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Opinión · Posos de anarquía

Marruecos marca el paso en las aduanas de Ceuta y Melilla

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Razones técnicas y de seguridad. Estos son los motivos esgrimidos desde el Gobierno de España para que a estas alturas las aduanas entre Ceuta y Melilla con Marruecos aún no hayan sido abiertas. La lógica del argumento cae por su propio peso, especialmente en el caso de Melilla, cuya aduana venía funcionando de manera ininterrumpida desde el siglo XIX, hasta que en 2018 el régimen de Mohamed VI decidió unilateralmente cerrarla.

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Un 31 de julio de 1866 se firmaba en Fez el acuerdo para establecer un Aduana Imperial en la frontera de Melilla. Desde entonces venía funcionando con normalidad hasta que a mediados de 2018, Marruecos decidió cerrarla sin ni siquiera comunicárselo previamente a las autoridades españolas. Una deslealtad más para quien se considera socio de España; una sumisión más por parte de La Moncloa, que nunca ha tratado de tú a tú a Rabat, lo hace siempre desde una posición de inferioridad.

Desde entonces, nadie alcanza a comprender la postura española, que baila al son que le marca Mohamed VI. Mientras, los comercios locales de Melilla son los que más han sufrido las consecuencias, algunos de ellos habiendo tenido que echar la persiana y otros recurriendo a los despidos para compensar el cierre del grifo del negocio desde hace casi cinco años.

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No existe diplomacia de alto nivel por parte del titular de Exteriores, José Manuel Albares, tal y como demuestra la sucesión de acontecimientos. Tras el cierre de la aduana, se vendió a la opinión pública la formación de un grupo de trabajo conjunto entre ambos países pero, a juzgar por los resultados obtenidos, su rendimiento es nulo. Tras la venta del pueblo saharaui con el cambio de postura de Pedro Sánchez hacia la ilegalidad internacional, el presidente aseguró en abril de 2022 que la aduana melillense se abriría. No ha sucedido nada.

Posteriormente, Albares retrasó el calendario de apertura de ambas aduanas al pasado mes de enero. No ha sucedido nada, salvo una prueba piloto. De hecho, se celebró la Cumbre de Alto Nivel en Marruecos, con el plantón de Mohamed VI, y el titular de Exteriores avanzó que ya existía (otro) calendario de apertura de las aduanas. No ha pasado nada. Más humo, con el que, además, se asfixian los y las comerciantes melillenses.

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La visita de Sánchez a Ceuta es pura propaganda. Nadie en su sano juicio puede creer que para reabrir Melilla puedan existir problemas técnicos o de seguridad, cuando jamás los hubo en siglo y medio de funcionamiento. En el caso de Ceuta, por ser nueva, podría concederse ese voto de confianza, pero no con la otra Ciudad Autónoma. Es, pues, otro chantaje que sumar a Mohamed VI, que gusta de tensar la cuerda cuanto puede, mientras que desde La Moncloa consienten sus caprichos.

Desde el giro del PSOE legitimando la invasión ilegal del Sáhara Occidental por parte de Marruecos no se han percibido beneficios en la relación entre España y el reino alauita; más bien al contrario, nuestro país sufre sus efectos con una relación con Argelia deteriorada que, entre otras consecuencias fatales nos ha llevado a pagar a EEUU a precio de oro el gas procedente del fracking. El propio Sánchez ha admitido que no midió el torbellino que generaría su apoyo al invasor; lo peor no es eso, sino que sabiéndolo, continúa engordando el ego del sátrapa marroquí, alimentando desencadenantes que se le pueden ir de las manos... aún más.

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