Opinión · Otras miradas
Andaluz, este no es tu gobierno
Portavoz de Por Andalucía en el Parlamento andaluz
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El pueblo andaluz conquistó el autogobierno en un referéndum histórico que vino precedido de una formidable movilización social. Era un tiempo más de pueblo que de ciudadanía, y la victoria inapelable del sentimiento autonomista andaluz vino en volandas de aquella sociedad que anhelaba la libertad sin ira, la igualdad sin afrentas. Su firme determinación alimentó, primero en las calles y después en las urnas, el proceso luminoso que conjuró a la izquierda sindical y política para conseguir instituciones propias.
La derecha no compartió, de hecho combatió, aquella riada en la que participaron millones de andaluces y andaluzas. El PP, lejos de reconocer su error, anda ocupado en destinar energías a un borrado selectivo de nuestra memoria democrática, reconstruyendo en el imaginario colectivo su papel de entonces, y valiéndose para ello del poder y los recursos que manejan gracias a que gobiernan esas mismas instituciones que no apoyaron cuando tocaba.
Hay mucha impostura en este andalucismo comercial del Partido Popular. Y mucha incongruencia. Por primera vez el parlamento andaluz tiene un presidente que no votó a favor del referéndum, y como él, todas las personas que tenían entonces edad de votar y que han nutrido las filas políticas de la derecha. Todas las que durante estos años han mostrado su resistencia a seguir profundizando en el desarrollo de nuestro Estatuto, a definirnos como nacionalidad histórica, y sobre todo y desde que gobiernan, a darle cuerpo al extraordinario potencial que tiene Andalucía en el contexto estatal.
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Para Moreno Bonilla el autogobierno es una verdad incómoda. La impericia de su gobierno al frente de la Junta hace estragos. Aulas atestadas en las escuelas, listas de espera insoportables en la sanidad, precios de la vivienda disparados, pueblos que pierden población y futuro... El Partido Popular necesita alimentar la confrontación, inventar cada día una nueva polémica con la que tapar sus fallas de gestión, su rotundo fracaso al frente de Andalucía y su renuncia a ejercer las competencias que hace décadas el pueblo andaluz mandató que se decidieran exclusivamente aquí.
La derecha está afanada en convencer a la sociedad de que la Junta de Andalucía es inútil. La autonomía y el Estatuto sirven para hacer campañas publicitarias carísimas, para traer a nuestra tierra fastos musicales y eventos deportivos, pero no para mejorar las condiciones de vida y de trabajo. Grandísima paradoja que los mismos que excusan el fracaso de sus políticas con la herencia recibida de los gobiernos autonómicos anteriores, ahora no se sientan concernidos por el agravamiento del sufrimiento social que provocan sus propios desatinos. Heredaron problemas y decepción ciudadana por su manejo, sí, pero su legado a futuro es una compilación de simplezas, agravios inventados y asuntos por resolver en los que han bajado los brazos antes siquiera de tratar de resolverlos.
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El pueblo andaluz no buscó en la construcción de su autonomía enemigos en los que desahogar su frustración, ni pidió saldar cuentas con la historia y los poderes establecidos tras años de olvido y maltrato. Quiso ocuparse de sus propios asuntos, manejar sus cuentas, procurarse un porvenir digno en su tierra. Y todo ello con la alegría que solo los pueblos que han sufrido mucho son capaces de enarbolar.
El PP nos empobrece, cuartea nuestra memoria y los logros de aquellas generaciones, adultera el sentido y propósito de nuestras instituciones, siembra desánimo y ofuscación. Pero ya saben ustedes que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Aquel vergonzante "andaluz, este no es tu referéndum", va a tornar en un "andaluz, este no es tu gobierno".
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Tiempo al tiempo.
Y que viva Andalucía.
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