Opinión · Otras miradas
Una canción de amor y la curiosa relación entre Elisa Serna e Inés Palou
Periodista
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A pesar de los vaivenes, Carne apaleada, de Inés Palou, sigue siendo una fuente inagotable de información y un grito de condena a la violencia que sufren las personas presas. Palou denuncia la situación en la que vivían las mujeres a las que, en palabras de Oliver Mancebo en el prólogo de la reedición de la obra, “un régimen moribundo trataba de ocultar, reeducar y marginalizar”. Estos días, que hemos conocido la noticia de la muerte de Sara Caridi, una presa de la cárcel de Brieva (Ávila), la Carne apaleada, de la misteriosa Palou, resuena con fuerza.
El libro es un laberinto de pistas en el que cualquiera podría quedarse atrapada. Atrapada en un desfile de personajas con más o menos chicha, con historias más o menos cinematográficas, con narraciones y datos más o menos ciertos. Una de las mujeres con la que se encontró Palou en prisión podría ser la cantautora Elisa Serna. Es más que probable, pero vayamos descubriendo las pistas poco a poco. Palou cuenta que Serna llegó a la prisión de Carabanchel con su guitarra, que había sido detenida en un recital en un teatro: “A lo mejor cantando, cantando, se le fue la mano en la guitarra y la voz en la garganta, y se pasó”.
La discográfica de Serna estaba dispuesta, al parecer, a pagar la multa que le pusieron, pero ella prefirió entrar unos meses en prisión: “Antes que cantante, era una mujer con ideas. La voz y la guitarra únicamente eran el vehículo de su expresión”. El periódico Informaciones publicaba, el 11 de marzo de 1974, que, efectivamente, Serna era trasladada de la prisión de Carabanchel a la de Alcalá de Henares. Estaba presa porque se había negado a pagar una multa “que le había sido impuesta por la autoridad gubernativa” acusada de “propaganda ilegal por el texto de alguna de sus canciones”. Serna, detenida el 1 de marzo, estuvo en la cárcel de Carabanchel apenas diez días.
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Palou la recuerda con mucho amor en sus palabras aunque la cantautora, al recordar esos días, no parece acordarse precisamente de ella: “La humillación que sentí al ser tratada como una presa común [categoría de distinción entre personas presas especialmente habitual en aquellos años y en la que, sin duda, estaba incluída Palou] fue muy profunda e irremediable. Es posible que todavía viva. Suerte que estaban las políticas Jone Dorronsoro y Arantza Arruti, y todavía estaban cumpliendo condena; que habían sido juzgadas en el Proceso de Burgos, en 1970”, escribió la cantautora para la jueza María Servini, encargada del proceso conocido como “La Querella Argentina”. Estas declaraciones de Serna, y muchas otras, están recogidas en la tesis La formación de una cultura de la resistencia a través de la canción social, de Gustavo Sierra Fernández.
En 'Isa y su guitarra', el breve capítulo en el que Palou habla de su “amiga”, esa que la comprendía en “el fondo y a flor de piel”, cuenta que “Aránzazu, Arancha, la de Alcalá” se emocionaba especialmente cuando Isa cantaba 'Tu amor no es el final': “Unos versos magníficos, profundos, que compuso su marido, preso en Burgos y separado de ella recién estrenado su matrimonio”. Este tema fue publicado, en 1975, en el álbum Brasa viva. El disco, coproducido por la discográfica francesa Le Chant Du Monde y la catalana Edigsa, confirma que, efectivamente, fue el marido de Arantxa Arruti Odriozola el autor del tema: Gregorio López de Irasuegui. En 1969, había sido detenido al tratar de rescatar a Arantxa de la prisión de Iruñea: “Tu amor no es el final, tu amor es un camino para andar, paso a paso, para llegar más firme al final necesario”. “Tu amor son los otros”, dice la canción. ¿Le enseñaría Arantxa, aquellos días en la cárcel de Carabanchel, la canción a Elisa ante la atenta mirada de Inés?
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Elisa Serna, el nombre artístico de Elisa Gil Sánchez, estuvo presa en más ocasiones. Principalmente, por su actividad artística. Inés Palou ya estaba escribiendo Carne Apaleada cuando una de sus detenciones saltó a la prensa: “Hoy he leído que otra vez ha sido detenida después de un recital en Santander. Me acuerdo de ti, Isa. Te recordaré siempre”. A Serna la detuvieron en Santander el 19 de enero de 1975, en torno a las tres de la tarde, a petición de la Dirección General de Policía de Valladolid, ciudad en la que se había desalojado violentamente uno de sus conciertos, provocando el pánico entre las y los estudiantes. Prohibieron también la actuación que tenía programada en la capital cántabra y, la prohibición, provocó, según la prensa de la época, protestas por la ciudad de unos doscientos jóvenes.
Unos meses después, en septiembre de aquel convulso 1975, Inés Palou se tumbó en las vías del tren y espero a ser arrollada por uno. Su muerte, igual que las noticias relacionadas con las detenciones de Serna, fue narrada por la prensa. Puede que la cantautora se enterara de su muerte y puede que la sintiera. Carne apaleada se publicó ya con su autora muerta, pero quizá Serna se hizo con una copia. Al menos en una ocasión, estando ambas en libertad, se encontraron en Barcelona y, tarde o temprano, Elisa Serna tuvo que conocer de la existencia del libro porque, atentas, participó en la película homónima. El film, dirigido por Javier Aguirre Fernández y protagonizado, entre otras, por Esperanza Roy y Bárbara Rey, contó también con una breve actuación de la cantautora. Puede que para entonces no sintiera ya esa “profunda e irremediable” humillación por ser confundida por una presa común.
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Murió un septiembre, como Inés Palou, con 75 años.
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