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Desmontando a Pablo Escobar

Juan Pablo Escobar, hijo del narco de moda, denuncia en su último libro la fetichización que se ha hecho de su padre 

Pablo Escobar, líder del Cartel de Medellín.-EFE

“Ser narco no es cool”. La aclaración, que de primeras puede resultar algo superflua, no lo es tanto si nos atenemos a la proliferación de producciones sobre Pablo Escobar, y mucho menos si quien la hace es su propio hijo, Juan Pablo Escobar. Narcos, Pablo Escobar, El patrón del mal, El cartel de los sapos, Sin tetas no hay paraíso, La reina del sur, El señor de los cielos... el boom de las narcoseries está creando una especie de “superhéroe de la historia reciente”.

La denuncia corre a cargo de su vástago, quien confiesa en su último libro Pablo Escobar. Lo que mi padre nunca me contó (Península) —secuela del exitoso Pablo Escobar, mi padre— haber recibido mensajes de jóvenes que esencialmente le venían a decir: “Ayúdame a ser narco”. Se veía venir, la ficción televisiva ha creado una suerte de narcoparanoia de la que Juan Pablo trata de escapar: “Me he esforzado en mostrar que el camino recorrido por mi padre es justamente el contrario al que debemos tomar las personas de bien”.

"Respeto a quienes lo odian, pero Escobar era mi padre y pido reciprocidad en mi derecho a amarlo"

Pero el legado de su progenitor es demasiado jugoso y, ya se sabe, para qué matizarlo, para qué contrastarlo si la ficción puede hacer el resto. Así, Juan Pablo no duda en listar una por una —“en nombre de mi país y en honor a la verdad”, dice— las numerosas pifias en las que incurre la exitosa Narcos. Las hay de todo tipo; meras anécdotas como que su padre nunca fue hincha del Atlético Nacional, sino del Deportivo Independiente de Medellín, y otras, en cambio, de mayor enjundia: “Mi padre no mató personalmente a ningún coronel Carrillo, […] mi madre jamás compró ni usó un arma, […] mi padre no maltrató, insultó o humilló a sus padres…”.

Una ristra de falsedades que Juan Pablo ya intuía cuando se reunió con los gerifaltes de Netflix y les ofreció acceso sin restricciones al extenso archivo familiar. La respuesta ya vaticinaba lo que vendría: “No nos interesa, ya conocemos la historia, se la compramos a Javier Peña, agente de la DEA en la época de Escobar y él no está dispuesto a trabajar con la familia”.

Empezar de nuevo

Cuenta Juan Pablo Escobar que tras la muerte de su padre "una jauría de criminales" trataron de acabar con todo lo que oliese a Pablo Escobar. "Nos vimos obligados a cambiarnos de apellido, ya que fue la única posibilidad de escape que tuvimos y ello implicó adoptar una nueva identidad amparados en la ley y el afán por sobrevivir".

No fue fácil. Este libro narra en parte ese calvario, el estigma de ser hijo de, sus claroscuros y la necesidad de quererlo pese a todo: "Respeto a quienes lo odian, pero Pablo Escobar era mi padre y pido reciprocidad en mi derecho a amarlo como hijo". ​

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