamos en una sociedad estupidizada, donde el placer de disfrutar viviendo una experiencia es sustituido por el deseo de utilizarla como excusa para conseguir tener más visibilidad y recibir más `likes´ en unas redes sociales de las que la gente es cada vez más dependiente, pues el mundo virtual va desplazando en relevancia a la realidad física.
En esta era de posmodernidad capitalista, la sociedad está regida por el individualismo y el individuo recibe un permanente estímulo de necesidades y tiene una constante necesidad de exposición. Todo es instantáneo, vertiginoso y efímero.
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Se hace culto del consumo y, una vez convertida la persona en consumidora, las redes sociales le facilitan poder convertirse también en marca y así utilizar las vivencias como gancho para que los demás consuman su contenido y pasen a ser sus seguidores.
En esta época de narcisismo colectivo, la mayoría de la gente no trata de compartir contenido propio o ajeno que aporte calidad, conocimiento o reflexión, sino que utiliza las redes sociales para compartir aquello que piensa que puede resultar susceptible de recibir más `likes´, ya sea hablar del tema banal de moda, compartir un GIF de gatitos o difundir un vídeo llamativo.
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¿Cuántas veces hemos visto, por ejemplo, a gente que va a un concierto y en vez de escuchar las canciones se dedica a grabar vídeos para subirlos después a las redes sociales? Lo paradójico de esta sociedad individualista es que el permanente deseo de recibir el estímulo del `like´ refleja la necesidad de sentir la aprobación de los demás, de sentirse integrado como parte del colectivo.
En un mundo cada vez más impersonal y acelerado, la gente se siente sola e intenta llenar ese vacío tratando de agradar a los demás dándoles aquello que esperan, con señuelos que mañana serán olvidados y sustituidos por otros. En definitiva, es evidente que vivimos en un tipo de sociedad que produce unos efectos perniciosos sobre los que debemos reflexionar.
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