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Opinión · Dominio público

No la han vetado, la han vendido

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Fascistas riendo lemas, fascistas gritando insultos, fascistas golpeando escaños. Machismo por acción o por omisión. Flashes y bulla. Irene habla. Es tan difícil ser tan valiente que seguramente nadie más lo vuelva a ser. Crónicas ya escritas repletas de prejuicios clasistas. Tertulianos de siglas que reparten mentiras a sueldo. Hay quien te mata cada día hasta que algún día acierta. Tan corruptos como patricios romanos. Irene habla. La cosa se pone fea. Siempre se pone fea. Y cuando pasa, en el PSOE siempre se mira al techo y en algún banco azul siempre se mira al suelo. Siempre duele más la hipocresía de dentro que el fascismo de fuera. Siempre duele más la deslealtad que la lucha. Hay quien se manifestó y luchó y hay quien codeó y traicionó. Hasta ahora en el BOE solo escribían los segundos.

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A fallback.

Demasiadas promesas en demasiados despachos. Sonríe, no hagas ruido. Aléjate, véndela, todo irá bien. En siete años he visto a tanto presidente, vicepresidente, presidenta y vicepresidenta de reservado de restaurante que casi ni recuerdo sus nombres. Bueno sí. Son aquellos que hoy te dicen que son muy malos quienes antes te decían que eran muy buenos. El bucle infinito de la supuesta izquierda española y su corte. Hay quien habla como si fuera a entregar un Goya y sin micros negocia como si te fuera a sacar los ojos.

A Irene Montero se la ataca por ser mujer, por ser de izquierdas y por ser de clase trabajadora. Son tres clases de violencia. Machista y clasista. Y lo digo y lo escribo por quienes no pueden decirlo y escribirlo. Y también porque hay quien es de los tuyos sin siglas ni banderas.

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A Irene Montero no la han vetado, a Irene Montero la han vendido. La han vendido por la promesa de una salvación que no llegará. Y nadie como el independentismo vasco y catalán lo sabe. No hay plató, editorial, financiación, ayuda o tertulia a favor que valga vender a tu gente. Vendiéndola ganan los fascistas que la insultaron frente a su casa durante meses. Con sus hijos dentro. No se puede frenar a la derecha y a la ultraderecha de verdad, siendo una izquierda de mentira. No se puede votar a quien no dice nada para no molestar a nadie. No se puede votar vetando. No se puede sumar, restando.

Ha sido un orgullo, compañera.

Has abierto camino donde solo había maleza.

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