Opinión · Punto y seguido
La 'vida no bella' de los niños del Campo de Exterminio Gaza, en cinco notas
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1.- De repente, Gaza, la prisión sin techo más grande del mundo, se convirtió en un campo de exterminio, donde los verdugos ni se han molestado en crear una “sección infantil” como los hicieron los nazis en Auschwitz que acaba de perder su categoría del “Infierno en la Tierra”: En el Campo de Extermino Gaza (CEG), cerca de la mitad de sus 2,3 millones de condenados a muerte son menores. ¡Cuán se parecen a “Los niños terribles” del campo nazi de Buchenwald, que cuando eran trasladados a otro centro caían como hojas en las “marchas de la muerte”!: tienen que correr, por órdenes de Netanyahu del sur al norte, (y elegir entre morir lentamente o en unos interminables instantes), para volver a correr del norte al sur, viendo, escuchando, oliendo a Ezrael (el Señor de la Muerte en las religiones judeo-islámicas), que aterriza del cielo en forma de una bola de hierro encendido. Es como aquel cuento persa en el que Ezrael se reía de un joven trabajador que le huía, yendo de Bagdad a Isfahán, sin saber que no hay escapatoria de entes como Netanyahu. "El gobierno israelí no tiene más opción que convertir Gaza en un lugar donde la vida se vuelve temporal o permanentemente imposible”, justifica el general retirado Giora Eiland, refiriendo a la corte de agua, electricidad, alimentos y combustibles a sus habitantes.
2.- En el otro lado de las vallas, en Israel, sí hay minicampos de concentración para los niños palestinos como una patosa imitación de la “correccional Łódź” de Polonia, donde alrededor de 3.000 niños y niñas huérfanos y secuestrados de entre 2 y 16 años eran explotados como esclavos; y cuando lloraban de hambre, frío y dolor recibían palizas y eran castigados con permanecer en la nieve mientras les rociaban con agua fría. En 2005, Ahmad Manasra, niño palestino de 13 años fue atacado junto con su primo por los ocupantes-colonos. El primo fue asesinado, y, por “extrañas circunstancias”, en vez de detener a los autores, él acabó en la cárcel. Es uno de los niños canjeados con los rehenes de Hamas.
En los Guantánamos y las mazmorras montadas en Israel, país regentado por los más estudiosos de los mecanismos empelados por los nazis, cientos de niños y niñas secuestrados son agredidos brutalmente por los agentes israelíes. Según un informe de Save The Children, muchos niños arrestados tenían heridas de bala, huesos rotos o los hombros dislocados; habían sufrido asfixia, y casi todos habían experimentado unos “niveles atroces de abuso físico y emocional, incluyendo palizas (86 por ciento), amenazas de daño (70 por ciento) y golpes con palos o pistolas (60 por ciento)”. Otros, al puro estilo de la infame agujero oscuro de los torturadores estadounidense en Abu Ghraib iraquí, son sometidos a largos periodos de aislamiento, según esta ONG: el 70% de los niños presos sufrieron hambre, el 68% no recibió ningún tipo de atención médica, y a 58% se les negó las visitas o la comunicación con sus familiares. Israel es el único Estado del mundo que juzga sistemáticamente a menores en tribunales militares, afirma Unicef: alrededor de 10.000 niños palestinos han estado recluidos en el sistema de detención militar israelí durante los últimos 20 años. Una vez liberados y trasladados a la prisión-territorio Gaza, el 73% de estos pequeños terroristas armados con diminutas piedras de tirachinas, sufrían de insomnio, pesadillas, y casi la mitad mostraba fobia a estar con gente.
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En los cuatro días de la tregua declarada entre Israel y Hamas, a finales de noviembre, los invasores israelíes arrestaron a decenas de menores palestinos aterrorizando a las familias. Ya antes de la nueva ronda del genocidio palestino, todos los niños de Gaza presentaban problemas de salud mental: No se trataba de un “estrés postraumático”, sino de un trauma crónico.
3.- “Hijos de la oscuridad”, “infrahumanos” (Untermunch, decía Hitler), “bestias que caminan sobre dos piernas” (dijo Menachem Begin)… son parte de la terminología utilizada para deshumanizar a niños y adultos palestinos, con el objetivo de que los soldados israelíes de 18 años, obligados de cumplir el servicio militar, sean capaces de cometer atrocidades.
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4.- Los regímenes fascistas de los años cuarenta asesinaron a alrededor de 1,5 millones de niños judíos, gitanos romaníes, alemanes con discapacidades físicas y mentales, y los “pequeños bolcheviques” de la Unión Soviética ocupada. A unos, nada más nacer; a otros al llegar a los guetos y campos del trabajo forzoso; a un tercer grupo en sus demenciales experimentos médicos; y a un cuarto durante las operaciones de represalias a los partisanos antifascistas. En Gaza, afirma Save The Children, el número de niños asesinados durante las tres primeras semanas de bombardeos israelíes había superado el número anual de niños aniquilados en todas las zonas de conflicto del mundo desde 2019. De media, el régimen está asesinando a 100 niños cada día ¡para eliminar a unos 20 ó 30 lideres de Hamas!, que es el pretexto de Israel para masacrar a 18.000 civiles desarmados, hasta el momento. En palabras de Riyad Mansour, el representante palestino ante la ONU, 7.000 eran niños; otros 40.000 palestinos están heridos o lisiados y 1,9 millones han tenido que huir de sus hogares: Una “catástrofe sin precedentes”, define la ONU. La pila de cuerpos pequeños envueltos en mortajas blancas recuerda los cadáveres amontonados de las víctimas del nazismo en los camiones en el campo de Buchenwald.
5.- Entre los motivos de la alta cifra de víctimas infantiles en esta fase de la guerra de Israel contra los palestinos, que ha convertido al Franja en el “cementerio de niños”, están:
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- Disparar misiles sobre viviendas, donde los menores se refugian junto a las mujeres de la familia (de hecho, estos dos segmentos sociales constituyen el 70% de las víctimas, según la ONU), y se quedan sepultados bajo toneladas de bloques de hormigón. Aquí, si ven un niño con una marca, recuerde que es distinto en tres aspectos con la que llevaban sus hermanos en los campos nazis: se la ponen los padres, que no los verdugos; son sus nombres, que no números que distinguían las razones de su ingreso en el campo de aquellos fascismos; y se los escriben sobre su cuerpo, que no en una tela en forma de triángulo cocida a su ropa. Si se mueren, podrán localizar a sus padres si han sobrevivido, y si no los médicos les pondrán otra etiqueta: "WCNSF" (el acrónimo en inglés de “Niño Herido Sin Familia Sobreviviente”) y serán uno de tantos miles de niños huérfanos made in Israel. “¡Aquí está mi madre, la conozco por el pelo!” gritaba, otra huérfana, de 7 u 8 años “rechazando el consuelo de quienes intentaban calmarla diciéndole que no era ella”.
- Impacto de las bombas sobre sus cuerpos de muñecos de trapo a largas distancias. Cada 10 minutos un niño muere en Gaza, dice la OMS. Los pocos que sobrevivan a tales ataques sufrirán deformaciones (quemaduras, piernas y brazos amputados) de por vida. Los niños supervivientes de las guerras organizadas por EEUU contra Irak, Afganistan (y sus hijos de uranio), Yugoslavia, Libia, etc. corroboran este “genocidio”, dirigido también a las generaciones venideras.
- De forma preventiva: el asesinato de las mujeres embarazadas facilita la tarea del genocidio. Conforme a las estimaciones de la ONU, en octubre había unas 50.000 mujeres embarazadas atrapadas bajo los bombardeos, sin agua, comida, electricidad, medicinas; unas 5.500 darían a luz en un mes (alrededor de 160 partos cada día). No se sabe cuántas han muertos bajo las bombas y escombros con sus bebés, ni cuántos niñas y niños perdieron la vida durante el parto de sus madres, rodeadas de cadáveres y cuerpos mutilados. Sí conocemos el caso del bebé sin nombre del barrio Jan Yunis que los médicos del Hospital Nasser le sacaron del vientre de su madre muerta el 24 de octubre.
- Durante el embarazo: las mujeres embarazadas palestinas ya sufrían falta de atención necesaria y desnutrición incluso antes de esta nueva ronda de ataques militar, lo que aumentaba el riesgo de desnutrición, enfermedades, tanto de la muerte como de su bebé. La tasa de niños no nacidos, durante las guerras, se dispara por el estrés de la madre, falta de higiene, etc.
- En las incubadoras: los hospitales pediátricos Al-Nasr y Al-Rantisi tampoco se salvaron de las bombas. Los médicos se llevaron a los que pudieron salvar, con los tubos y máquinas puestos. Cuando el 28 de noviembre, durante un alto el fuego, regresaron encontraron ya muertos a cinco bebés prematuros. Un video de la CNN del 8 de diciembre muestra la espantosa escena de los cuerpos en descomposición de varios bebés en el hospital Al-Nasr, aún conectados a
- Empujarles al suicidio. Desconozco si hubo casos del suicidio infantil en los campos de horror nazi o del franquismo, pero en el de Gaza, al menos ya hay registro de un intento, La CNN cita al palestino Haj-Hassan que, durante los bombardeos israelíes, había tenido que parar en seco su coche, al ver un niño corriendo delante de su vehículo. Al preguntarle el motivo, el pequeño había contestado: 'Sólo quiero morir'. Ya no puedo soportar el miedo a morir'”. La tasa de suicidio ya era muy alta en Gaza. El año pasado, contaba Save The Children, el 80% de los niños de Gaza sufría depresión, tristeza y miedo debido a 15 años del bloqueo israelí, y más de la mitad pensaba en acabar con su vida.
Las leyes internacionales han fracasado en Gaza (igual que en Afganistán, Irak, Siria o Libia) por ser cínicamente ignoradas, y deben ser cambiadas para proteger a los niños en los conflictos armados. Cerca de 400 millones de niños hoy viven en el medio de conflictos violentos: ¡400 millones!
¡No a la guerra, bajo ninguna bandera, ningún concepto!
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