Opinión · Dominio público
La puntita
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“Si ustedes aceptan que España no es una nación, sino [que] es un Estado, pero que es plurinacional, y que el pacto entre naciones puede conformar una forma determinada de Estado, podríamos empezar a entendernos. Porque España uninación, es Castilla ampliada", J.A. Ardanza (1941-2024) en La pelota vasca, la piel contra la piedra, de Julio Medem (2003)
Resulta incomprensible que este lunes el Gobierno dejara solo a Pere Aragonès defendiendo la amnistía de los implicados en el procés de 2017. El presidente de la Generalitat de Catalunya es el candidato de ERC a repetir en las elecciones del 12 de mayo, así que le fue divinamente troleando al Partido Popular -al que no le salió tan bien como preveía-, recordando las contradicciones del PSOE con esta ley y ocupando todo el espacio de defensa de la misma en plena precampaña de las elecciones catalanas, donde su principal rival independentista, Carles Puigdemont (Junts), no puede hacer campaña en Catalunya y el líder en las encuestas, Salvador Illa (PSC), tiene a un partido que desconoce las leyes físico-políticas por las que en un recipiente (Cámara Alta) lleno de gases (partidos), si uno de ellos deja libre un espacio, será inmediatamente ocupado por otro.
Es inviable defender una ley tan importante y revolucionaria como la de amnistía solo con la puntita del discurso, o sea, con un poco del presidente del Gobierno por aquí y con otro poco del ministro de Justicia y Todo Lo Demás por allá. Y es revolucionaria por cuanto, por un lado, mientras a algunas la amnistía nos parece imprescindible para normalizar y reencauzar la situación en Catalunya tras la vergonzante etapa de judicialización política de un procés, sí, cargado de torpezas, el PSOE de 2023 ha tenido que enmendar a la totalidad del PSOE de 2017 para sacarla adelante y poder seguir gobernando con los apoyos de ERC y Junts, este que también ha tenido que corregirse en su determinación de no dar ni agua a PSOE y PP tras la aplicación del 155 y la implicación del Tribunal Supremo.
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Unos días, los socialistas (Pedro Sánchez, menos; Félix Bolaños, más) nos abruman con argumentos tan favorables a la amnistía que parecieran ellos los procesados y otros se esconden tras el president Aragonès obviando que él es, en estos momentos de encuestas, su principal rival electoral, encima, de un partido que solo reconoce a Catalunya como único interés territorial, es decir, al que hacer campaña en España le importa exactamente cero. ¿Qué tipo de la tan cacareada pedagogía que se pide a los favorables es ésa? Al PSOE solo le faltó que fuera Emiliano García-Page quien defendiera la ley estrella del Gobierno, y eso que el presidente de Castilla-La Mancha tuvo la deferencia de no acudir al Senado a sentarse con Isabel Díaz Ayuso para compartir posición anti-amnistía. La presidenta de la Comunidad de Madrid, por supuesto, fue la que llevó la voz cantante del debate con un estrambótico discurso que lo mismo apelaba al fin del mundo por Catalunya, como a la criminalidad casi macabra del independentismo en general. Mucho más macabra que la muerte agónica de 7.291 mayores en la residencias madrileñas durante la pandemia, dónde va a parar ...
Es una barbaridad -y se le afea poco- que, porque tiene la mayoría absoluta en el Senado, el PP se arrogue la única legitimidad parlamentaria posible en las Cortes y, por tanto, la mayoría de la investidura de Pedro Sánchez en el Congreso, que incluye al independentismo catalán y vasco, no es legítima. Es una burrada, un auténtico bazooka en la línea de flotación de las instituciones, uno más tras darse por perdida la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) hasta que gobierne Alberto Núñez Feijóo, o eso parece, mediador europeo incluido.
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También es una torpeza que el PSOE se haga más daño con la (no)defensa de su ley de amnistía al primer nivel, una norma democrática, necesaria, generosa y constitucional hasta que el Tribunal ídem se pronuncie, por lo menos. Desconozco si faltan argumentos o sobra cansancio frente a una oposición hiperventilada y a unas elecciones catalanas que van a traer más complicaciones al Gobierno de las que tiene, que ya es decir, y aunque Salvador Illa sea el nuevo president. El debate sobre la amnistía no ha terminado y ya empieza el del referéndum, pero no hay que tener miedo a los debates y a la democracia, ésta que de momento da la razón a los no independentistas también en Catalunya; no hay que temer a la democracia ni siquiera cuando el PP, en su mímesis con Vox, ha incluido los pactos, el diálogo y los derechos humanos (la única línea roja), en la lista del Eje del Mal.
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