Opinión · Rosas y espinas
Franco sobrevivió a Pedro Sánchez, a Felipe, a ZP
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Cuando despertó el gobierno social-progresista, el dinosaurio de la Fundación Francisco Franco todavía estaba allí. Si yo fuera Augusto Monterroso, hubiera finiquitado el artículo con esta primera frase, porque sin más palabras ya se explicó todo. Pero mis jefes me exigen sintagmas y esdrújulas para pagarme, y el microrrelato, desde que murieron Monterroso y Alexis Ravelo (ay de ayes, camarada), ya no es lo que era.
El caso es que el adelanto electoral decidido por Pedro Sánchez ha impedido aplicar la Ley de Memoria Democrática en lo referente a fundaciones y asociaciones que enaltecen al fascismo, al franquismo y al nazismo. Lo cual que la Fundación Francisco Franco sigue siendo legal, respetable y subvencionable en este país. Muy largo me lo fiasteis, don Pedro, don Pablo, doña Yolanda, doña Ione. En España se ilegalizó a un partido político, Herri Batasuna, y se cerraron periódicos inocentes, como Egunkaria, en menos de lo que tarda la justicia del aguilucho en ondear gloriosa, un día sin viento, solo tras un pedo de Santi Abascal.
Ningún gobierno español, incluido este, se ha atrevido a afrontar el verdadero problema que lastra nuestro presente: el desconocimiento de la historia, el negacionismo con nuestra verdadera historia. Y Pedro Sánchez y sus mariachis multiformes no han tenido tiempo de derogar el franquismo y a la Fundación Francisco Franco, que exalta la memoria de un genocida y, por delegación, la de sus aliados principales: Hitler y Mussolini. No somos la excepción, si eso os consuela. En Italia gobierna Meloni (mussolinista) y en Alemania, según recientes encuestas, el partido neonazi Alternativa ya sorpasa a los socialistas y podría ser la segunda fuerza política en las próximas elecciones. Pero, aun así, no hay constancia en esos países de la existencia de financiación pública para fundaciones reivindicadoras de la obra de Hitler y Mussolini, como sí pasa aquí con Paquita la Culona, que es como llamaban en Ferrol a Francisco Franco.
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Por ejemplo, José María Aznar, ese demócrata impoluto, los subvencionó con 150.000 euros para que microfilmaran sus archivos. Una tarea que corresponde más a los historiadores que a los pistoleros. Y los pistoleros, por supuesto, una vez microfilmados los archivos (o no), se negaron a facilitar a los historiadores el acceso a esos documentos. Si a los pistoleros se les subvenciona la custodia de este valioso archivo de la historia de España, a los historiadores se les deberían subvencionar unas cuantas pistolas para tener acceso a ellos. Tendríamos más conocimiento de nosotros mismos, y no habría sangre, pues el fascista es cobarde y solo se envalentona cuando tiene el monopolio de las armas. Lo sé por experiencia. No veáis cómo corren los fascistas cuando no están en mayoría o armados. Qué pena de atletas olímpicos, que equivocaron su vocación. España tendría un millardo de medallas de oro en velocismo si pusiéramos a correr a los fascistas cuando van solos. De hecho, desde 1975 hasta hace cuatro días, ni siquiera se atrevían a admitir que eran fascistas.
Pero es que también en política corren más que nosotros, y la prueba es que llegamos al fin de la legislatura más progresista de nuestra historia reciente con la Fundación Francisco Franco, que es lo mismo que decir la Fundación Adolf Hitler, equiparada al mismo rango que cualquier fundación en memoria de Miguel Hernández o de García Lorca.
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Se dice mucho ahora que somos los medios de comunicación los que hemos alentado y normalizado el neofascismo, el neofranquismo y el neohitlerianismo (que, ya digo, son lo mismo). Y no falta razón. Su presunto frikismo vendía periódicos.
Los medios hemos tenido mucha culpa, pero durante los 13 años de Felipe González, los siete de José Luis Rodríguez Zapatero y los no sé cuántos (han pasado tan rápido) de Pedro Sánchez, no hemos conseguido despertarnos sin que el dinosaurio friki de la Fundación Francisco Franco aún estuviera aquí.
Ahora es posible que un gallego de derechas con menos sintaxis que una rana afónica llegue al gobierno. Nada que objetar. Es la democracia. Pero, rojelios de mis amores, ¿qué os esperabais si en 25 años de gobierno socialista no habéis tenido el valor siquiera de eliminar la Fundación Francisco Franco? Ellos son más cobardes, pero corren más. Nosotros somos valientes de boquilla, pero no corremos nada. Ni siquiera caminamos. Y ni siquiera despertamos, por mucho que el dinosaurio aún siga ahí. Y así nos va.
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