Opinión · Dominio público
Galicia: spring is coming
Analista política y socióloga
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De haber sucedido un cambio político en Galicia, habría titulado esta pieza The Queen in the North. Soy fan de Juego de Tronos y que encuentro en Ana Pontón un parecido más que notable con Sansa Stark. Pero el domingo de piñata pasó y nada cambió. O sí.
El Partido Popular de Galicia adelantó estas elecciones e hizo coincidir la campaña con el entroido por varios motivos. Una campaña de bajo perfil en días de jolgorio callejero y ninguna gana de crispación, conversaciones serias o trascendentales. Verbenas, comilonas, desfiles y alegría. Probablemente se esperaba baja participación electoral pero, sobre todo, se buscaba dar la imagen de que las elecciones del 18F eran solo un trámite porque ¡Galicia funciona! ¡Galicia es una fiesta! Con parte de las fuerzas alternativas (salvo el BNG con Pontón y Democracia Ourensana con quien Jácome quisiera) sin candidatura clara. Besteiro se veía venir pero no se postulaba. En Sumar, la propia Marta Lois descartaba ser candidata.
La convocatoria vino precedida y fue acompañada de una serie de programas de televisión (TVG es la cadena de televisión más vista en Galicia, la única que emite en gallego, tanto en informativos como en entretenimiento) que encuadraban al candidato popular en este marco festivo y feliz. Rueda el motero tomando cañas, bailando despreocupado “El Meneíto” en prime time en Landrober, caracterizado de batería de una banda pop, de gancho para una petición de mano. Siempre el candidato sonriente y campechano. Esta fase culmina con el video del autobús. Una forma de integrar los temas de la agenda española del partido en el tono carnavalero: Rueda conduce un autobús al que se va subiendo “su” gente, pasa por un puesto de “fruta”, no deja subir a un señor de gafas que se parece a Puigdemont, y todo con sonrisas y guiños.
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Esta era la parte circo del “panem et circenses” que les funciona desde Fraga. La parte pan, también televisada, consistió en una retahíla de anuncios y compromisos del gobierno en funciones de la Xunta, unos rechazados repetidamente por la mayoría absoluta del PPdG en el Parlamento de Galicia, otros de dudosa actualidad o legalidad. Matrículas universitarias gratuitas, construcción de vivienda social, complemento de pensiones, bonos para viajar o comprar material deportivo y, en los últimos días de la campaña, SMS a los móviles particulares con ayudas a las mariscadoras y aumento de salario al personal sanitario.
El incidente de los “pellets” interfirió en esta campaña verbenera. Hay un problema y la Xunta queda en evidencia. La pelea entre PP y PSOE sobre quién tiene la responsabilidad deja un espacio mediático al BNG inesperado y Ana Pontón se cuela en las casas a través de las cadenas generalistas españolas. Y dice cosas muy razonables sin enfadarse. Un peligro para la campaña: está pasando algo que puede ser grave, la Xunta lo oculta, mienten para que parezca que se ocupan del tema y es la gente, con sus manos, quien lo está resolviendo. El recuerdo de Nunca Máis aparece en campaña y con él se hacen visibles otras demandas que están vivas en la sociedad gallega a pesar de su escasa presencia en los medios de más audiencia y lectura. El primer barómetro del CIS preelectoral declara que en Galicia lo que preocupa son las cosas de comer: empleo, sanidad, educación. Pero los titulares siguen con los lemas que vienen de Madrid.
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Hay que tener en cuenta que el sistema mediático gallego es peculiar. El viernes anterior al 18F se cumplieron 300 venres negros de la plataforma Defende a Galega, formada por profesionales de la cadena pública que denuncian la falta de rigor informativo, respeto profesional, y el incumplimiento continuado de la ley por parte de la corporación. El seguimiento de esta campaña de 2024 por la CRTVG será, seguro, objeto de estudio. Unos días antes de la campaña hubo, además, un reparto de “pan” de más de 700.000€ entre algunos medios privados gallegos y madrileños. Tradicionalmente, esta realidad ha conducido a una diáspora de parte importante de la profesión, pero en esta campaña ha emergido con fuerza y gracias a las redes sociales, junto a cabeceras gallegas en gallego ya consolidadas y con voz propia aunque minoritarias, una generación de jóvenes periodistas que se niegan a marcharse y a callarse. Que han aportado frescura, rigor y retranca a estos días y tendrán sin duda un papel importante en los próximos años.
El único debate electoral al que Rueda acudió, supuso un punto de inflexión en la campaña. No creo que se decidiera ahí su ausencia en otros debates, que enlaza más con la imagen de que los líos son de los otros, presente desde el principio. Perdió, es verdad, minutos de televisión, tan valiosos para quien no los tiene. Pero si algo le sobra a Rueda, son minutos de televisión, de entrevistas-masaje, de publirreportajes en tiempo de informativos. ¿Que el resto quiere aparecer peleando en pantalla? ¡Campo libre! No es cobardía no ir, es cálculo. Pontón y Besteiro entendieron el mensaje e intentaron dar otra imagen, presentar un ticket electoral alternativo. El ticket quedó claro, la alternativa, sin oponente presente, quedó atada a la imaginación del público asistente. ¿Alternativa a que?
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Lo que cambió después del debate fue la visión pública de la fortaleza de Pontón como retadora. Un nuevo hilo argumental se añade a la campaña del PP: hay que parar al BNG. Como en 2005 y 2009 aquí vale todo. Terrorismo, yihadismo, familia, aspecto físico. Todo. Tenían razón en preocuparse y seguramente algún fruto dio la táctica. Pero no estamos en 2005 ni en 2009. El argumento del miedo, el que viene el lobo de toda la vida, ya sabemos que funciona solo temporalmente. Resistieron en el bloque estos ataques con humor y retranca: estamos en carnaval.
Rueda y Pontón tienen algo en común. Vienen de la cantera. No son fichajes estrella que firman por la pasta y marchan en seguida si las cosas van mal. Se han bregado en batallas internas y campañas difíciles. Están a las duras y a las maduras. Un valor importante para pedir la confianza de la gente. Besteiro realmente también lo es. Por eso resulta incomprensible que en lugar de mostrarse “canteirán” y besar el escudo del equipo de tus amores, encarnase en campaña el rol de delegado del gobierno amigo, como un jugador cedido temporalmente, pero que cuenta con volver al equipo de Madrid, que es donde se gana la pasta. Ni siquiera dejó su acta en el Congreso. Renunció a ser Lucas Pérez y convertirse en héroe. Ya sé que eso no garantiza los resultados, soy del Dépor, pero te da el amor incondicional de la afición. Parece que se quedará en el Parlamento Gallego con su frugal equipo de 9 a picar piedra. La socialdemocracia unionista en Galicia tiene un espacio mayor que el que se refleja en el resultado del 18F y que ha mostrado su enfado quedándose en casa o votando a otras siglas. Sin duda en parte al BNG, pero también al partido de Jácome, que no le restó un solo voto en Ourense al PP (que ya no es de Baltar). La que si dejó su acta en Madrid fue Lois, aunque después de haber dicho que no sería candidata y verse forzada a desdecirse ante la falta de opciones de su partido, más cuando fracasa la lista con Podemos, que deciden suicidarse con un post de su líder pidiendo el voto para el BNG.
La paz interna y tener al partido de tu parte es crucial para una campaña y seguro que la agenda estatal ha dificultado la unidad interna del PSDG, que tiene aún pendientes de resolver crisis internas acumuladas. Pontón utilizó la campaña para mostrar a la opinión pública un proceso de acumulación ejemplar: los hijos pródigos vuelven a casa y los recibimos con una fiesta, sin agravios, ni perdones ni rencores. Ella es la madre que comprende, acepta y abraza. Beiras, Camilo, Quintana, Noriega, la familia reunida es una imagen muy potente en el país de la diáspora. Amio queda muy lejos. Para la mayoría de militantes de este rejuvenecido BNG es una historia del pasado. Quizás por eso ha sido posible la reconciliación. Quizás un varón no habría tenido tanto éxito en el intento. El BNG, como Galicia, es en el fondo un matriarcado. Otro tópico a revisar.
Se han resuelto las preguntas que la democracia nos planteó este 18F a la ciudadanía gallega. Nos ha convencido la Galicia que ofrece Rueda, esta mezcla carnavalera de pan y circo que convive con la lenta inanición del país. Le dejamos conducir el autobús otros cuatro años. Ya es el titular del asiento que ocupaba interino. Tiene muchas promesas que cumplir y quizás cuenta el presidente con que no tengamos memoria suficiente o incluso intención de recordárselas.
Aunque la intensidad de la campaña nos lleve a pensar que el 18F escogíamos entre el paraíso y el apocalipsis, el lunes volvemos al trabajo y a la rutina como si nada. Para la población gallega, los de VOX siguen siendo marcianos. La pantomima torrentista de Democracia Ourensana tendrá un asiento, irrelevante para la gobernanza, pero un valioso altavoz para su localismo friki. SUMAR y PODEMOS se llevan justo lo que plantaron tarde, mal y arrastras: paracaidistas sin paracaídas, marketing sin producto.
¿Y la alternativa, qué? El PSDG con un resultado peor que el peor imaginado está en un brete complicado. Si hacen lo siempre, echará la culpa al candidato y buscará un relevo que empiece de cero o, peor aún, esperarán cuatro años templando gaitas y sin liderazgo para repetir el error. Pero pueden intentar otra cosa. Y a lo mejor funciona.
Pontón y el BNG tienen la mayor representación de su historia. Un triunfo velado porque su primer objetivo era gobernar. Pero un triunfo que nos ha hecho ver que no es imposible, que estamos a las puertas, que hay que seguir por este camino. Ella tiene la fuerza que da una vida política de sacrificio y responsabilidad. Tiene la confianza de un partido más fuerte y unido que nunca. Tiene en sus manos nuestra esperanza.
El largo invierno gallego, que dura ya quince años, se va a prolongar otros cuatro, pero asoma la primavera.
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