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Opinión · Dominio público

El Tribunal Supremo se pone 'mimosón'

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Somos unas insensibles y además, unas inconscientes. ¿No decíamos que la empatía es el sentimiento que moverá el mundo hacia delante? ¿Y reprochamos al Tribunal Supremo que la tenga con uno de sus colegas, nada más y nada menos que el presidente de la Audiencia Nacional? Repasemos: José Ramón Navarro, el tal de la AN, es -o era, no pretendo meterme en casas ajenas- amigo del exnúmero dos de Interior, secretario de Estado, Francisco Martínez, procesado ya en la operación Kitchen hasta las trancas, esto es, con más indicios de culpabilidad en los sumarios que días ocupados por él en el Ministerio. Eran tan amigos Navarro y Martínez que hablaban de la causa Kitchen vía WhatsApp y bebían Vega Sicilia juntos en casa del otro para profundizar en el asunto mientras cenaban, porque los mensajes ya se sabe y los móviles, también; sobre todo, si los carga José Manuel Villarejo.

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La causa Kitchen, por contextualizar, es una operación corrupta de presunto (un decir) uso de las herramientas y personal del Estado (fondos reservados y fuerzas y cuerpos de Seguridad, entre otros y aún por determinar) por parte de altos -muy altos- cargos del PP para impedir la investigación judicial de su partido, particularmente, en el caso Bárcenas, uno de los varios relacionados con la financiación ilegal del partido de Alberto Núñez Feijóo. Casi nada.

Total, que Sergio Ríos, quien fuera chófer del extesorero nacional del Partido Popular, Luis Bárcenas, que también tiene sus cosas (el chófer, digo; Bárcenas, por supuesto), denunció al presidente de la Audiencia Nacional Navarro por su conchabeo con el de Interior, Martínez, en un descarado intercambio de mensajes telefónicos en el que éste pedía información privilegiada sobre su situación judicial y el de la AN se mostraba disponible a proporcionársela. A Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal del Supremo y hombre curtido en el poder más poderoso -esto es, dicen, en los tres del Estado-, se le saltaban las lágrimas con la historia, una historia de "amistad" de la buena, porque ríanse ustedes de E.T., el extraterrestre.

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Con esto ha sido, pues, suficiente, pese a la incomprensión pública generalizada, para que el Supremo de Marchena, con perdón, decida no investigar los mensajes y las cenas de Martínez  y Navarro, total, un presidente de la Audiencia Nacional de nada. Les cuento: dice el citado TS que se debe tener en cuenta la "amistad" entre Navarro y Martínez para poner en contexto los mensajes que intercambiaron. Solo así es "perfectamente comprensible" la "empatía" mostrada por ese presidente de la Audiencia Nacional de nada para con un número dos del Ministerio del Interior de menos aun. Hay que reírse, créanme, antes de echar el pertinente fuego por la boca, porque tal es la impunidad de las altas esferas del poder conservador que ni se molestan en buscar excusas y eximentes más elaborados.

Ni el Consejo General del Poder Judicial, ni la atinada Fiscal Consuelo Madrigal ni el Tribunal Supremo consideran que Navarro haya incurrido ni en delito ni en falta de vergüenza siquiera, así que bloquean la investigación y a otra cosa, que hay mucho independentista, titiritero e injurioso suelto. Y nosotras, todas tontas. Otra vez, y el Poder Judicial en sus manos in aeternum. Democracia plena.

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