Opinión · Dominio público
Del feminismo es todo, se sale
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Estoy muy cansada de que cada 8M centenares de tertulias y artículos hablen del feminismo como ese espacio donde todo cabe, porque no es un manual ni un catecismo. De ahí que en los últimos años hayamos visto desde ropa feminista hasta hipotecas feministas, como si fuera un concepto que se pega a todo para quedar bien. He dicho muchas veces que si feminismo es todo, feminismo es nada. Y el problema ya no es tanto la camiseta o la hipoteca feminista, sino cuando se dicen como feministas planteamientos que atacan derechos de las mujeres. Y, por lo tanto, machistas.
Si me pierdo en un camino es aconsejable tener una ruta, una guía, un mapa para avanzar. No significa que el mapa me obligue, pero sí que me aconseja por dónde seguir. Y quizás hay caminos diferentes para llegar al mismo destino, pero hay una meta fija. De lo contrario, puedo terminar donde no debo. Las mujeres en la República o en plena transición sabían perfectamente qué reivindicar en la lucha feminista. Sabían su ruta.
El feminismo es una filosofía para avanzar en esos espacios donde las mujeres no están, o retroceder de esos espacios de suelos pegajosos y de vulneración directa de derechos donde son mayoría justo por eso: porque salimos a cuenta. Que si antes del franquismo teníamos una ley abolicionista y hasta las mujeres más libertarias estaban en contra de la prostitución, no fue por capricho, sino porque eso era y es la agenda feminista desde las sufragistas. Que si el 90% de las mujeres son explotadas sexualmente o el 50% está afectada por malos sueldos y peores condiciones laborales no es para que regulemos que esa mayoría siga siendo explotada, sino para reducir unas cifras donde los únicos beneficiados son ellos. ¿A cuenta de qué hay quienes dicen que es feminista una propuesta que los mismos machistas aplauden?
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Por supuesto, el feminismo no es doctrina, no impone, ni obliga. Nadie es sancionada por tomar una decisión determinada en contra de los planteamientos feministas. Pero no nos traten como idiotas, porque si yo digo que soy sindicalista y quiero la jornada laboral de 15 horas al día, alguien me dirá “Ana, eso no es el sindicalismo”. Y si yo digo que soy animalista pero me encantan las corridas de toros, el resto del movimiento me señalará que estoy equivocada. Así que, repito, no nos tomen por idiotas y no renieguen del pasado de unas mujeres que se partieron la cara por todas nosotras, tirando por la borda sus planteamientos y bases.
En muchos comentarios de mis artículos veo el triunfo de un feminismo basado en eslóganes. Un “feminismo” donde yo estuve… hasta que abrí los ojos. De la idea de “las mujeres tienen el instinto natural de cuidar”, se sale. Del “si ella ha tardado en denunciar, por algo es”, se sale. Del “feminismo es todo y te callas privilegiada blanca cis”, se sale. Del “ella se pone el velo por cultura”, se sale. Del “quiero la prostitución porque hay mujeres con derechos”, se sale. Del “es que ella elige prostituirse o ser vientre de alquiler por libre elección”, se sale.
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Y, ¿cómo se sale? Quien quiera, me funcionaron dos cosas: leer a las precedentes y meterse en el fango. Porque te das cuenta de cuántos derechos faltan cuando pisas un centro de acogida a maltratadas, cuando hablas con víctimas violadas, cuando ves el miedo de una acosada en el trabajo pero que no puede denunciar por ser irregular, cuando ves a la mujer en situación de discapacidad dependiente de su maltratador, cuando las jornaleras te cuentan su violación o que han trabajado por dos duros, cuando ante ti una mujer llora porque deja a su hijo con su padre maltratador porque la justicia no ha visto maltrato psicológico, cuando una madre hoy no abraza a sus hijas porque el Estado no la protegió y su padre las mató, cuando te dice que se quiere suicidar porque está desesperada, cuando hablas con mujeres prostituidas y te cuentan su infierno y sus compañeras muertas por huir de puteros y proxenetas, cuando amigas corresponsales te enseñan imágenes de los centro de Ucrania donde se explotan a mujeres como vientres de alquiler, cuando te llama una compañera para contarte el caso de una ablación del clítoris, de otra que quiere escapar de su familia porque su padre no le deja quitarse el velo, de otra que te pide ayuda para venirse de Irán por el mismo motivo y temen que las envenenen, otra que busca refugio desde Afganistán porque quieren casar y vender a su hija con un viejo, otra que cada noche no puede dormir porque se levanta con un maltratador al que dice aún querer….
Y así, centenares de casos perdidos, de mujeres que aún no saben ni qué es el feminismo, de mujeres que te dicen que el feminismo no les ayuda porque no las interpela. Estar con todo eso te da una bofetada de realidad. Sí, hay que pisar la mierda del machismo para despertar. Huele peor y es más fea que los bailes y la batucada del 8M. Porque hay mujeres que tienen muy pocas ganas de fiesta en un día como hoy porque aún no han conseguido lo que necesitan: vivir tranquilas.
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No nos traten como a idiotas. Hay que saber de dónde se viene y qué pasa. Una cosa son diferentes corrientes, reconocer que todas no estamos en el mismo punto de partida y corregirlo. Y otra que me vendas como feminismo lo contrario de lo que siempre fue, es decir, una agenda machista. Cojamos el timón antes de acabar a la deriva.
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