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Opinión · Dominio público

Jurassic Spain

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Le leí anoche a mi hijito el cuento La niña Jurásica. Va de Vannina, una niña que cuando tiene miedo o debe ocuparse de cosas que no le gustan, hace aparecer dinosaurios. Incapaz de aceptar la extinción de sus mejores amigos, chasquea los dedos para traer al presente a los triceratops, estegosaurios o tiranosaurios rex. Una vez que se ve rodeada de las viejas bestias se siente protegida y capaz de todo. Por supuesto, la enseñanza del cuento radica en que tarde o temprano tendrá que aprender a ser valiente y a dejar que las cosas progresen, sigan su curso sin intervención de sus arcaicos amigos imaginarios.

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Hoy me desperté con la noticia de que han reaparecido, por docenas, dinosaurios parlantes con sus garras terribles y su golpismo terrible. Se ve que, desesperados ante la inminencia de una nueva derrota, algunos habrían hecho chasquear los dedos como Vanina y traído de regreso de la era Mesozoica a mostrencos que nunca debieron volver de sus tumbas.

No creo que vaya a funcionar muy bien la metáfora de España como una niña acojonada que en momentos de crisis clama por retroceder el tiempo porque se niega a crecer. ¿Estaré más cerca de entender este país si pienso que es, en sí mismo, dinosáurico, que sus fuerzas telúricas pulsan para que lo que hemos ganado de nuevo cese bajo el influjo de lo viejo? ¿Qué fueron la guerra y la tiranía sino reptiles fósiles reaccionando salvajemente ante el cambio?

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Tan retorcida se está poniendo la derecha “clásica” española que ya podemos cambiar el microrrelato de Monterroso –“Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí"– por uno menos irónico –Cuando despertó, la democracia ya no estaba ahí. Aznar, por ejemplo, ya está otra vez con el viejo jueguecito que al PP le gusta jugar al menos desde marzo de 2004: fue ETA. Los inconstitucionales hablando de Constitución. El indultador hablando de indultos. El burro hablando de orejas. Basta ya, hombre.

Sabíamos que la decadencia intelectual e ideológica de Occidente, edadismo aparte, viene siempre acompañada por la derechización del sujeto político, pero no deja de sorprender que a ésta le sigan arrebatos antidemocráticos que igualan a tirios y troyanos. Ahí tenemos muriendo por la boca a tres peces gordos de distintos aguazales: Aznar, Felipe González o Alfonso Guerra, que más saben por diablos que por dinosaurios, cabalgando algo llamado la “unidad de España” que cada vez más suena a “la tierra es plana”.

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Si Aznar y Vargas Llosa comparten foros con Macri, Piñera y Duque, por un lado, y Rajoy y Cayetana Álvarez de Toledo, por otro, para hablar de la “libertad” mientras desprecian nuestros votos, está claro que es porque hiciste chas! con los dedos del miedo y ellos aparecieron a tu lado. Hasta la manceba dinosauria Ayuso estaba ahí, lo que me recuerda una de las frases más aterradoras de la película Jurassic World: “¿Os habéis inventado un dinosaurio nuevo? No es una buena idea.” Porque ya sabemos cómo acaba la última de la saga Jurassic Spain. Y no es buena idea, colegas, no es buena idea.

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